El presidente de EEUU, Donald Trump, viajó a Puerto Rico por primera vez después de que la isla fuera azotada por el huracán María, para asegurarle a los ciudadanos que su gobierno los apoyará.
Más tarde, trató de borrar las quejas por inacción lanzando rollos de papel higiénico a una multitud, al estilo del baloncesto.
Para rematar, si bien reconoció que “cada muerte es un horror”, minimizó los estragos que dejó María a su paso por la isla del encanto, al compararlos con el huracán Katrina. “Dieciseis personas frente a miles. Usted puede estar muy orgulloso de todo su pueblo -le dijo al gobernador de la isla, Ricardo Rosello- de toda nuestra gente trabajando juntos. Dieciséis versus literalmente miles de personas”.