No importa la cifra. Hasta es un error atribuirle más de dos millones de votos al régimen. No existió la votación; no existieron los números; no existió el evento. No fue sino un nuevo simulacro con malos actores y algunos necesitados o atemorizados en el reparto. No fue que inflaron las cifras sino que nunca existieron. Por tanto, discutir sobre el número es atribuir validez a registros que están montados no en folios sino en muertos, presos, exiliados, torturados, perseguidos y reprimidos. ¿Cuántos empleados públicos, policías, militares, retirados, estuvieron en la humillación pública del 30 de Julio?
Varios elementos deben ser destacados en eta hora. Uno esencial es que el CNE que cometió este fraude monumental es el mismo que ha cometido otros. Unas veces han podido hacerlo de modo escandaloso, como el pasado domingo cuando el país abrumadoramente mayoritario no participó; otras veces con más discreción porque la participación, vigilancia y organización opositora así lo obligaba. Pero, siempre ha habido fraude en este régimen. Algunos ahora lo descubren.
También es importante destacar que en una democracia, el voto es el instrumento consagrado para el cambio. En una dictadura, el voto es solo instrumento táctico: sirve de acuerdo a las condiciones. Abstenerse de concurrir al fraude del domingo pasado fue conducta correcta que nadie cuestiona; por lo tanto, la abstención de 2005 que el pueblo de Venezuela acompañó en más del 83% puede ser y ha sido debatible en términos políticos, pero no porque en todo evento y circunstancia “siempre se vota”. En una dictadura a veces conviene y a veces no.
También hay que discutir la aserción según la cual “dictadura no sale con votos”. Esto es cierto, en el sentido de que las dictaduras no hacen elecciones limpias y si no pueden consumar el fraude tienen maneras de circunvalar los resultados por la fuerza, al menos hasta un cierto punto. Sin embargo, una votación como la del 16 de julio para ordenar la salida del poder de Maduro o una abstención en la farsa del 30 de julio, son ingredientes poderosos de legitimación de la fuerza opositora. No salen con votos, pero esta contabilidad ayuda.
Por último, está el papel de los militares. Maduro está sostenido por éstos y les ha encargado la represión más brutal. Basta que vuelvan caras y cumplan el mandato del soberano el 16 de julio para que el equilibrio inestable se rompa y triunfe la libertad.
Mientras, rindo homenaje a los caídos, y a Antonio Ledezma y Leopoldo, de nuevo secuestrados.