Existió hasta hoy, en el seno de la Mesa de la Unidad un Think Tank que se ha encargado durante mucho tiempo de darle forma a la siguiente conseja: “No digamos que esto es una dictadura, porque si lo decimos, hay entonces que actuar en consecuencia”. Es una máxima que parece lógica y muchos políticos de nuevo y viejo cuño se habían sumado a ésta, aunque sea en realidad, una falacia lógica, es decir parece verdad, suena a verdad, pero no es verdad.
No es verdad porque esa conseja pretende imponer la “lógica del miedo”. Decir que esto “es una dictadura, va a conllevar a un derramamiento de sangre” dicen. Si no dialogamos habrá sangre en las calles, si ejercemos presión habrá sangre. Porque para ellos decir que esto es una dictadura, supone agarrar un fusil e irnos a la selva. Y todo lo zanjan con una frase que luce convincente y estupenda: “¿Pero qué quieres tú, que nos matemos?”, el problema está en que quien lo dice es un “político”. La respuesta estimados es no, no queremos que los maten. Lo que queremos es que ejerzan un viejo oficio: “La política”.
Verán. Ninguno de los que gobernó durante los 40 años de democracia utilizó las armas para alcanzar el poder sino el poder de las ideas y de la organización política. Rómulo Betancourt organizó junto con muchos en la clandestinidad el partido AD, es decir no se fueron a la selva, ni a matar gente, sino a organizar el futuro de la política. Pero que nadie se confunda, las huelgas de antaño son equivalentes a los paros, que no buscaban ¨tumbar¨ al dictador sino cohesionar a los empleados en un proyecto político. Los pasquines y panfletos hechos en las imprentas clandestinas llamando a la calle, son hoy nuestras redes sociales, los mítines en las plazas a sabiendas que el dictador arremetería, equivalentes a nuestras marchas de hoy, fueron herramientas escenciales, no para que cayera el dictador, sino para organizar a las masas en torno a un proyecto en común. Los que están en contra de las marchas, los paros y las redes no entienden que su fin es la cohesión, no asaltar las bastillas y que son imprescindibles para el desarrollo político, para que cada individuo que participe, sienta que esta en un proyecto político propio, que es rescatar la democracia. La calle, amigos, es el factor cohesionador y contra la calle, siempre estarán los dictadores.
Por eso llegado el momento Betancourt fue expulsado del país por el dictador en 1948 y regresó cuando el partido que organizó desde el exilio y las Fuerzas Armadas que infiltró con ideas. Los partidos políticos llevaron vida clandestina durante la dictadura, se organizaron e hicieron fuertes a lo largo y ancho del país, la clandestinidad no era para disparar más que ideas que fueron creciendo en el colectivo y fue lo que organizó al pueblo gracias a los panfletos, las huelgas y los mítines y si, las protestas. Por eso Raúl Leoni, Valmore Rodríguez, Gonzalo Barrios, Juan Pablo Pérez Alfonso, el maestro Prieto Figueroa y decenas más de grandes hombres fueron encarcelados y enviados al exilio durante esos mismos diez años, para tratar de frenarlos mientras jóvenes como Alberto Carnevalli, Leonardo Ruiz Pineda, Antonio Pinto Salinas, Octavio Lepage o mi Padre o mis tíos eran perseguidos, torturados o asesinados, sin que del otro lado cayera un solo muerto, porque lo que interesaba era crear un monstruo político gigantesco llamado Acción Democrática, que nació y el pueblo que organizo gracias a los panfletos, las huelgas y los mitines y si, las protestas lograron sacar al dictador del poder de las calles. Rafael Caldera, junto con muchos socialcristianos optaron por hacer una oposición mas suave pero oposición al fin hasta que el dictador se hartó, lo encarceló y lo envío al exilio. Porque el dictador no es agradecido con quienes callan, a éstos siempre les llega su hora y esto lo digo porque a lo largo de estos 18 años, muchos políticos se han callado.
A mas de 7 mil kilómetros de Venezuela, otro país con su dictador enfrentaba exactamente el mismo modelo. Otro comité de jerarcas políticos encabezado por Rodolfo Llopis en el exilio, se encargaba de pelear contra el dictador en el terreno internacional, mientras organizaba el futuro de España y otro comité interno encabezado por Felipe González se encargaba de crear las condiciones para tomar el poder en el futuro, de otro monstruo político llamado Partido Socialista Obrero Español. Ninguno apeló a la violencia, pero todos hicieron oposición férrea al dictador. Porque la realidad para todos ellos y esto incluye decenas de casos similares en Europa y America, lo que perseguían era tomar el poder, había en ellos una enorme vocación de construir futuro. Mientras los que tomaron el camino de las armas o no lo alcanzaron jamás o fueron tan destructivos como los que trataron de aniquilar.
Lo único que a nadie se le habría ocurrido jamás, es decir. “No digamos que Francisco Franco es un dictador porque nos puede devastar”, “No digamos que Marco Pérez Jiménez lo es, porque entonces tendremos que ser más hombrecitos”. Basta con leer a los columnistas o editoriales de los periódicos de hoy llenos de esos nefastos del “no digamos que es un dictador porque hay que actuar en consecuencia” los mismos que llenaron a los medios de columnas asegurando que el Coronel Pérez Jiménez había sido aclamado en una Constituyente, que era Presidente Constitucional porque su constitución se lo permitía, todos junto al grupo de juristas que pasaron de la democracia, a la dictadura y nuevamente a la democracia, justificando en sentencias las mayores atrocidades.
Mucho menos imagino a Felipe González cuando dio la cara –las sesiones del PSOE eran tras cortinas- diciendo: “Pero ¡que quieres tú! ¿que nos maten?”. Porque el que quiera gobernar, de cara a un dictador, tiene que arriesgarse personalmente a la cárcel, al exilio o a peor suerte. Decir que es un dictador, es sencillamente eso, quitarle la mascara, no conlleva a nada en lo absoluto, sino a organizar la política para que se marche. Es un dictador cuando “dicta” órdenes desde el Olimpo a todos los poderes. Y es que si un Presidente maneja el poder judicial, junto al ejecutivo, si crea un estado militar y policial, elimina todos los vestigios electorales, desconoce al poder legislativo y legisla, aprueba su propio presupuesto usando mecanismos inconstitucionales, entonces este presidente tiene cara de burro, cuerpo de burro, cola de burro, pelos de burro y rebuzna como un dictador. Clamarlo al mundo, es simplemente decir la verdad y no conlleva a ninguna “consecuencia” que ya no estemos viviendo: La persecución política e ideológica, la privación ilegítima de la libertad de inocentes, la presión, la conculcación de derechos, la prohibición de salida del país, el exilio. Y ya es hora de decirlo, alto y claro, los que gritan que nos callemos frente a una dictadura, usando el argumento que usen, sea este técnico, legal o de falso sentido común: Lo lamento, ustedes han tomado partido y están con el dictador.
Las luchas políticas contra las dictaduras requieren decirle al pueblo y al mundo la verdad, no son luchas de columnistas, ni influenciadores, son luchas de los dirigentes que quieren gobernar, la de los líderes que persiguen el poder y la de los partidos políticos que quieren hacer historia. Y hoy ustedes queridos amigos de Voluntad Popular, Primero Justicia, Vente, Causa R, Copei, Acción Democrática, etc. (y disculpe el resto por no mencionarlos debido al espacio) están haciendo historia y yo humildemente les digo, que nunca me había sentido tan orgullosa de los que están plantándole cara al dictador en las calles y de ser venezolana.
Finalmente la Mesa de la Unidad, que debe estar unida, actúo en consecuencia frente nada menos que un golpe de Estado. Por eso es bueno ver quienes se fueron a la calle y quienes actuaron bajo el amparo de toda la comunidad internacional democrática unida. Pero sobre todo hoy, hay que ver quienes son los que no salieron, porque no tienen razón alguna para no haber salido, que no sea que apoyan a este régimen dictatorial, están chantajeados por este régimen dictatorial, o no les molesta la dictadura. Todo político que se agachó en este momento, el que pasó guabineando en este momento histórico de definición, tiene que salir de una buena vez y por todas de la Mesa de la Unidad. La MUD finalmente unida actúo en consecuencia y debe liberarse de la MUD que se quedo en sus casas. Nunca como ahora había sido tan fácil identificar a los falsos demócratas.
Y a mis amigos editores de medios imparciales, le imploro que entiendan una sola verdad. Lo único que está prohibido en la Libertad de Expresión, lo único, es dar cabida a quienes pretendan socavarla. En aras de una libertad de prensa y opinión mal entendida, no se le puede dar cabida al asesino y enterrador de la libertad de prensa y opinión. Por eso todo vocero o supuesto vocero de la unidad, que en este momento en el que la democracia requiere el actuar mas digno, calló su pluma o su voz, salió en defensa del guabineo histórico, atacó a los que salieron a la calle a enfrentar una dictadura cantada por toda la América libre y toda la Europa libre, en un momento en el que no era posible callar, deje de prestarle sus flacos servicios al régimen, en los pocos medios de comunicación opositores. Porque si bien los asesinos de la libertad de expresión están en el régimen, muchos de sus enterradores, están pasando como libertarios. Que se vayan de una buena vez y por todas, a los medios que les corresponde, a los de la dictadura que avalan.
¿Al resto?, a los que dudan de buena fe y con razón por el actuar de ese grupo político que decía que por nuestro bien y amparados por el diálogo ocultaban la capitulación de la democracia y a los que aún no conocen la diferencia entre lo que es la democracia y que es la dictadura, solo les puedo decir una cosa: lo que trajo la libertad a los venezolanos fue este grito de libertad a todo pulmón:
¡VUELVAN CA