Escribe Matt Levine un interesante artículo “Retail Bankruptcy and Insider Trading (Quiebra minorista y operaciones con información privilegiada) para Bloomberg. En él analiza los casos de Toy ‘R’ Us, Bridgewater, entre otros, y también el caso de Venezuela.
Afirma Levine que una de las ventajas que obtiene Venezuela al evitar el incumplimiento (default) de su deuda externa, incluso cuando se desliza más profundamente en una catástrofe económica, es que recibe un montón de asesoramiento jurídico gratuito sobre cómo debería eventualmente reestructurar esa deuda.
Continúa Levine “Hablamos hace un par de meses sobre un artículo de Lee Buchheit de Cleary Gottlieb Steen & Hamilton y con Mitu Gulati de Duke Law School sobre “Cómo reestructurar la deuda venezolana“, y también está aquí “La reestructuración de Venezuela: un marco realista“, de Mark Walker de Millstein & Co. y Richard Cooper, también de Cleary Gottlieb.
Tal vez algún día alguien presente una propuesta que Venezuela considere agradable, y entonces Venezuela la tomará. Aunque esto es complicado por el hecho de que Walker y Cooper -y prácticamente todos los demás- asuman que el primer paso en cualquier reestructuración posible implicaría reemplazar el actual -gobierno sin ley- de Venezuela por uno “que demuestre un compromiso creíble con las reformas necesarias y pueda tomar obligaciones vinculantes en una reestructuración cuya validez en virtud de las leyes aplicables no esté sujeta a impugnación”.
El marco básico consiste en reestructurar la deuda de Venezuela por adelantado, en lugar de tratar de extenderla y esperar que la economía mejore; asegurar los activos externos de Venezuela transfiriendo las cuentas por cobrar de Petróleos de Venezuela S.A. a un ente más legalmente protegido y negociar un acuerdo de espera con los acreedores que han reclamado los activos de PDVSA en Citgo; implementar una nueva ley local de insolvencia para reestructurar PDVSA o, en su defecto, cambiar la ley de los bonos de PDVSA al derecho inglés y hacer un esquema de arreglos en Inglaterra; y construir algo así como la “solución criónica” de Buchheit y Gulati para hacer una oferta de intercambio y salir del consentimiento para los bonos de Venezuela:
Para ello, proponemos que los tenedores de los bonos de la República intercambien sus bonos por nuevos bonos vinculados al crédito que sean emitidos por un fideicomiso de nueva creación, quizás con la garantía de la propia República, y que los bonos entregados al fideicomiso del acreedor permanezcan. Las condiciones de pago de los bonos vinculados al crédito incluirían, por supuesto, las condiciones de reestructuración acordadas.
La propiedad y el derecho de voto de los acreditados en el fideicomiso de los bonos intercambiados de la República haría más difícil a los acreedores reunir la mayoría de votos requerida bajo estos bonos. Adicionalmente, la inclusión de una cláusula de reparto en los bonos antiguos como parte de la salida al consentimiento, como se sugirió, requeriría que cualquier acreedor retenido lograra recuperar más en sus bonos que el fideicomiso acreedor, a través de un proceso legal o de otra manera, con todos los demás titulares de los bonos de la República pendientes, incluido el propio nuevo fideicomiso, así como otros acreedores.
Nota de redacción: Como ven esto no es un proceso para principiantes. piratas o camaradas, sino para profesionales de las finanzas y del derecho internacional, sobre todo cuando se habla de millardos de dólares que fueron emitidos en mercados que demandan transparencia y seguridad a los miles de ahorristas que con su dinero financiaron a la República.