¿Maduro dio un golpe de Estado valiéndose de los secuaces que tiene en el Tribunal Supremo de Justicia o es otra gente dentro del chavismo que se valió de los magistrados para darle un golpe a Maduro? Esa es la confusión que quisiéramos aclarar. Hasta la fecha solo sabemos que la Sala Constitucional en pleno eliminó a la Asamblea Nacional, luego apareció la Fiscal denunciando la ruptura del hilo constitucional. Más tarde, el TSJ reculó y la AN, como tres días después, con base en el artículo 265 de la Constitución pidió la remoción de los magistrados. Pero, el panorama, a la fecha, sigue enrarecido. ¿Reina o no Nicolás I o es el títere de la facción que controla el país? ¿De qué va esta trama?
Coincido con mi apreciado amigo, el abogado Tulio Álvarez, a quien entrevisté el pasado martes. Él asegura que, en apariencia, el régimen de Maduro tiene el control absoluto de todos los poderes y que Nicolás pudo haber armado un teatro, con la Fiscal General de la República incluida, para aparecer luego como el adalid que defiende la democracia en el país. Lo cierto del caso es que, con estas sentencias, lograron captar aún más la atención de los organismos internacionales -y de las naciones que escudriñan a Venezuela- que ven con muy malos ojos la gestión de Maduro.
Según Tulio Álvarez, los términos en que son dictadas las sentencias gritan lo que hay detrás de todo esto: son la prueba irrefutable de que Almagro tiene razón. Además, consolidan el criterio de que todos los poderes están sometidos a los caprichos de Nicolás. Sin embargo, resalta Álvarez que en la sentencia aparece una palabra clave: “ordena”. ¿A quién le ordenan los siete magistrados de la Sala Constitucional? ¡A Nicolás! – ¿Ahora transformado en lacayo? – Y esa palabra, a su juicio, es una irreverencia muy fuerte contra Maduro. Una palabra que, como recordarán, también me hizo ruido cuando leí la sentencia y que resalté en mi artículo de la semana pasada cuando escribí sobre este tema.
Pero, profundiza aún más Tulio cuando explica que la sentencia 155 fue un globo de ensayo que encuentra una réplica en la segunda sentencia y en la que se pone en evidencia cuál es el objetivo: “El régimen de Maduro está acorralado en lo económico y no tiene el dinero que necesita para seguir dando las dádivas que lo mantienen gobernando. Le hace falta el financiamiento internacional para sostener ese sistema; pero, resulta que los que están dispuestos a participar en la creación de empresas mixtas para explotar el arco minero, le ponen a Nicolás una sola condición: las empresas, los organismos y los Estados que le han dicho que sí le darán dinero, lo otorgarán si y solo si los contratos son válidos; y para ello se requiere la aprobación de la Asamblea Nacional”. ¡Trancado el juego!
Lo que nadie pone en duda es que hubo un golpe contra la institucionalidad democrática, y la Fiscal Ortega lo confirmó. El gobierno está en un callejón sin salida. Quizá la Fiscal les descubrió la jugada, aunque, según Álvarez, Luisa Ortega está técnicamente “caída” desde diciembre porque hay una facción del régimen –incluso el propio Maduro- que ha tratado de desalojarla para colocar a alguien más confiable en ese cargo. Luisa Ortega está en una posición muy delicada y está cuidando su cuello. Quizá no le perdonen el hecho de que, con sus declaraciones, haya calentado la calle e incentivado a que la sociedad civil –harta de la situación país-, en aras de restablecer el hilo constitucional, salga a defender la democracia violentada.
Si la Fiscal negocia y no intenta las acciones penales que la decisión de los magistrados amerita, “van por su cabeza” metafóricamente hablando. La van a perdonar un mes; pero, después, los mismos verdugos del TSJ se encargarán de cobrarle y muy probablemente le abran un juicio. Otro aspecto que no podemos dejar de lado es que la AN también debió desconocer, desde su designación a dedo, a los magistrados que hoy ocupan el Tribunal Supremo. Y no lo hicieron.
Maduro le teme a que, de una forma espontánea, comience una protesta de la sociedad civil por las terribles condiciones en las que se encuentra Venezuela y que eso sea canalizado, políticamente, por el liderazgo opositor. El otro temor de Nicolás es que se le “recaliente” el mundo militar, que son el partido de gobierno. Es capcioso que la otra reacción que produjo la actuación de la Fiscal haya sido el silencio absoluto de los militares. Además, con o sin intención, Luisa Ortega reactivó los llamados a la calle de la dirigencia opositora. Entonces, para salir bien parado de esta situación Maduro necesita “abrazarse” con Julio Borges, quien representa la institucionalidad democrática violentada, y hacerse la foto de rigor que calmaría los ánimos internacionales caldeados.
Tampoco podemos dejar a un lado que los diputados legítimamente electos por nosotros, luego del golpe de Estado de la semana pasada, tenían que declararse en Sesión Permanente; no convocar una sesión extraordinaria. Tenían que declarar que los magistrados que ocupan el TSJ no fueron electos por ellos y, por tanto, no son magistrados; y que en virtud de lo que establece la Constitución, por tratar de abolir el régimen republicano, merecen incluso la cárcel. No son momentos de ser blandengues. La Asamblea tiene que actuar con pantalones.
Los diputados ya aprobaron el procedimiento de remoción con la entrega de la solicitud al Consejo Moral. Vuelve a estar la pelota del lado de Julio Borges y la AN. Las sentencias 155 y 156 no fueron más que la gota que rebosó el vaso. Solo espero que en las decisiones prevalezca la intención verdadera de sanear al país y no la de cuidar los cargos.
@mingo_1