Pese a que rumores generalmente sustentados sobre una posible suspensión del fraude Constituyente convocado por Nicolás Maduro, habrían la posibilidad de cierto entendimiento entre el Gobierno y la oposición sobre temas fundamentales del enfrentamiento entre ambos, lo cierto es que el régimen está a punto de lograr su cometido, y para el análisis de la situación que se plantea hay aspectos necesarios de ser tomados en cuenta.
En primer lugar, debe considerarse como hecho cierto que dentro del Gobierno y su partido se impuso la línea dura, representada especialmente por quienes más tienen que perder de imponerse el triunfo de las fuerzas democráticas comprometidas con el cambio. Este sector del oficialismo tiene un protagonista visible, Diosdado Cabello, y quienes lo acompañan en su situación de cuenta pendientes con la justicia gringa.
Siguiendo con el oficialismo, destaca el confuso llamado a “entendimiento” de Nicolás Maduro a la oposición, impregnado de sus respectivas dosis de ruego y de amenaza, que evidencian el desespero del régimen ante la creciente presión interna y externa que soporta. Mientras que, por otra parte, se profundiza la actuación de quienes tienen en sus manos las armas de la nación para emplearlas contra la población; y así vemos como, además de incrementar la represión contra indefensas vecindades de gran parte del país, establecen arbitrarias prohibiciones contra la protesta de un pueblo que ejerce derechos consagrados en la propia Constitución de la República.
Y en cuanto al pretendido control del régimen sobre la voluntad de la población, y dentro de ella el importante sector de los trabajadores de la administración pública nacional, destaca por su oprobiosa forma de “gobernar”, el vil producto del nefasto laboratorio de manipulación representado en su engañoso “carnet de la trampa”; porque ese que llaman “Carnet de la Patria” ha sido concebido por sus creadores y así empleado, como el más abominable instrumento del Gobierno para espiar y dominar los movimientos de cada tarjetahabiente, utilizado como especie de anzuelo cuya carnada son los alimentos que, por su insensato manejo de la política y de la economía de la nación, hicieron desaparecer de los anaqueles.
El control de las personas a través del “carnet de la trampa” incluye la obligatoriedad del voto para la Constituyente, so pena de ser destituidos de sus cargos los empleados públicos, y de la exclusión del sistema Clap a quienes la reciben las fulanas bolsas, en caso de que no aparezcan como votantes en los listados del CNE para la ANC.
Ante todas estas y muchas más marramuncias del régimen, se levanta un pueblo que resiste, con una conducción política democrática que interpreta su clamor y que exige prudencia ante los manipuladores llamados de Maduro a “dialogar” antes de la votación cuando apenas faltaban horas para dar inicio a su ilegal proceso de constituyentista.
Y una cosa está muy clara en este sentido: en estos precisos momentos existe la necesidad de alcanzar acuerdos con el régimen especialmente en función de la transición por la que lucha el inmenso sector democrático del país, cuya mayoría ha quedado demostrada durante las dos más importantes consultas electorales, además de la participación en el escamoteado referéndum presidencial.
Pero para ese entendimiento será imperativo contar, además del liderazgo de la Asamblea Nacional y de la Mesa de la Unidad Democrática, de la representación de los grupos de la sociedad civil y del frente juvenil de resistencia que han ofrendado a estas luchas más de un centenar de vida por el rescate de la Constitución, de la democracia y de las libertades. Pensamos que su participación debe estar garantizada en cualquier proceso de entendimiento entre sus integrantes y más allá, en cualquier mesa, o como se le llame, con el Gobierno.
Por ello, necesario será mantenernos atentos a los subsiguientes llamados de la MUD y evitar caer en confrontación con quienes, aun formando parte de ella, se muevan “por debajo de la mesa”.
@JJMorenoA