Ni en mis peores predicciones se configuraba una situación tan precaria como la que vive Venezuela en los actuales momentos. Lo que comenzó con una intentona golpista que desconoció los principios democráticos de aquel momento, no podía más que degenerar en el autoritarismo que hoy sufrimos los venezolanos a manos de unos individuos que no pueden ser catalogados de otra forma que de gorilas.
Por José Vicente Carrasquero A. / @botellazo
El chavismo siempre mostró poco interés por los principios democráticos. En realidad los redujo solo al voto y por supuesto, siempre que ganaran, bajo los criterios que le resultaran más convenientes y sin empacho alguno en usar los recursos del estado a favor del partido de gobierno.
A principios del siglo XXI, en el prestigioso programa Aló Ciudadano, le comentaba a Leopoldo Castillo y Carlos Acosta, que la clase política que había llegado al poder junto a Chávez me recordaba un capítulo de El Túnel del Tiempo, vieja serie de televisión norteamericana, en el que unos guerreros de Genghis Khan atravesaron el túnel del pasado al presente. Esta metáfora la usé para ilustrar a unos individuos con ideas del pretérito que pretendían imponer la oscuridad sobre la sociedad venezolana.
Lamentablemente, el tiempo no me quitó la razón. Venezuela está en manos de un grupo de personas que se comportan como un ejército de ocupación. Han creado una especie de secta que goza de unos privilegios que ya quisieran para sí los monarcas y miembros de la realeza alrededor del mundo. Por ejemplo, de la denuncia de las colitas de PDVSA pasamos a una flota de aviones dedicada a llevar alrededor del mundo a los jerarcas del régimen. Mientras el común de los venezolanos no tiene acceso a dólares para costearse unas vacaciones en el exterior, estos miembros de la nomenclatura chavista disponen de maletines llenos de dólares para financiar sus aquelarres. Fue público, notorio y comunicacional que un privilegiado ex vicepresidente usó un avión de la flota para ir a hacerle chequeos médicos a su esposa en Brasil.
Los privilegios son muchos. Incluso el de hacerse del comercio internacional de alimentos y medicinas con la finalidad de seguir llenando sus alforjas con el dinero que roban a manos llenas. Como si esto fuese poco, se adueñaron del negocio del narcotráfico para operarlo directamente, sin intermediarios. Esto es lo que explica, por ejemplo, que Walid Makled esté en prisión.
Los gorilas que se hicieron del poder lo fueron convirtiendo en mecanismo para enriquecerse y, por ejemplo, desde el cargo de ministro de la defensa, con un sueldo en dólares paupérrimo, poder mantener a los hijos viviendo en un exclusivo barrio de Madrid con una calidad de vida propia del jet set internacional. Ejemplos como este abundan. Chavista de la nomenclatura que se respeta tiene al menos un tremendo apartamento en el exterior y unas cuentas en moneda dura que siempre se manejan en al menos 7 cifras medias, para los menos favorecidos.
Estos primates vieron en la elección de la Asamblea Nacional de 2015 una amenaza real a todo este aparato de privilegios que habían diseñado sin control alguno desde que llegaron al poder en 1999. Un mandril blandiendo un mazo en su programa de televisión habla del país y de sus recursos como si fuesen de su peculio personal. Este individuo de mentalidad del pleistoceno inferior defiende a capa y mazo la ilegítima elección de una asamblea nacional constituyente que pretende hacerse del país desde una posición vergonzosamente minoritaria. Quiere el individuo de marras hacerse del poder omnipotente que le permita barrer con todo lo que le impide disfrutar de sus privilegios mal habidos y tomarse para si el país como Milo hizo con el planeta de los simios.
Los venezolanos tienen el derecho y deber de frenar la ilegítima pretensión del gorilato de hacerse del país desde una minoría. El país no le pertenece a esta manada de primates que se creen con más derechos que el resto de los venezolanos. Nunca la diferencia entre la oligarquía política y el venezolano de a pie había sido tan grande en Venezuela. Mientras que un joven venezolano tiene que aventurarse en autobús hasta Santiago de Chile, el ministro de relaciones exteriores toma un avión de la flota para ir a visitar a su novia en Washington sin que se le agüe el ojo.
El gorilato no entiende que el país no le pertenece y chantajea a los funcionarios públicos, empleados de empresas del estado y a todo el que dependa del gobierno para su subsistencia para obligarlo a votar en el proceso para la instauración de la constitución cubana. Mensajes de texto, reuniones pequeñas en oficinas y todo tipo de artilugios son usados por los gorilas para imponerle a la gente su voluntad. Es tiempo que el venezolano ponga a estos simios en su sitio.
Si la elección del 30 de Julio se da, será el principio del fin del gorilato. Los venezolanos no están dispuestos a seguir sufriendo los desmanes de una clase política que los trata como esclavos. Que pretende hundirlos en la peor de las miserias para hacerlos depender de los cada vez más exiguos favores que les puedan suministrar.
Es tiempo de barrer a los simios del poder. Es tiempo de establecer una verdadera democracia en Venezuela. Una en la que el pueblo sea escuchado y obedecido. Una democracia en la que el objetivo fundamental sea el bienestar del pueblo. Donde el individuo en el uso de su libertades pueda desarrollarse para darse la calidad de vida que su esfuerzo le procure. Una democracia en la que el Estado esté para socorrer al más desfavorecido y que promueva el crecimiento de todos los venezolanos en paz y prosperidad.
El chavismo ha demostrado en estos dieciocho años no poder conducir Venezuela bajo un sistema democrático y ya es tiempo que deje el poder.
@botellazo / José Vicente Carrasquero A.