En pleno desarrollo de un golpe de Estado, Nicolás Maduro se reunió con representantes diplomáticos de Arabia Saudita en Miraflores y afirmó que el país “es casi una República árabe”.
“Aspiro tener mejores relaciones de cooperación con todos los pueblo árabes (…) Me declaro árabe, me siento árabe y Venezuela se siente orgullosa de admirar la cultura árabe, su religión y sus creencias”, remarcó tras su intervención en la reunión.
No obstante, y para aumentar su “nivel de admiración” hacia los diplomáticos del Oriente Medio, Nicolás le confirió al Orden Francisco de Miranda al Embajador del Reino de Arabia Saudita en Venezuela, Jamal Ibrahim Nasef.
Pareciera que el Primer Mandatario omitió por completo las evidentes reacciones manifestadas tanto en el país como a nivel internacional tras la sentencia emitida por el TSJ en donde limita las facultades de la Asamblea Nacional y le otorga más “súper-poderes”.