En esta nota no se discute la participación en las elecciones regionales; en otro momento he mostrado mi desacuerdo porque cambia el objetivo al cual ha estado dirigida la energía social acumulada con un descomunal sacrificio de los jóvenes, los únicos “escuderos” de ayer y de siempre. Es posible que haya muchos votos o que haya gran abstención o que el resultado sea heterogéneo al depender de las características regionales, si es que hay elecciones.
No hay duda del gran descontento que ha habido. Ahora hay quienes que han comenzado a cargar, por una parte, en contra de los ciudadanos que están en desacuerdo con las regionales, descontento que por cierto abarca a muchos miembros de los partidos; y, por otra parte, pretenden descalificar a los líderes políticos que han mostrado una posición contraria a esa participación –María Corina Machado y Antonio Ledezma, de los más representativos-, a los que se acusa de estar en la promoción de la abstención.
En cuanto a lo primero, resulta una necedad que se descalifiquen las redes sociales –instrumentos contemporáneos de expresión de la opinión ciudadana- y señalen a sus protagonistas como “radicales” tuiteros, cuando el problema al cual deberían atender los quejicosos es por qué muchos dirigidos no se sienten representados por el cambio de 540 grados (360+180) de los dirigentes y, más aún, por qué no los convencen. ¿O sí?
La segunda excusa es que habría dirigentes que estarían llamando a la abstención y tal actitud estimularía el carácter belicoso de los protestantes. La verdad es que quienes no están de acuerdo con la participación en las regionales no han llamado a la abstención (aunque ésta es posible que se produzca espontáneamente en un grado apreciable). Además, se les señala de no tener más del 1%; sin explicar su preocupación por liderazgos a los que se señala al mismo tiempo de importantes (al ser factores de la protesta en contra de la participación) y de insignificantes (al “no tener más del 1%”).
En algún momento el país, otra vez despojado de ilusiones con o sin elecciones regionales, retomará el objetivo del cambio de régimen ante una situación que promete ser más insoportable de lo que ya es.