El papa Benedicto XVI prometió, tras su renuncia en febrero de 2013, que permanecería “oculto al mundo” y en ese silencio en el que se ha sumido en este tiempo cumplirá mañana 90 años.
EFE
Para no interferir en los ritos del Domingo de Resurrección, Benedicto XVI lo celebrará el lunes de manera discreta con un pequeño homenaje que le ofrecerá un grupo de su región natal, la Baviera alemana.
En la puerta de su residencia, el monasterio Mater Eclessiae, dentro del Vaticano, y ataviados con el traje tradicional, los miembros del grupo interpretarán música típica bávara y le felicitarán el cumpleaños.
Para la ocasión ha viajado su hermano monseñor Georg Ratzinger, que a pesar de sus 93 años no ha querido faltar a ese pequeño homenaje, en el que también estará presente el primer ministro de Baviera, Horst Lorenz Seehofer.
“Todo lo bávaro hace mucho bien al corazón del Papa”, explicó su aún histórico secretario, monseñor Georg Gänswein, ahora prefecto de la Casa Pontifica, quien adelantó que, además de “muchos libros como regalo”, también le han llegado muchas cartas llenas de afecto.
Uno de los primeros en felicitarle fue Francisco, que el pasado miércoles acudió al Mater Eclessiae para el tradicional augurio de Buena Pascua al papa emérito en un nuevo encuentro entre ambos que tuvo “un doble carácter de celebración” pues también aprovechó para desearle un buen cumpleaños.
A Celestino V, quien también renunció en 1294, le confinaron en el castillo de Fumone (en las afueras de Roma) ante el temor que alguien pudiera contactar con él o reconocerle como pontífice.
A Joseph Ratzinger se le dio el título de papa emérito, sigue vistiendo de blanco, vive dentro de los jardines vaticanos y se ha convertido en una referencia para muchos que acuden a consultarle e incluso para su sucesor.
En estos cuatro años, el papa alemán ha roto sólo su silencio en dos libros-entrevistas publicados recientemente: “Servitore di Dio e dell’umanità” (“Servidor de Dios y de la Humanidad”), del italiano Elio Guerriero, y “Ultime conversazioni” (“Últimas conversaciones”), de su biógrafo oficial, el periodista alemán Peter Sewald.
En los dos volúmenes reiteraba de nuevo el cansancio que le llevó a su renuncia, descartaba cualquier tipo de presión en esta decisión y elogiaba al papa Francisco.
Pero cómo en cada efeméride en la que se recuerda la figura de Benedicto XVI, y también en ocasión de su 90 cumpleaños, el tema de la convivencia de los dos papas y las razones de su renuncia vuelven a surgir.
Habla por él su secretario Gänswein, que en estos días en varias entrevistas ha reiterado que “no recibió presión alguna” para renunciar al pontificado ni fue fruto del caso de filtración de sus documentos privados, conocido como Vatileaks, sino que fue solo por no sentirse con las fuerzas necesarias.
“Vive tranquilo sin dejarse provocar” por quienes cada día le comparan con Francisco, que para el pontífice alemán “es un soplo de aire fresco”, aseguró Gänswein en una entrevista al diario “La Repubblica”.
También preocupa la salud del “abuelo en casa”, como le ha definido Francisco, y Gänswein asegura en sus declaraciones que “está lucidísimo, aunque las fuerzas físicas disminuyen”.
Se mueve a veces gracias a un andador para “sentirse más seguro y autónomo”, ya que tiene graves problemas en las piernas, y tampoco puede tocar el piano como antes, “porque las manos no le obedecen a veces”, ha descrito el secretario.
Sigue la actualidad a través de los telediarios de las 8 de la tarde, recibe el “L’Osservatore Romano”, el diario del Vaticano, y el católico “L’Avvenire”, dos periódicos alemanes y la revista de prensa de los medios italianos e internacionales que realiza la Secretaria de Estado.
Pero sobre todo se dedica a la lectura de los escritos de los grandes Padres de la Iglesia y también lee las publicaciones teológicas más recientes.
Ha leído la exhortación de Francisco “Amoris Laetitia” y conoce las críticas de algunos cardenales al texto, pero sobre esto, añade su fiel secretario, Benedicto XVI “guarda silencio”.