Todos tenemos o hemos tenido algún amigo que vive en lo más alto de una impresionante cuesta. Si tenemos que llegar a su casa andando o no encontramos aparcamiento lo bastante cerca, el camino puede convertirse en un auténtico suplicio. Pero por muy duro que sea recorrer la rampa más aterradora que jamás hayas subido, probablemente sea poca cosa comparada con Baldwin Street, en Dunedin (Nueva Zelanda). Según el Libro Guinness de los Récords, se trata de la calle más empinada de nuestro planeta, reseñó el ABC de España.
El blog NZ.com nos habla de esta peculiar vía que asciende por la ladera septentrional de Signal Hill. Mide cerca de 350 metros, pero su inclinación provoca que a un ritmo más o menos normal se tardan alrededor de diez minutos en atravesarla de principio a fin. Aunque por sus características únicas se ha convertido en toda una atracción turística, no son pocos los que han fijado en ella su residencia. En Baldwin Street hay un total de 34 viviendas.
Lo más curioso es que la calle no se diseñó intencionadamente de esta forma. El topógrafo encargado de la tarea no tuvo en cuenta la elevación del terreno; y de hecho, algunas de las vías que propuso para la ciudad de Dunedin murieron como proyectos irrealizables. En esta tuvo que utilizarse hormigón como material principal, a fin de evitar que el alquitrán se deslizase con el calor del verano y también para garantizar el agarre en el frío invierno.
En su punto más empinado, la rampa alcanza un 35% de pendiente. Por cada 2.86 metros que avanzamos en sentido horizontal ascendemos nada menos que un metro. En este vídeo de YouTube puedes ver algunas imágenes espectaculares de Baldwin Street y las casas construidas a lo largo de la cuesta:
Además de ser uno de los grandes atractivos de esta localidad neozelandesa, se trata del lugar donde se celebra la carrera anual conocida como ‘Baldwin Street Gutbuster’. El trazado no puede ser más sencillo: consiste en subir hasta la cima y bajar de nuevo. Varios cientos de personas procedentes de todo el mundo participan en cada edición. Sólo pensarlo resulta agotador, pero no te preocupes. Siempre puedes refrescarte en la fuente que alguien, con excelente criterio, decidió colocar en lo más alto de la calle.