En octubre de 2015 publicamos en Estados Unidos, un libro titulado DISPAREN A MATAR. Se trata de un texto de 600 páginas, producto de un trabajo de investigación que desarrollamos durante 2 años con base en documentos que nos fueron suministrados por oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y por estudiantes de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela.
El texto, publicado sólo en amazon.com en virtud de que no encontramos una editorial que se atreviera a publicarlo en Venezuela, se encuentra sustentado en poco más de 600 documentos, la mayoría de los cuales son utilizados desde hace 7 años en la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela para el adoctrinamiento, ideologización y formación del personal que presta servicios en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. También se hace mención, de manera muy somera, a la educación que reciben los estudiantes de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, UNES, donde se forman los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana.
Los documentos que soportan el libro, sirven para afirmar que los militares venezolanos están siendo formados en las aulas de las instituciones educativas pertenecientes a la FANB para disparar primero y preguntar después. Es lo que algunos generales y oficiales revolucionarios y socialistas llaman el nuevo modelo de control militar sobre el orden público, el cual incluye el uso de la fuerza potencialmente mortal para dar de baja a todo aquel que ose oponerse al Socialismo Bolivariano del Siglo XXI.
Las guías de estudio que se entrega a estudiantes de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, la mayoría de las cuales ha sido preparada por personal cubano, autorizan a todo el personal de la FANB para la utilización de armas de fuego potencialmente letales contra quienes se atrevan a protestar contra el gobierno. El uso de la violencia se justifica por el temor que siente la actual administración de que una inestabilidad del gobierno acabe con la revolución socialista y bolivariana y sea aprovechada para propiciar una supuesta invasión apoyada por el gobierno de EEUU.
El adoctrinamiento de los soldados y oficiales que pertenecen a la FANB no es nuevo. El mismo lleva muchos años y comenzó exactamente luego del fallido golpe de estado de 2002. Pero se acrecentó en 2010, con la creación de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela. Desde las aulas de esa institución educativa se promueve un nuevo modelo de control militar sobre el orden público, y se le ha hecho ver a los soldados y oficiales que el uso de medios letales, armas de fuego u otras armas potencialmente mortales, es válido y permitido en el control de manifestaciones públicas.
Los cientos de documentos revisados, aprobados por el Comando Estratégico Operacional de la FANB, demuestran que los militares venezolanos no sólo se han venido preparando para usar armas de fuego contra personas que protestan contra el gobierno. También se preparan para un despliegue territorial cuya excusa es una supuesta agresión de Colombia, seguida de una hipotética invasión de EEUU, lo cual dará pie a una “guerra popular prolongada”.
Los planes de la FANB para reprimir al pueblo que sale a las calles a protestar contra el gobierno de Nicolás Maduro, fueron confirmados por el general de brigada Rodrigo Morales Medina, quien durante una conferencia ofrecida en la Universidad Militar Bolivariana dijo que “si hay un escándalo en la calle, si hay un mitin escandaloso con ataque a una casa, ya eso es reprimible”. El general Medina dijo que “algunas alteraciones del orden público conllevan peligro contra la estabilidad del gobierno o las instituciones públicas”, y por esa razón, “la FANB debe estar preparada para varios supuestos, entre ellos, prevención y represión de motines o alteraciones del orden público; detención de simpatizantes con el enemigo; represión de huelgas de todo tipo; disolución de reuniones prohibidas; control de actividades de elementos sospechosos y destrucción de focos de agitación”.
El modelo educativo que impera en la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, de acuerdo con los documentos examinados, es una mezcla de experiencias que en materia de control de orden público tienen las fuerzas militares de Vietnam, Rusia, China y Cuba. El modelo Disparen a Matar forma parte de lo que han bautizado como el Nuevo Pensamiento Militar Venezolano y el mismo sólo busca dos cosas concretas: politizar a la FANB (vinculándolas al PSUV) y utilizarlas como brazo armado para imponer, por la vía de la fuerza, un modelo de sociedad socialista.
El adoctrinamiento e ideologización que reciben los soldados y oficiales de la FANB, en las aulas de la UMBV y los policías en la UNES, es lo que explica, en cierta forma, el comportamiento agresivo y criminal que han mostrado algunos efectivos militares y policiales contra la población que desde el mes de abril se ha lanzado a las calles a protestar contra el gobierno de Nicolás Maduro. Los militares y policías parecen estar convencidos de que nosotros somos el enemigo y de que pueden hacer lo que se les venga en gana para detenernos: incluso asesinarnos.
Los funcionarios militares y policiales que actúan en las jornadas de represión contra las manifestaciones públicas han mostrado un ensañamiento criminal nunca antes visto en Venezuela. Maltratan, golpean, roban, destrozan todo lo que encuentran a su paso, lanzan bombas lacrimógenas a diestra y siniestra, algunas veces como proyectiles hacia la humanidad de los manifestantes, y cuando creen que nadie los está observando, sacan el arma de reglamento y disparan a matar. Esta, no es la Fuerza Armada Nacional que conocimos antes de 1998. Esta es la nueva Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que ahora es socialista, revolucionaria y, a veces, asesina.
El denominado Plan Zamora pasó a su fase final. Ya no se trata solamente de vejar, golpear, robar, maltratar, asfixiar y usar toda la artillería de bombas lacrimógenas. El uso de armas potencialmente mortales ha sido autorizado. Matar a todo aquel que se considere un enemigo es válido. Golpear a los diputados de la Asamblea es permitido. Empujar al Presidente de la Asamblea Nacional conlleva premios y condecoraciones. Meterse dentro de universidades, centros comerciales, clínicas y casas de familia también se vale.
Para corroborar que estamos en la fase de Disparar a matar, basta observar una investigación llevada a cabo por el portal de noticias argentino Infobae, la cual revela que unas 100 personas han sido asesinadas desde que comenzaron las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro, en abril de 2017. Del total de víctimas mortales, 69 han sido asesinadas por disparos. La balas que acabaron con la vida de estas personas salieron de armas de fuego que estaban en manos de paramilitares, policías y efectivos militares al servicio de la revolución. Se dice fácil pero no lo es: 69% de las personas que han muerto durante las manifestaciones han sido asesinadas con armas de fuego.
La investigación de Infobae sostiene que la ciudad en la que se han registrado mayor cantidad de víctimas es Caracas con 30. Le siguen los estados Carabobo con 14. Lara 11; Miranda 10; Barinas 9; y luego Táchira y Zulia con 7 cada uno. Las cifras de Infobae contrastan con las estadísticas que maneja el Ministerio Público venezolano. Según la Fiscalía, no son 100 los muertos sino 75. Hay 25 fallecidos que, por razones que se desconocen, no entran en los números de la Fiscal Luisa Ortega Díaz.
Entre las 100 víctimas fatales según Infobae, hay 2 efectivos de la GNB y 3 policías. Los restantes 95 muertos son civiles. La investigación tiene otros datos interesantes: 13 de las víctimas fueron asesinadas por efectivos de la GNB; 9 fueron asesinadas por Policías. Otras 9 fueron asesinadas por paramilitares o colectivos. El resto por desconocidos.
La investigación del portal Infobae es muy seria, nadie lo duda, pero pareciera estar incompleta. Esta afirmación la hacemos con base en las cifras que se presentan en algunos estados como Táchira, donde Infobae reconoce sólo 7 víctimas mortales, pero de acuerdo con nuestra propia investigación, sustentada en información hemerográfica y en denuncias publicadas en medios de comunicación de la región, en Táchira se han registrado 9 muertes a raíz de las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro en lo que va de 2017. Parece que Infobae se quedó corta.
En Táchira han muerto Paola Andreína Ramírez Gómez (23) el 19/04/17; Efraín Sierra (27) el 24/04/17; Jackson Enrique Hernández Hernández (16) el 26/04/17; Luis José Alviárez (18) el 15/05/17; Diego Armando Hernández Barón (33) el 15/05/17; José Francisco Guerrero Contreras (15) el 17/05/17; Samuel Jesús Castellanos Mendieta (46) el 17/05/17; Daniel Rodríguez (17) el 19/05/17 y José Gregorio Pérez Pérez (20) el 15/06/17.
Las 9 víctimas mortales del Táchira fueron asesinadas (todas) por disparos con armas de fuego. Castellanos Mendieta fue asesinado por un tiro de FAL (Fusil Automático Liviano) arma de uso exclusivo de la FANB; Hernández Barón fue asesinado por un PNB que le dio un disparo en el tórax; Ramírez Gómez fue asesinada de un disparo efectuado por un comerciante (según la acusación del gobernador Vielma Mora); los 6 restantes fueron asesinados por presuntos paramilitares (colectivos) al servicio de la Revolución.
En la última semana de junio, al menos 9 personas fueron asesinadas en Venezuela durante las jornadas de protestas. Maduro y sus 40 ladrones parecieran estar dispuestos a disparar y matar a todo aquel venezolano que salga a las calles a manifestar su descontento contra este régimen opresor y criminal.
Pero lo vergonzoso no es solamente el hecho de tener a un Presidente dispuesto a matar al pueblo para perpetuarse en el poder. Lo lamentable es contar con militares y policías que disparan y asesinan a civiles inocentes, la mayoría de las veces menores de edad, para intentar salvar a un gobierno que ya está caído, sin ningún respaldo popular y que tiene el rechazo de la comunidad internacional. Esos militares y policías han de saber que ya no existe aquel principio de la llamada “obediencia debida” y que los crímenes de lessa humanidad son personalísimos y no prescriben. Cuando les llegue la hora de responder ante un tribunal, de nada servirá decir que recibían órdenes superiores. La justicia y la historia no los absolverá.
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