Con el fraude constituyente no solo se está cambiando el Estado Democrático, también se abren las puertas a un nuevo modelo económico basado en la hegemonía del crimen organizado. De hecho, el proceso electoral del 30 de julio de 2017 pudiera ser calificado como un acto criminal, y sería la primera manifestación abierta y publicitada de la plataforma venezolana para el delito trasnacional.
En la economía globalizada e interconectada existe espacio para negociarlo todo, inclusive la disponibilidad que tiene un Estado para ofertar su ciudadanía, soberanía, sistema bancario, espacio aéreo y hasta su Fuerza Armada. Es una especie de franquicia del crimen. Un sistema abierto para realizar los más extraordinarios negocios ilícitos a costos razonables y con bajísimo riesgo.
Que Venezuela se haya convertido en un Estado Criminal (EC) que otorga pasaportes a terroristas y empela su principal industria petrolera para trasportar estupefacientes custodiados por efectivos del Ejército no es una novedad. Desde hace más de una década se acumulan casos en distintos tribunales del mundo sobre la participación directa de funcionarios en escandalosos delitos de corrupción, tráfico de drogas, violación de derechos humanos y apoyo a grupos irregulares; todos bajo la mirada cómplice de un sistema de justicia nacional adaptado para amparar y dejar impune a los responsables.
Ahora, con la transformación de la estructura del Estado que abre esta viciada constituyente, las posibilidades de convertir a Venezuela en una plataforma sofisticada para delito internacional es de tal magnitud, que hasta el negocio petrolero quedaría subordinado a las redes del hampa globalizada. Se trata de una versión con esteroides del EC que haría viable la subsistencia de la burguesía gobernante y aseguraría unos ingresos mínimos para dar de comer malamente a la población, en una economía sin empresas ni empresarios en el más completo atraso y sin posibilidad alguna de desarrollo.
Por su posición geográfica y sus recursos naturales, Venezuela se convertiría en la joya de la corona de la criminalidad mundial. La sede de varias mafias y el hub del tráfico de todo lo ilegal. Seríamos algo así como el Amazon del Dark web. La máxima innovación en delincuencia organizada trasnacional ensamblada sobre la miseria y las ruinas de lo que hace unas pocas décadas fue la mayor promesa del mundo en desarrollo.
Los venezolanos hoy estamos frente al más grande reto de nuestra historia, detener esta locura, revertir el Estado Criminal y comenzar a progresar por los caminos del bien. No entenderlo, postergar decisiones o simplemente distraer el objetivo de desmontar al régimen y su ambición de reescribir la constitución para convertirla en el manual del Estado Mafioso, va a significar a muy corto plazo, el fortalecimiento de la amenaza más importante del contiene desde la crisis de los misiles cubanos hace más de cinco décadas.
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