El alud de acusaciones de abuso sexual contra poderosas figuras del mundo del cine y la política en EE.UU. ha reavivado el escrutinio del expresidente demócrata Bill Clinton, acusado durante años por varias mujeres de diferentes afrentas.
EFE
Tras el reciente escándalo del todopoderoso productor Harvey Weinstein, denunciado por decenas de mujeres por agresión sexual, Hollywood vive inmerso en la polémica ante el goteo de nuevas acusaciones de salpican a actores como Kevin Spacey.
Pero la mancha de ese tipo de alegaciones también ha pringado a políticos como el senador demócrata Al Franken, acusado esta semana por una presentadora de “besarla a la fuerza” sin su consentimiento y agarrarle los pechos mientras dormía en 2006.
Esa acusación llegó en un momento de especial sensibilidad en el Congreso de EE.UU., debido a las denuncias que pesan sobre Roy Moore, un candidato republicano al Senado por Alabama acusado de aprovecharse de varias adolescentes hace unas cuatro décadas.
Por si fuera poco, la representante demócrata por California Jackie Speier reveló este viernes haber sufrido, hace años como joven empleada del Congreso, acoso sexual por parte de un superior en la oficina de un congresista de su partido.
“Este es un problema a nivel nacional y el Congreso no es inmune a eso”, aseveró Speier.
Otra mujer, Juanita Broaddrick, también habló esta semana como víctima de un supuesto abuso sexual y apuntó a Bill Clinton, que gobernó Estados Unidos de 1993 a 2001.
“Siento que la gente está empezando a creer y darse cuenta de que realmente fui asaltada sexualmente por Bill Clinton”, dijo a la cadena Fox Broaddrick, que sostiene desde hace casi dos décadas que el expresidente la violó en 1978 siendo fiscal general de Arkansas.
Bien sabido es que Clinton causó revuelo con el escándalo de su relación extramarital con la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky, que le valió en 1998 un histórico juicio político, si bien fue exonerado.
Pero las dudas sobre su comportamiento sexual fueron más allá del “caso Lewinsky”, tras afrontar la demanda por acoso sexual interpuesta por Paula Jones, exempleada del estado de Arkansas, que se saldó con un acuerdo entre las partes para pagar a la litigante 850.000 dólares a cambio de retirar un recurso de apelación.
Jones acusó a Clinton de convocarla en 1991 en una habitación de un hotel, en la que el entonces gobernador de Arkansas se bajó los pantalones y le pidió sexo oral.
La conducta sexual del expresidente no sólo volvió a salir a la palestra esta semana, sino que impactó en el Partido Demócrata, que le ha venerado hasta la fecha.
La senadora Kirsten Gillibrand, que sucedió a Hillary Clinton en su escaño en el Senado por Nueva York, declaró este jueves al diario The New York Times que la “respuesta apropiada” de Bill Clinton debería haber sido la dimisión por su aventura con Monica Lewinsky.
El inesperado reproche de Gillibrand, que suena como posible candidata presidencial para las elecciones de 2020, provocó el enojo de Philippe Reines, exasesor de Hillary Clinton.
“Durante veinte años, aceptaste los apoyos de los Clinton, dinero y escaño. Hipócrita. Interesante estrategia para las primarias de 2020. Mucha suerte”, escribió Reines en su cuenta de Twitter.
La propia Hillary Clinton fue preguntada este viernes en una entrevista radiofónica sobre los comentarios de Gillibrand acerca de su marido: “No sé exactamente que está intentando decir”, se limitó a responder la ex primera dama.
La candidata presidencial demócrata en 2016 defendió durante la campaña electoral a las “supervivientes de asalto sexual”, aunque sus detractores le afean que actuó siempre como escudo de su esposo.
En la entrevista, Clinton sí se explayó sobre la polémica de Al Franken, de quien valoró que se disculpara y acatara una “rendición de cuentas”.
“Yo -espetó- no escucho eso de Roy Moore o Donald Trump. Mire el contraste entre Al Franken, aceptando responsabilidad, disculpándose; y Roy Moore y Donald Trump, que no han hecho nada de eso”.
Sin mencionar esas palabras, el presidente de EE.UU., el republicano Donald Trump, atacó hoy a su antigua rival al calificarla como la “peor perdedora de todos los tiempos”.
En la campaña electoral de 2016, varias mujeres acusaron de abuso sexual al magnate neoyorquino, quien rechazó esas alegaciones.
En un vídeo de 2005 destapado en plena campaña, Trump se jactaba, en tono muy vulgar, de que su fama le permitía abusar de las mujeres, una revelación que suscitó una avalancha de críticas.
El magnate contraatacó aireando los trapos sucios de Bill Clinton, a quien describió como “un depredador sexual” y “el mayor abusador que jamás se sentó en el Despacho Oval”.
Al final, ni el vídeo ni la vituperación de Clinton impidieron su inesperado triunfo en las elecciones del 8 de noviembre de 2016.