Después de la aventura que llevó a la oposición venezolana a no participar en las elecciones parlamentarias de 2005, se le regaló al Gobierno la conformación del TSJ y el CNE, el mismo CNE que hoy tenemos. Ese fue un error garrafal que en el fondo escondía la falta de reconocimiento de que Chávez tenía mayoría en el país. Luego comenzó la etapa dura de la reconstrucción del voto como instrumento de cambio y así fuimos con Manuel Rosales a unas elecciones que todos sabían que perderíamos pero que había que concurrir para agrupar a nuestros seguidores. Lo locura llegó a tanto que algunos dijeron que Rosales había ganado las elecciones cuando en realidad obtuvo cerca de 39,0% de los votos y Chávez el 61,0%.
Posteriormente, el presidente Chávez sabiendo el poder que tenía, se lanzó a un referendo para cambiar la Constitución en abril de 2007 e implantar el socialismo y el resultado fue que con el mismo CNE le ganamos ese referendo, por poco pero se lo ganamos, porque teníamos nuestros testigos en todas las mesas de votación. A ello siguieron las elecciones parlamentarias y de gobernadores de estados en cuyas elecciones, voto a voto por primera vez logramos igualar al PSUV, es más, logramos ganarle en Carcas esas elecciones. Aquellos 21,0% se ventaja se habían esfumado. En las elecciones Capriles versus Chávez en 2012, con el precio del petróleo en más de US$ 100,0 por barril, con importaciones de US$ 64.000 millones, Capriles obtuvo la mejor votación de cualquier candidato contra el poder casi ilimitado que tenía Chávez al obtener 46,0% de los votos. Luego, al morir el Hugo Chávez, el CNE apresuradamente convoca las elecciones presidenciales y el resultado fue de fotografía. La invencibilidad electoral del PSUV se había acabado.
En 2015, después de forcejear con un CNE que retardaba las elecciones parlamentarias correspondientes a septiembre 2015, éstas, gracias a la presión que ejercimos, se realizaron el 6 de diciembre de 2015, para lo cual la Unidad Democrática se preparó concienzudamente, al alcanzar acuerdos donde fue posible y primarias para escoger sus candidatos donde no se logró acuerdos. Tuvimos testigos en todas las mesas de votación y el resultado fue que en votos logramos 10,0% más de votos que el PSUV y dos tercios de la Asamblea Nacional. Viéndose perdido, en diciembre de ese mismo 2015, el Gobierno desconoció tres diputados de Amazonas e indígenas y hasta ahora el TSJ no ha decidido sobre ese caso. Así, entramos en 2016 cuando han debido efectuarse las elecciones de gobernadores y el CNE las pospuso para junio de 2017, llegó ese mes y tampoco las hicieron. Antes de manera totalmente ilegal eliminaron el referendo revocatorio y con ellos fueron cerrando el anhelo de cambio que mantiene el pueblo. Entrado en 2017, con una aceptación de menos del 20,0% el Gobierno se tiró la parada de la Constituyente con lo cual la crisis se ha agravado, acentuado esta crisis con desconociendo de la voluntad del pueblo. De esta manera empiezan a poner todo tipo de trabas para que el pueblo se inhiba de votar en las elecciones regionales a realizarse a finales de octubre. Pero el poder del pueblo es único y en la democracia se ejerce mediante el derecho al voto. Y ese pueblo hoy con hambre, languideciendo por falta de medicinas, azotado por el hampa y con sus familias desintegradas por los muchachos que huyen del país, sabrá ejercer su instrumento para el cambio: el voto.