Omar Villalba: El dilema hídrico en la Gran Caracas

Omar Villalba: El dilema hídrico en la Gran Caracas

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En la conferencia celebrada en Brasil, durante los días de junio del año 1992, la Naciones Unidas propuso dedicar un día al Agua. Esto en gran medida se debe a que el agua es un elemento vital y de suma importancia, solo basta con ver que el 71% de la superficie es agua, pero solo el 2% es dulce. Partiendo de esta premisa, la Asamblea General adoptaría, el 22 de Diciembre de ese año, una resolución en la cual se decidía que todos los 22 de Marzo se celebraría El Día Mundial del Agua.

Como recurso, el agua es valiosa, no solo para saciar la sed o para la higiene, sino que es una fuente de trabajo. Este rubro genera un centenar de empleos a través del mundo, ya sea de forma directa o indirecta. Al mismo tiempo, la calidad, el acceso, la disponibilidad, la cantidad de este líquido es un indicativo de la calidad de vida que tiene los ciudadanos en un determinado país. Por ejemplo, los Estados más desarrollados cuentan con excelentes servicios públicos, especialmente en lo referente al agua. Sus ciudadanos tienen acceso a este bien preciado, entre otras cosas. Mientras que, países con niveles de desarrollo menor no cuentan con este servicio.





Conscientes de este fenómeno, cabria preguntarse ¿Cómo está la situación del agua en Venezuela? O, para ser menos dramáticos y más razonables ¿Cómo es el estado del vital líquido en la Gran Caracas?

Hace unos días fui moderador del  foro: “El Agua en Caracas, Escasez y Riesgos” allí varios especialistas compartieron sus puntos de vista sobre la situación del fenómeno en nuestra ciudad. Este fue abordado por el ingeniero civil y ex presidente de HIDROCAPITAL José María de Viana desde una perspectiva técnica. Por su parte, la médico parasitóloga de la Escuela de Medicina José María Vargas (UCV), Leonor Pocaterra dio cuenta del problema desde su perspectiva académica y vivencial. A la par de ello, los asistentes a la contertulia expusieron sus ideas, inquietudes y propuestas para solventar este problema.

Cabe destacar que las ponencias fueron harto informativas, y las propuestas del público aportaron mucho, a la par de ser muy pintorescas. Pero, al margen de esta situación, la actividad puso sobre la mesa una realidad que es conocida por unos pocos; la cual por cierto, el gobierno central siempre ha intentado ocultar, a mi juicio, con escaso éxito.  

La doctora Pocaterra nos reveló que la gran mayoría —si no todos— los venezolanos  se encuentran en gran riesgo de contraer hasta media docena de enfermedades parasitarias por consumir agua contaminada con deposiciones. En Caracas el porcentaje aumenta de forma significativa y, todo esto, al margen de las medidas de potabilización.  Gracias a la merced Dios, esta situación no ha decantado en algo grave de verdad, como una epidemia.

La parasitóloga, a su vez, indicó que los filtros no detienen la totalidad de parásitos presentes en el agua; por lo tanto es necesario —de vida o muerte—  hervir el agua por un periodo de tiempo comprendido entre 10 y 15 minutos. Este marco de tiempo hace que el agua sea potable en el sentido más estricto y previene la mayoría de los problemas. En cuanto al lavado, recomendó lavar muy bien las ropas y tenderlas al sol. Con estos simples pasos, podremos poner fin a los males que producen los parásitos.

Lo expuesto por la doctora es realmente preocupante, porque se puso sobre la mesa una interrogante ¿Qué está haciendo el Estado para mejorar la calidad de agua que recibe el venezolano? La respuesta es escandalosa y preocupante: poco o nada; ya que gracias a la crisis económica el gobierno no ha importado los componentes necesarios para potabilizar el agua. Y el poco que hay es repartido, casi al azar, entre los diferentes embalses una o dos veces al mes. Por lo tanto, nos encontramos frente a una “suerte” de ruleta rusa del agua en Caracas.  

En cuanto a la visión técnica, esta fue aportada por el doctor de Viana, quien fuere presidente de Hidrocapital. En esta ponencia, el ingeniero desmontó unas cuantas mentiras de la revolución, la principal de ella es que la escasez de agua se debe a la sequia. Según el ingeniero civil, los embalses que surten de agua a Caracas, y los ríos se encuentran con capacidad. Es más, Camatagua, uno de los principales embalses tiene agua para cerca de tres años. El verdadero problema, según de Viana radica en un hecho más sencillo: el Gobierno no ha invertido más en los sistemas de bombeos, y a la par de ello ha cerrado unos cuantos dentro de la ciudad.

Antes de continuar, es necesario indicarles que nuestra querida ciudad se encuentra en un altiplano, mientras que las fuentes de Agua se hallan en terreno más bajos, por lo cual es necesario bombear el agua para que suba a nuestra metrópoli. Esta situación implica un gran gasto de energía y recursos, más de la mitad de energía que consume la Gran Caracas se ve invertida en las estaciones de bombeo. Sitios que han sido abandonados por el Ejecutivo. Se ha invertido poco en ellos, o cuando se ha realizado la tecnología empleada es pésima.

No conforme con esta situación,  el Gobierno se ha negado a la fiscalización de  la calidad del agua y la labor de HIDROCAPITAL. Además, para más, muchas de las estaciones de bombeo se encuentran en mano de cooperativas, las que están integradas por personas que carecen —en su gran mayoría— de la formación, las aptitudes para lidiar con los problemas técnicos que implica el traslado del agua.

Por último, José María De Viana detalló los errores garrafales en los que —a su juicio— incurrió la Revolución en materia hidrológica. Contó que desde hace siete años 3.000 litros de aguas servidas, son transportadas de Taguaiguao al  río Tucutunemo, por medio de un tubo, terminan en el Embalse de Camatagua. Esto, ha traído como consecuencias la muerte de la flora y fauna de este cuerpo acuífero, el cual por cierto era de gran calidad.

A su vez, agregó que en la actualidad entran a caracas 15.000 litros del vital líquido, mientras que en su gestión se bombeaban 20.000 litros, por lo tanto hay una deficiencia en la accesibilidad al recurso. Recordó, a la par que en los últimos años la población ha crecido exponencialmente, cerca de un 30%, lo que hace imperativo la incorporación de nuevas obras. Obras que no se están realizando, y a las pocas que existen se les hace un mantenimiento inadecuado o se ignora la condición en la cual se encuentran.

A la luz de lo expuesto aquí, es evidente que la condición del agua en Caracas es, cuando menos, de terror. Nos encontramos con  un servicio cuya calidad ha mermado por muchas razones, las cuales van desde la apatía gubernamental hasta la fuga de personal capacitado. A la par, estamos frente un bien de calidad inferior que está siendo ofrecido sin control alguno; lo que pone a la población venezolana en gran riesgo. Sin duda, nos encontramos frente a unas condiciones críticas, a las que le falta poco para transformarse en una crisis de proporciones épicas.

Ahora bien, frente a esto ¿Qué podemos hacer los ciudadanos? Pues exigir a las autoridades que se pongan manos a las obra para solventar este problemas. Pero, no solo deberíamos conformarnos con ellos. Sí el gobierno no quiere que entes ajenos hagan contraloría al desempeño de HIDROCAPITAL, entonces el pueblo, amparados en los principios de democracia participativa y protagónica, debería realizar la contraloría social. Observar, preguntar, proponer, denunciar todos lo relacionado con el tema del agua. Al fin y al cabo, el ciudadano es el principal afectado y el más interesado en el mejoramiento de las condiciones del agua en la ciudad.

Nos encontramos en una situación crítica, la cual por la grandeza de Dios no ha pasado a mayores, por eso debemos estar más atentos al problema del agua. Y, ahora que se acerca el Día Mundial de este recurso (22 de Marzo) debemos hacer todo lo posible para visibilizar el problema, además de realizar las propuestas necesarias a fin de conseguir una solución idónea.

Sin duda un mejor mundo es posible, pero debemos poner de nuestra parte, especialmente cuando tenemos una caterva de pillos que no gobierna y, mucho menos no está dispuesta a cooperar o resolver.