En mi opinión, la mayoría de las personas estamos seguras, que la fe y la esperanza son virtudes esenciales, que mantienen a las familias unidas en nuestro mundo. Las relaciones se basan en el respeto y la confianza. Las familias, se separan cuando las personas pierden fe unas a otras. Nuestras relaciones pueden ser un vehículo para el crecimiento, un camino para la santidad, y una posibilidad de dar testimonio de “Dios” en medio de nosotros.
Por otro lado, “Jesús” nos dice, que la terquedad nos impide tener sanas relaciones. La terquedad es obstinación, es el empecinamiento en la opinión propia. La gran mayoría de nosotros somos conscientes que hemos sido o somos tercos en algún grado. Pero no es suficiente reconocer este defecto, necesitamos tomar medidas para eliminarlo de nuestra personalidad en el mayor porcentaje que podamos. Cuando la terquedad es irracional y mal encausada, trae consecuencias terribles para la persona y puede que para la familia también.
En el sermón del monte, “Jesús” nos da instrucciones, como el de la doble bofetada, caminar la segunda milla, ceder la camisa, prestar a quien nos pida prestado, etc. En este sermón impresionante, Jesús nos enseña la condescendencia, y nos da las orientaciones precisas de cómo debemos ser sus seguidores. Jesús hace una invitación a “abandonar nuestra propia voluntad y someternos a su guía”.
Muchas veces, nos toca perder por no aceptar que otros tienen razón, o que nosotros deberíamos cambiar de actitud. Incluso, en estos momentos estamos atravesando la peor crisis antropológica, una situación penosa porque no renunciamos a nuestro punto de vista. Es así que podemos llamar también a la terquedad u obstinación, soberbia, y Dios tiene tratos de lejos con los soberbios, Amigo, ¿Cuántas plagas necesita usted para cambiar de actitud?
Escuchamos con horror en los noticieros, la descripción y desenvolvimiento de una visión maniqueísta y de telenovelas con carga de heroísmo, además de actos de terrorismo, violencia y destrucción. Todas estas son acciones del hombre, pero ninguna de estas podemos llamar “acciones humanas”. Con frecuencia nos referimos a estas acciones como “salvajes” o “bestiales”, pues las consideramos más afines a las actuaciones de los animales y no a las de los humanos.
Nosotros, los creyentes en Dios, afirmamos que “Dios nos hizo y somos suyos, somos su pueblo y ovejas que Él apacienta.” Ese Dios que nos creó, nos ha regalado además de la existencia, un don que nos distingue radicalmente de los animales: la libertad.
Dios nos regaló la libertad a sabiendas de que somos lentos en el aprendizaje y de que con ella corremos el riesgo de abusar de ese precioso don. Libertad que se encuentra en peligro por esa terquedad, que hace referencia una gran parte de la población venezolana, hoy en día tenemos liderazgos que no saben qué hacer. Hace unas semanas dicen que este gobierno es una dictadura, luego que es una tiranía. A raíz de la suspensión del referéndum. Todo el esfuerzo se concentra en cómo enfrentar a un gobierno para que suspenda la ANC. Y el gobierno en cómo sobrevivir a su falta de popularidad. ¿Y mientras qué?
La pregunta obligada, en estos días de acción y reflexión, ¿se han logrado los fines, las metas? Prometieron, que en el 2016 iban a cambiar el Gobierno. Permanentemente prometen que van a llegar al poder y no lo hacen. Por lo tanto, la MUD debe replantearse a su propia organización ¿qué va a hacer?
Como lo dirá en su momento “Renaldo Otolina” cito: “Si las cosas siguen por este camino, con una sociedad indolente, no preparada, donde la gente pretende que otros les resuelvan sus asuntos a cambio de que les regalen las cosas. Donde el gobierno se mete en donde se le da la gana, simplemente porque sí sin el respeto a los principios morales y legales.”
“Mientras la gente por interés o miedo no levanta su voz y reacciona, nada somos; Venezuela enfrentará entonces en menos de una generación al inmenso peligro perderse como nación soberana e independiente y ese territorio volverá a ser colonia de alguien o peor aún será repartida entre muchos.”
Recordemos el ejemplo del Señor, su condescendencia y humildad, y procuremos seguir su ejemplo en todo. Pensemos en dos cosas: la terquedad trae terribles consecuencias y, Dios favorece a los que con humildad y sencillez de vida, se someten a su voluntad.
Estoy completamente seguro que viviendo en “santidad” seremos mejores ciudadanos y sabremos elegir liderazgos con coraje. Preguntemos lo siguiente ¿Dónde me está robando la terquedad o la falta de esperanza y fe de oportunidades para crecer espiritualmente?
Gervis Medina
Abogado