Venezuela está en estado de coma, abandonada en un pasillo infame de cualquiera de los hospitales del país sin poder atender ninguna de las urgentes necesidades básicas. Tampoco tiene acceso a las unidades especializadas de cuidados intensivos. En ellas aumenta la esperanza por la presencia de los pocos especialistas que van quedando en el país, aunque también con las conocidas carencias que impiden el ejercicio pleno de sus conocimientos y habilidades prácticas.
Venezuela se niega a morir y no morirá. Los países nunca mueren, pero siempre pueden estar un poco peor. Ese es el caso. La única solución está en revertir hacia lo positivo las negativas tendencias del presente. Apelar a las mejores reservas humanas de la nación es indispensable sin demora y con el coraje necesario para provocar la salida del régimen actual en el menor tiempo posible. Sólo así será viable la recuperación y el retorno a una vida pletórica de libertad, progreso y democracia verdadera. Será imposible mientras los mismos sigan haciendo lo mismo cada vez peor, como viene siendo dicho desde hace miles de años.
A estas alturas pocas cosas me impresionan en materia política o en el análisis del régimen que cuestionamos. Pero debo confesar que fui víctima de un estremecimiento profundo, dañino e indignante, al escuchar los anuncios en materia económica y social de Maduro en la mal llamada constituyente, pocos días antes de emprender su extraño e inconstitucional viaje oficial a Kazajistán con escala en Argel. Hasta donde yo sé, no está autorizado por la Asamblea Nacional, única institución oficial con base de legalidad legítima y constitucional.
Pero, más allá de estas consideraciones circunstanciales, los anuncios fueron increíbles disparates que profundizarán la crisis y agravarán el coma de la República. No hay propósito de enmienda. Tampoco voluntad de rectificación. Al contrario la idea, es ir más a fondo con los disparates de políticas probadamente perversas e ineficaces que han logrado la proeza de colocarnos a la cola del continente americano y en deplorables estados de hambre y miseria con relación al resto del mundo.
Bolívar debe revolcarse en su violada tumba, entre otras cosas, por lo que han hecho con la moneda identificada con su nombre. Desprestigiada y manipulada hasta límites inaceptables. Ahora se ha iniciado una campaña absurda en contra del dólar americano, base del sistema monetario internacional. El dólar nunca ha dejado mal a nadie en ninguna parte, bien sea naciones, personas jurídicas o personas naturales de carne y hueso. No son descabelladas las calificadas voces de quienes hablan sobre la necesidad de iniciar un proceso de dolarización de la economía venezolana.
Podríamos continuar profundizando sobre el tema. Pero lo básico es la libertad plena, personal y empresarial dentro de un marco de seguridad derivado de un orden jurídico sabio y estable.
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