El exgobernador de Río de Janeiro Sergio Cabral, identificado con la era de despilfarro que arruinó a ese estado brasileño, fue condenado el martes a 14 años y 2 meses de prisión por el juez Sergio Moro, a cargo de la investigación sobre la corrupción en Petrobras.
Cabral, de 54 años, estaba detenido desde noviembre pasado y fue condenado por corrupción pasiva y blanqueo de dinero por los sobornos recibidos en 2008 de la constructora Andrade Gutierrez por obras en la refinería Comperj, en el norte de Rio.
El exgobernador (2007-2014) es objeto de otros nueve procesos.
“Los actos de corrupción y blanqueo incorporados en esta sentencia se insertan en un contexto de práctica sistemática de infracciones penales cometidas por el exgobernador y sus asociados”, escribió el juez Moro en el acta.
El caso de la Comperj refuerza las sospechas de que Cabral y sus cómplices reclamaban “un porcentaje indebido por todas las obras públicas realizadas en el Estado de Rio de Janeiro”, agregó.
Según los fiscales, el grupo de Cabral imponía la “regla del 5%” de sobornos sobre los costos de las obras.
Varios colaboradores de Cabral fueron condenados igualmente a penas de cárcel, pero su esposa, Adriana Ancelmo, fue absuelta por falta de pruebas.
Las sumas siderales desviadas afectaron las finanzas del estado de Río, que se encuentra al borde de la quiebra.
Una parte de la suma recuperada permitió en marzo pagar los aguinaldos atrasados de casi 150.000 funcionarios jubilados de Río.
Las revelaciones sobre el tren de vida de la familia Cabral las convirtieron en símbolo de la corrupción en Brasil, puesta al descubierto por la operación Lava Jato, sobre la red de sobornos en Petrobras.
Cabral pertenecía al PMBD (centroderecha) del presidente Michel Temer, aliado del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) durante los mandatos de Lula da Silva (2003-10) y el primer mandato de su sucesora Dilma Rousseff.
Según testimonios recogidos por la fiscalía, los Cabral eran clientes asiduos de joyerías y el entonces gobernador pagaba sus compras en efectivo.
Una de sus imágenes más popularizadas data de 2009, en una cena en París con varios colaboradores y empresarios de grandes constructoras, en un festejo con servilletas anudadas en las cabezas.