Entre diciembre de 2016 e igual mes de 2017, el valor comercial promedio de una hallaca, se disparó al subir de bolívares tres mil a cien mil bolívares. Asombrosamente este valor coincide con la evolución que ha tenido el costo del dólar paralelo en igual espacio de tiempo. El valor comercial de la hallaca ha aumentado debido a la escasez de sus ingredientes en esta época del año, igual sucede con el dólar: la inestabilidad política y económica de nuestro país, hace que la demanda de esta divisa supere la oferta.
El Cendas en su boletín correspondiente al mes de noviembre de este año, señala a los rubros correspondientes a los ingredientes de las hallacas con aumentos significativos entre noviembre de 2016 y noviembre de 2017. Estos aumentos están entre 531% a 1.600%, pero dentro del proceso de hiperinflación a que nos ha sometido el régimen, estos rubros deben haber aumentado por lo menos un cincuenta por ciento más entre noviembre y los días que han transcurrido de este mes. Es el caso de la cebolla que en la primera quincena de este mes costaba setenta mil bolívares el kilo y al día de hoy cuesta más de cien mil el kilogramo.
El valor comercial de la hallaca es un fiel reflejo de lo que sucede en nuestro país: Un aumento desmedido de los ingredientes nacionales e importados y el costo de su elaboración que aumenta dependiendo de la acelerada devaluación de nuestra moneda. El aumento del dólar paralelo se debe a la demanda forzada por la caída estrepitosa del valor de nuestra moneda.
El alto costo de la carne está motivado por la disminución del rebaño vacuno, el cual representa solo un tercio de la existencia para un normal abastecimiento. Igual sucede con las granjas porcinas y avícolas que se han reducido a un 25% de su capacidad productiva.
El elevado precio de la harina de maíz en el mercado informal, tiene su justificación en la escasez generada por la caída de la producción. En 2016 la producción de maíz blanco fue de un treinta por ciento de la demanda para la elaboración de la harina y solo alcanzó para cuatro meses de producción, la materia prima restante no fue cubierta en su totalidad debido a la imposibilidad de divisas para importarla.
La producción de hortalizas, entre ellas la cebolla, el pimentón, cebollín y el ajo, se redujo en un cinco por ciento en la región andina y a un diez por ciento en el eje Guárico-sur de Aragua. Debido a la disminución de la producción y de la productividad, a pesar de la caída del consumo, la poca oferta ha generado un descomunal aumento de los precios en estos rubros de difícil importación.
Tanto en el sector de la producción de cárnicos como de los rubros vegetales, la disminución de la capacidad productiva se debe al acoso del régimen en contra de los productores de alimentos. El gobierno ha generado un clima de inseguridad jurídica mediante el irrespeto a la propiedad privada y a través de los controles a los precios y a la comercialización.
La producción también se ha contraído debido a la monopolización por parte del régimen del agrocomercio, creando escasez de agroquímicos, semillas, fertilizantes, medicinas veterinarias, repuestos y maquinarias. El monopolio oficial en la producción de lubricantes y combustibles también afecta el abastecimiento de alimentos, ya que impide el normal desarrollo de las prácticas agrícolas y del transporte de insumos, materia prima y de alimentos de consumo directo.
Hemos venido señalando que solo mediante un cambio de gobierno, podemos tener una Política de Estado que garantice la seguridad jurídica y la seguridad ciudadana a los productores de alimentos. Una Política de Estado que estimule un Plan Agroalimentario para el Pleno Abastecimiento de alimentos, que sin posiciones autárticas privilegie la producción nacional. En este escenario no tendremos sobresaltos cuando apliquemos la práctica empírica de calcular el valor del dólar libre bajo el “método” de hallaca today.