La MUD esta integrada por partidos y grupos de diferentes ideologías. A pesar de la dificultad que eso conlleva, ha logrado actuar unida en los temas más importantes. La conforman en su mayoría jóvenes políticos algunos de los cuales no llegan ni a los 30 años. Muchachos casi todos profesionales que han dedicado su juventud a enfrentar el monstruo que desgobierna desde hace 18 años. Podrían irse a cualquier parte a vivir una vida muy diferente y sin embargo están aquí dando la pelea con dignidad a pesar de los ataques y el riesgo para sus vidas y su libertad.
Por supuesto, no son los únicos que están en resistencia. Todos los venezolanos demócratas lo estamos. No es justo decir que no hemos logrado nada. Por el contrario, si hoy el régimen esta aislado y debilitado y el mundo entero sabe que en Venezuela hay una casta incapaz y corrupta que viola los derechos humanos, es gracias al esfuerzo, el sacrificio y la perseverancia de millones de venezolanos que han dejado a un lado sus diferencias y luchan codo a codo contra este Estado delincuente con las únicas armas de la democracia y en defensa de la Constitución. Esa es nuestra fortaleza. No somos como Maduro y su clan ni pretendemos serlo. No nos alimentamos de la violencia ni de la muerte.
La política, como bien sabemos todos los venezolanos, no es fácil. Se inventó para que los seres humanos pudieran convivir, para que no se mataran entre sí. El ejemplo más cercano lo tenemos en las organizaciones vecinales y juntas de condominio. Pocos son los vecinos que asisten a las reuniones y menos aún los que aceptan responsabilidades. Son escasos los que quieren pasar interminables horas discutiendo y tratando de llegar a acuerdos, aunque sea por el bien de la convivencia de todos.
Cuando algunos compatriotas, sobre todo los radicales del teclado, atacan a la MUD señalando solo los errores (está conformada por seres humanos y no somos perfectos) y desconociendo los logros (que los tiene), recuerdan mucho a esos hipercríticos vecinos que poco o nada aportan a su comunidad.
No es el momento de claudicar. Por el contrario, ahora más que nunca debemos permanecer unidos en la resistencia y para ello tenemos que usar todas las armas democráticas a nuestro alcance: la protesta, la calle y el voto. Es evidente que el autócrata no quiere que Venezuela vote. Por eso coloca todos los obstáculos posibles, como hemos visto en las últimas horas.
Las protestas y la calle contra la dictadura del hambre y la corrupción deben continuar y al mismo tiempo tenemos que convertir a las regionales en una rebelión electoral, en una rebelión de los votos. La dictadura no quiere una nueva derrota en las urnas, no puede, porque es contrario a sus intereses, facilitar la salida electoral y por eso la bloquea. Las fuerzas del cambio, con más unidad, no podemos hacerle el juego, debemos defender la vía electoral que quiere cerrar.
La protesta y el voto son las únicas armas que tenemos los demócratas y debemos usarlas.