La Guardia Nacional Bolivariana, no tiene un ápice del propósito que inspiró al General Eleazar López Contreras, cuando la creó por allá por 1937. Hoy en día es el brazo armado legal de chavismo y cumple un rol represor y sanguinario contra el pueblo que lucha por su libertad. En nada este cuerpo se parece a la Guardia Civil española o a los carabinieri italianos. Más bien actúa de forma semejante a la Seguridad Nacional de Pérez Jiménez; así es el órgano que ha asumido el rol protagónico en las muertes de más de 60 venezolanos y como consecuencia de ello se ha ganado el odio de la sociedad venezolana. No siempre fue así. Durante el golpe de Estado del año 1992, asonada militar liderada por el sabanetero, la GN, con su limitado armamento, dio la cara por la democracia y fue factor decisivo para preservar el orden constitucional.
Verdad es que según la democracia venezolana fue infiltrada por el mal de la corrupción, este componente militar lo fue en mayor medida que el resto de sus pares, dado que sus funciones administrativas de resguardo (aduanas, licores, etc.), las actividades de custodia fronteriza (drogas, inmigración, etc.) y sus labores de control en alcabalas, estimularon que este órgano se descompusiera éticamente mucho más que sus otros hermanos de fuerza, algo que ocurrió porque se propició desde las más altas esferas de comando y que la democracia permitió por omisión. Sin embargo, como vimos, conservó su talante democrático. Pero, como se confirmaría después, cuando una institución pierde sus valores morales, puede ser presa del oportunismo, cae en el facilismo y se desvía de su misión. Al comienzo del gobierno chavista, en un intento de revancha para cobrarle su papel democrático durante los sucesos del 92, se planteó seriamente eliminar a la Guardia Nacional. Diríamos que se salvó por un tris, pero imaginamos que las nuevas autoridades designadas se plantearon ser más papistas que el Papa, para poder asegurar la sobrevivencia del cuerpo. Esta estrategia y una mucho mayor permeabilidad frente a la corrupción (sobre todo a la penetración del narcotráfico) ocurrida en estos 18 años del régimen, nos condujeron hasta aquí, donde la GN defiende ferozmente la dictadura.
Algo significativo es la saña con la que los guardias nacionales reprimen, golpean salvajemente y matan, a los jóvenes que protestan y luchan por la libertad de Venezuela. Esta conducta, que podríamos focalizar personalmente, responde a la inoculación de la ideología chavista en el ADN particular de cada individuo que conforma esta fuerza militar, y en su participación activa en el reparto de los dineros y bienes provenientes de la corrupción, de manera que podemos concluir que esta institución es insalvable para el gobierno democrático que se avecina. Algo en lo que no repara la cúpula militar que dirige a la GNB, pero que debe preocupar a los oficiales jóvenes que ven su futuro comprometido. El rechazo de la sociedad venezolana contra la GNB, es semejante al que sintió en 1958 contra la Seguridad Nacional, entonces muchos esbirros fueron linchados y este funesto organismo desaparecido.
Ya hemos visto en varias ciudades del país protestas frente a cuarteles militares, toma de algunos e intentos de incendio en otros. Esta protesta no va ser detenida debido a que la represión aumente, porque la GNB dispare metras contra los manifestantes, tumbe portones y destroce fachadas, queme carros de particulares, amedrente a los vecinos que protestan, incendie apartamentos, golpee salvajemente a los jóvenes o llene las cárceles de detenidos. Como se ha visto hasta ahora, tal actitud irracional del régimen no ha parado la protesta, ni mucho menos el intento burdo de hacer una constituyente. Es hora de la desobediencia civil y de la protesta. Este gobierno es ilegítimo y espurio sus actos. Que la GNB se haya colocado al nivel de los colectivos, al servicio irreflexivo del régimen para hacer el trabajo sucio, es muy lamentable, pero ha sellado su destino.
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 26 de mayo de 2017