PDVSA fue considerada como la segunda corporación petrolera del mundo hasta que el finado presidente Chávez fue progresivamente cambiando su meritocracia por un clientelismo político partidista. Se fueron nombrando presidentes y directivos con escasa o nula experiencia y conocimientos en el área petrolera, tanto en operaciones como en gerencia. Así comienza la debacle de nuestra industria petrolera. Todo fue fríamente calculado. El objetivo era destruir la meritocracia para apoderarse directamente de la renta petrolera que le permitiera al gobierno financiar su proyecto de socialismo del siglo XXI, más allá de Venezuela. A este respecto se destaca la transferencia directa de PDVSA de dólares de las reservas internacionales a los fondos parafiscales FONDEN y BANDES por una cantidad de más de 100.000 millones de dólares. Por ley la corporación solamente podía dejar para si los dólares que requiere para sus operaciones en el exterior e importación de insumos para la industria, el resto, la mayor proporción, debe venderse al BCV para formar parte de las reservas internacionales.
Se nombraron presidentes como Ciavaldini con escasa preparación para tan importante posición, duró poco en el cargo. En la presidencia de Alí Rodríguez Araque se inicia el desmontaje meritocrático. Basta recordar el despido por televisión de 7 gerentes medios de PDVSA, utilizando un pito y avalado por quienes presidían la corporación. Posteriormente fueron despedidos más de 20.000 trabajadores, profesionales que en promedio representan un Know-how superior a 200.000 años de experiencia y conocimientos en el área petrolera. La debacle financiera de PDVSA se da con la transferencia directa de divisas al gobierno, la desbordada corrupción de Rafael Ramírez y su cambo de familiares, amigos del gente del oficialismo. Asimismo es de anotar las irregularidades de la intromisión de PDVSA en acciones distintas al negocio petrolero, el sobre precio en contrataciones y compras que no se realizaron. Se agrega la desproporcionada deuda que hoy la tiene en las puertas del default.
Efectivamente fue alcanzado el propósito de destruir la meritocracia e instaurar mecanismos mediocres de selección, clasificación y ascenso del personal, prevaleciendo criterios políticos ante los meritocráticos. De esta manera fue disminuyendo la eficiencia y la eficacia de la principal empresa del país generadora de más del 90% de las divisas que ingresan al país. Es sottovoce desde entonces el progresivo deterioro de PDVSA que puede sintetizarse en disminución de la producción, aumento de frecuencia de accidentes graves con daños humanos y materiales, plantas de refinerías paradas, yacimientos dañados, importación de petróleo liviano y gasolina, etc. La OPEP ha venido reclamando a PDVSA el incumplimiento de su cuota de producción, poniendo al descubierto que dan a la organización cifras de producción por encima de las reales. Hoy estamos produciendo menos de 2 millones de barriles, después de producir más de tres millones diario hace 15 años atrás. La causa de la reducción de las divisas petroleras, es no solo por la caída de los precios, lo es también por la caída de la producción a causa del mal manejo de la empresa.
Otro aspecto importante es el desmedido endeudamiento externo de la corporación con proveedores y tenedores de bonos, el compromiso de pago a China con petróleo en unos 600.000 barriles diario durante veinte años. El leonino convenio con Cuba de largo plazo con una tasa de interés anual del 1%. El gobierno dice que Cuba paga con servicios como salud, lo cual es falso, porque esos servicios son pagados aparte por Venezuela tanto en salarios como la estadía de los galenos cubanos y la compra de medicinas e insumos médicos. El déficit del flujo de caja de PDVSA lo viene financiando el BCV con dinero inorgánico (inflacionario). Prácticamente PDVSA entró en un default al no poder cumplir con los pagos a los tenedores de bonos, lo cual complica lograr un refinanciamiento. La Deuda total de PDVSA a proveedores , bonos a tenedores, laboral y a transnacionales que operan en la Faja del Orinoco, es superior a los 100.000 millones de dólares.
El gobierno nacional está consciente de que el deterioro de PDVSA es un proceso que lleva 15 años desde el año 2001. Indudablemente que Rafael Ramírez Carreño en los 10 años que tuvo manejando la corporación, la llevó al desastre de hoy ( mediocridad gerencial, corrupción y nepotismo está a la orden del día El gobierno desde el difunto Chávez hasta el actual período del Sr. Maduro, destruyeron la meritocracia y ahora es cuando vienen a actuar, cuando los desmanes son conocidos desde hace más de una década. Fue política de Estado proteger las bandas corruptas que hoy se disputan el poder en la corporación. Como dice el adagio popular: Piaste tarde pajarito. En todo caso cabe también el adagio de que más vale tarde que nunca. De actuarse a tiempo, nos hubiéramos ahorrado mucho dinero que ha costado a la nación la casi destrucción de PDVSA, está al borde de la quiebra para decir lo menos.
Muy tarde se está actuando, después de llevar a la corporación a tan grave deterioro hasta el punto es que es poco viable su recuperación. Se requiere una inversión de corto, mediano y largo plazo superior a 50.000 millones de dólares para recuperar y aumentar potencial de producción, mantenimiento de pozos e instalaciones. Inversión que la corporación ni Venezuela está en capacidad de realizar, hay que llamar a las transnacionales, que tampoco van a venir si no cambian las condiciones económicas y políticas en Venezuela. Es demandante un clima de confianza, estabilidad económica y el rescate de la democracia y la credibilidad institucional para hacer posible una reactivación de las fuerzas productivas del país con apoyo de la inversión privada, nacional y extranjera. Sin inversión reproductiva del capital no hay crecimiento y desarrollo. Para que haya inversión privada que tanto necesitamos, es indispensable un cambio radical en las políticas públicas que desistan de este desastroso socialismo del siglo XXI que nos ha llevado a la más profunda crisis económico- social y ética. Amanecerá y veremos.