Nicolás Maduro y su régimen transformado en guerra civil desde el 1 de abril, ha sido sacudido a partir del 5 de julio como consecuencia de su torpeza personal, inhabilidad política y carencia de liderazgo, a tal extremo que muestran a un Presidente arrinconado y presionado para que entregue el poder y huya. Arrinconado está el gobierno de Nicolás Maduro y eso lo demuestra la solicitud por parte de la Iglesia Católica para que detenga la Asamblea Constituyente, igualmente el recule político al otorgar casa por cárcel a un líder democrático prisionero injusto de la dictadura y, por último, la crítica mundial por el asalto a la Asamblea Nacional el 5 de julio de 2017. Nicolás Maduro está en el despeñadero político como el peor gobernante de Venezuela.
Nicolás Maduro no ha podido darse cuenta todavía, casi como por un acto de imbecilidad, de la fiereza de la oposición democrática que la constituyen hombres y mujeres jóvenes entre los 17 años hasta respetuosos y honorables mujeres y hombres de más de 70 años, que de manera férrea, decidida y valiente piden la reinstalación de la democracia liberal. Su torpeza es tal que baila salta -casi como un mono, un chimpancé- tratando de ocultar el hambre, la miseria, sin darse cuenta de toda la indignación de una sociedad que lucha por la decencia política y la libertad.
Nicolás Maduro y sus grupos de ignaros representantes de la violencia y de la irracionalidad, todavía siguen confundiendo la política con la táctica. Confusión que habla del atraso en la conceptualización del poder como probabilidad en la política, del desconocimiento del momento de interdependencia compleja y del desconocimiento de lo que se denomina el imaginario político del demócrata. Tampoco sabe de una sana economía, y esas graves falencias, constituyen el objeto de la mayor repulsa, rechazo y desprecio del 85% de los venezolanos… a él y a su gobierno.
Nicolás Maduro táctico en la política, expresión del cretinismo y del sin saber, continua atado a lo que se conoce de manera vulgar como el militarismo en la política. Militarismo que se reconoce en Venezuela por dos carteles responsables de la instrumentación de la economía paralela, conectada a las FARC de Colombia. Esos descalificados sujetos armados, ya son perseguidos por tribunales internacionales y constituyen el supuesto motor funcional de Nicolás Maduro y del socialismo a ajuro. He allí la más grande corrupción que conoce la historia, el mayor fracaso en las funciones asignadas y el derrumbe pleno de un supuesto proceso de cambio social, gerenciado por militares que lo que han sabido es armarse de fortunas y de bienes cuyo origen resulta inexplicable.
Nicolás Maduro y sus generales se estrellan, naufragan y son parte determinante de la fractura que se aprecia entre las diferentes facciones de esa amorfa organización (PSUV) que hoy se siente cercada y arrinconada, dispuesta a huir. La inhabilidad de Nicolás Maduro, el empleo de la táctica por confundir la política con lo militar y la corrupción exponencial de los hombres armados que lo acompañan, acercan al régimen de Nicolás Maduro al precipicio del fracaso, a la indignación y demanda de juicios por parte de los demócratas venezolanos.
Nicolás Maduro como táctico en la política ha logrado que el concierto mundial le reclame, reproche y demande una reorientación en el cumplimiento de la Constitución vigente. El imaginario geopolítico de este régimen no ha podido descifrar los reclamos del sistema político internacional, tampoco interpretar a la Iglesia Universal ha terminado por decirle a Maduro que la realización de la Asamblea Constituyente potenciará que la Venezuela democrática entre en rebeldía popular, pero además que al haberse otorgado casa por cárcel de un líder democrático lo que demuestra la fragilidad de la dictadura, que representa de manera notoria la resistencia civil y la Participación Política Contendiente prevista para el 16J.
Arrinconado Nicolás Maduro huye como consecuencia del desprecio que sienten los venezolanos por su persona y gestión, por su comprobada inhabilidad en el ejercicio político y por su demencia al pretender un cambio sobre la sociedad venezolana empleando la vía del militarismo. Su vulgar y despiadada conducta de bailador de salsa frente al hambre y las necesidades del venezolano común, lo dibuja como un payaso en la política. Un payaso que arrinconado con un régimen sentenciado por la ineptidud se ve obligado a huir frente al vigor y la férrea decisión del demócrata venezolano, que será expresado el 16J mediante la Participación Política Contendiente.
Es original,
Dr. José Machillanda
@JMachillandaP
Director de CEPPRO
Caracas, 11/07/2017