Diariamente los titulares protagónicos, en los medios venezolanos que han sabido sortear la censura, son cada vez más tristes. Por un lado están las noticias económicas que describen, con palabras más complicadas de lo que deberían, la trágica realidad de nuestro país, y por supuesto, también nos recuerdan el enorme esfuerzo que tendremos que hacer para recuperar a Venezuela una vez que conquistemos la libertad. Y por otro lado, se encuentran las noticias, cada vez más comunes, de niños muriendo por desnutrición, falta de medicinas, o por cualquiera de las consecuencias generadas por la imposición del sistema económico que ha devenido en una profunda crisis económica, moral, social y hasta cultural. Ante ésta realidad, sería lógico que nos encontráramos con una oposición unida para derrocar, al sistema caracterizado por todos como Dictadura, y conquistar una nueva etapa de libertades para Venezuela. Sin embargo, la realidad supera nuestra capacidad de asombro, por lo que nos acostumbramos a soportar las discusiones entre los sectores opositores que dicen mucho, critican vehementemente, pero no hacen absolutamente nada y los sectores opositores que si hacen, se van a dialogar en nombre de la unidad, pero no dicen nada, no nos informan y ni siquiera nos consultan.
Este dramático contexto, se complica a partir de la imposición de la desesperanza en la figura del voto, primero con la convocatoria electoral a una Asamblea Nacional Constituyente y luego con unas Elecciones Regionales en las que el gobierno construyó una mayoría artificial. Sin embargo, para llegar a este punto, fue necesario que el gobierno señalará el fraude electoral, dejando al desnudo su talante dictatorial. Y seamos honestos, si la oposición (MUD) no hubiese malbaratado la victoria en la Asamblea Nacional, esta estrategia gubernamental no hubiese prosperado. Ahora, ese mismo sector de la oposición guarda silencio, evita orientar a la población, no informa oportunamente y nos deja acéfalos de los liderazgos naturales, en un proceso electoral que al igual que las elecciones regionales o que la elección a la Asamblea Nacional Constituyente, perdieron toda la legitimidad.
Pero estas palabras no están dirigidas a los líderes de la oposición o a los personeros del gobierno. Estas palabras son para todos aquellos que perdieron la esperanza en el sistema electoral y que por consiguiente no desean votar en las elecciones municipales. Todos sabemos que las elecciones municipales son antidemocráticas: Las autoridades electorales ya no son legítimas, el proceso electoral es poco transparente y el impacto de su resultado, en un estado centralizado por una cúpula, queda minimizado ante la amenaza de imposición del Estado Comunal, del cual, sólo los eruditos constituyentistas conocen su significado, incluso, si señalamos que los principales partidos opositores prefirieron ir a dialogar con el gobierno a participar en la contienda electoral, nos surgen dudas válidas. ¿Para qué debemos ir a votar? ¿Por qué debemos escoger entre malos candidatos? Si, decidamos lo que decidamos, el gobierno va a imponer su resultado, con o sin actas electorales.
Pero, si no vamos a votar, le estaríamos permitiendo al gobierno que diga que si fuimos, tal como ocurrió en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente, recordemos que en Venezuela no tenemos un mecanismo para corroborar nuestra participación en los procesos electorales. Es decir, VOTA, así te toque votar NULO, pero ocupa tu reglón para que el gobierno no vote por ti, es allí donde se encuentra el principal fraude al sistema electoral.
También, debes considerar que el voto es un derecho civil y los derechos civiles son irrenunciables, se ejercen, incluso para estar en contra. No votar es el análogo a renunciar a los derechos humanos propios, o peor aún, es como cederle los derechos para que el gobierno, el mismo al que caracterizamos como dictadura, nos los administre. Este contrasentido, que muchos consideran válido, se sembró en nuestra conciencia colectiva aprovechando una profunda falta de cultura democrática: Abstenerse no significa estar en contra de las elecciones o deslegitimar el proceso, la abstención, representa la incapacidad propia de elegir, permitiendo que los otros electores, esos que si participan, tomen la decisión por nosotros. Y sin embargo, esa no es la intención de la mayoría de los abstencionistas, ellos están en contra del proceso, intentan decir que en dictadura no se puede elegir, pero, considera que eso es precisamente lo que quiere lograr el gobierno.
Abstenerse de ir a votar, no es una forma de lucha, es no hacer nada por recuperar la democracia, porque el mismo líder que desmotiva tu voto, no procura una organización unitaria, no construye acciones de protesta, no lucha, más allá de la promoción de un discurso en el que resalta su nombre y su número de seguidores en una red social ¿Qué te plantean durante el evento electoral? Ver televisión, ir a la playa, hacer mercado, es todo, menos lo que importa, que puedas alzar tu voz.
Piénsalo, ¿Quieres protestar en contra del proceso electoral? en vez de abstenerte de ir a votar, realiza un voto nulo consciente, permite que se bloqueé la máquina donde votas, incluso, si tienes más valor, levanta tu voz mientras esperas que se bloqueé la máquina explicando los motivos por los que anulas tu voto. Promueve el voto nulo consciente. Organízate, lucha, presiona a los líderes políticos, promueve la unidad de acción, conviértete en un líder, transforma la crítica en acción, orienta el sentido de tus acciones. Pero, ante la desesperanza, ante la falta de organización, en los momentos más oscuros de nuestra historia republicana, en el exilio o en el anonimato, nunca, nunca, NUNCA DEJES DE LUCHAR.