Sin previa cita me rehúso, por @joseluismonroy

Sin previa cita me rehúso, por @joseluismonroy

Frente a la fuerza de la decepción, no hay más remedio que recuperar el aliento.

Hola que tal mi gente,  Ni el fuego destructor ni el fuego de la ira ayudarán a reconstruir el tejido social de nuestra Venezuela.

Me rehúso a pensar que ese cuadro espantoso que se ha dibujado en las últimas semanas sea el del país en el que vivo.

Cada nueva revelación de lo que aquí ocurre, hace nuestra capacidad de asombro, más que de análisis. Imposible la frialdad o la distancia. Quizá en otro momento haya espacio para la reflexión reposada, para el pensamiento desapasionado, para la mesura que se le exige a quien trata de explicar la realidad a los lectores como si el alma fuera insensible frente al desgarramiento de mi tierra, de mi gente. Esta vez quiero dejar el manifiesto de mi desazón.

No podemos permitir que las familias sigan sufriendo cada minuto la angustia y la incertidumbre de no saber que comerán hoy sus hijos, jóvenes víctimas de una delincuencia que parecen  ser parte de una política de estado.

No deseo un país en el que nos acostumbremos a que aparezcan fosas de cadáveres por doquier, con muertos que también debieron ser considerados en algún momento como desaparecidos y de los que nadie pregunta, como si a nadie importaran, sólo a sus familias que los buscan muchas veces en silencio por el miedo a correr con la misma suerte.

Sus existencias no tendrían por qué ser menos relevantes que otras. Sus vidas truncas también merecen que se haga justicia.

No quiero siquiera imaginar cuántos depósitos clandestinos de muertos haya ocultos por la hierba de la impunidad, del olvido, del desprecio por la vida.

Rechazo definitivamente el fuego destructor. Aquel que terminó con las ilusiones de las personas que se fueron y se están yendo porque aquí se termino todo, sienten que este país bajó la Santamaría, así como la están bajando los negocios intervenidos por  el gobierno, aquí ya nadie querrá invertir un bolívar, que por cierto cada día mas devaluado.

Decepciona también que, en medio de este marasmo, los políticos tampoco atinen siquiera a dar la cara y asumir su responsabilidad. Cada vez que el país está en esta incertidumbre los que supuestamente representaban a la gente en el parlamento nacional, se van a negociar con el gobierno, y todo queda en nada, ya pasó con aquella famosa marcha del 1 de septiembre y en otras oportunidades más, como por ejemplo después del descalabro del 15 de octubre, que todavía no le han explicado a la gente que les paso ese día, es más fácil irse a cuadrar no se sabe qué cosa con el régimen y dejar a la gente colgada de la brocha, de la señora María Corina Machado no le perdono su ambigüedad, ella nunca termina de definirse.

En la reconstrucción de ese lugar común llamado “tejido social”, un concepto del que se abusa en el discurso pero que nunca como antes ilustra el desgarramiento profundo de una sociedad a la que acontecimientos así le cancelan la esperanza.

Frente a la fuerza de la decepción, no hay más remedio que recuperar el aliento. Continuar la búsqueda de los jóvenes que crean en su propio liderazgo y no en políticos que no le ayudaran a nada, olvídense del mesías, dejen de pensar en Lorenzo Mendoza, la puerta está cerrada y solo se abre desde afuera, llegado el momento habrá que rastrear a los culpables y hacer que paguen ante la ley, devolverle sentido a una entidad federativa cuya realidad nos despierta de escenarios idílicos de progreso que no hemos alcanzado, y ofrecerle un futuro a una juventud atrapada entre la delincuencia y la falta de oportunidades, son reclamos ineludibles, no cantaletas ociosas ni proclamas de tarimas. No importa cuántas veces haya que repetirlas. No hay cansancio que valga cuando de lo que se trata es de garantizarnos un futuro. Uno que valga la pena.

Don Winston Churchill decía: Soy optimista, no parece muy útil ser otra cosa.

#ElLIDEReresTU

@joseluismonroy

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