Los testimonios del personal médico y de los familiares de pacientes recluidos en el Hospital Chiquinquirá de Maracaibo son iguales. “Aquí no hay nada, todo lo tenemos que comprar, pero el problema no es ese, porque uno pare los cobres, la cuestión es que no hay medicinas en ninguna parte, por eso se muere la gente”, contó María González, madre de un niño recluido en el centro asistencial hace 15 días. Así lo reseña laverdad.com
Por Mariela Nava
La mujer señala que dentro del recinto “reina la precariedad”. Los médicos, quienes están dispuestos a hablar, pero bajo el anonimato, califican el escenario de “crítico”. El único ascensor que funciona, solo de día porque en la noche no hay personal que lo manipule, es activado con un palo de escoba directo en el suiche de encendido. Solo le sirve la compuerta externa y una interna. Por ahí suben la comida, los pacientes y baja la basura.
Los pasillos y las áreas sensibles se limpian dos veces a la semana con “agua de cloro y jabón industrial”, cuando los protocolos de desinfección en ese tipo de lugares especifican que para descontaminarlas se deben usar los productos químicos específicos para eliminar las bacterias.
Hace dos semanas el laboratorio de emergencia no funciona. Los familiares salen con las muestras médicas de sus parientes y realizan los exámenes en el centro comercial San Felipe, en el corazón del casco central de la ciudad. “Si tenemos suerte, si no lo que tenemos que rodar es vaina hasta que consigamos dónde los hacen”, recalcó Humberto Róbinson, pariente de un enfermo.
Un médico residente del tercer año de Medicina, quien prefirió no identificarse, dijo que “el hospital está en cierre técnico, aunque el director diga lo contrario, porque aquí no hay nada, nosotros venimos a cumplir horario, porque no hay con qué salvar vidas”. Hace más de cinco años que el lugar no hace pruebas en el laboratorio, según el personal. “Si llega por ahí un reactivo de hematología se hace, pero no hay urea, creatinina y bacteriología desde hace más de ocho años. Por ende no hay laboratorio porque no pueden decir que está activo cuando es intermitente”.
No hay
“El hospital está en un cierre técnico. Si no tengo con qué trabajar tengo que cerrarlo, pero sabemos que el Gobierno no va a cerrar ningún hospital. Es más fácil ponerle un candado, pero el que sufre es el paciente, por eso seguimos aquí porque aunque no tengamos nada, siempre existe la posibilidad de que el familiar consiga las cosas que se le piden y se salve una vida”, asegura una doctora con más de 10 años de servicio en el sanatorio, quien prefiere el anonimato por temor a perder la vida, pues asegura que ya la amenazaron.
En emergencia y hospitalización no hay guantes, mascarillas, sondas, jeringas ni medicamentos como: anticonvulsivos, analgésicos, antihipertensivos y antibióticos. Sin embargo, el hospital tiene un stocksolo para estrictas urgencias, según revelaron los residentes, quienes relataron que “cuando hay situaciones como las que se generan en las Torres del Saladillo, aparecen las cosas. Porque lo que traen es muy poco y no alcanza”.
Consuelo González, allegada de un paciente, criticó porque los muertos que salen por la prensa son los de emergencia, los de piso no. “Aquí también se sufre un calvario porque podemos estar hasta un mes en busca de un medicamento y no lo conseguimos, aquí también sale la gente con los pies palante”.
Los especialistas apenas pueden tratar a los recluidos. “Si pasan de la emergencia, aquí los ‘emparapetamos’. Al menos tiene su camita, se le da medicina, cuando hay y así puede esperar hasta 15 días, un mes por el medicamento que requiera. Así damos tiempo a que el pariente busque para comprar las cosas. Ya ellos saben que si no hay algo, lo acomodamos con otro medicamento y así vamos hasta que se salga de alta o lamentablemente, se muera”.
Aunque los médicos aseguran que la tasa de mortalidad es baja, hay alarma por contaminación en todas las áreas, lo que podría elevar las cifras de un momento a otro. En el área de medicina interna hay 32 camas. Las muertes por septicemia se mantienen controladas porque los familiares hacen lo necesario para buscar los antibióticos. “Yo creo que La Chinita nos protege, porque nos toca hacer combinaciones de medicamentos que no lo dice ningún libro, malabares con los antibióticos o lo que sea porque estamos en una medicina de urgencias, tenéis que ver con qué sacáis al paciente”, señaló una enfermera del octavo piso.
Atados de manos
El personal médico no descarta la “buena intención” del director Jhonny Soto, sin embargo, recalcan que “con la voluntad no basta, porque cómo salvas vidas si no tienes con qué hacerlo”.
En la emergencia, un residente del segundo año contó a La Verdad que lo único que llegan son dos tipos de antibióticos de primera generación que no son capaces de combatir el tipo de bacterias que hay dentro del hospital. “Un paciente puede estar de 15 y 20 días hospitalizado por una infección leve, se complica y generalmente fallecen de septicemia por la falta de un buen antibiótico”.
Las personas que están sépticas deben estar en áreas aisladas, como la Unidad de Cuidados Intensivos, pero en el Chiquinquirá el aire acondicionado de esa área no funciona y tiene a los pacientes con las ventanas abiertas. Mientras que el único pabellón activo es solo para casos extremos de emergencia.
El rotativo habló con el personal de la cocina. Ahí también hay deficiencias. Una cocinera que se identificó como Sonia dijo que allí “solo se sirve arepa, pasta y agua de sopa porque no hay proteína. La mayoría de los pacientes se comen lo que lleve el carrito porque no tienen qué comer y el que no, el familiar brinca y salta para llevarle los tres golpes”.
Prioridades
Jhonny Soto, director del Hospital Chiquinquirá, desmintió que el centro médico esté bajo las condiciones de un paro técnico. Dijo que este viernes su despacho recibió “un camión” que envió la Gobernación del estado Zulia con insumos.
Señaló que esos insumos llegan a depósito y los asistentes administrativos se encargan de distribuirlos por piso. “Hay insumos en poca cantidad y esos se distribuyen de acuerdo a las necesidades de los servicios, donde sean más usados, igualmente con los analgésicos y antihipertensivos (…) Sí hay suficiente para atender, lo que pasa es que se ha multiplicado la cantidad de pacientes que llegan a la emergencia”.