El Papa Francisco llegó el lunes a Chile para una visita de cuatro días, donde lo esperan miles de fieles católicos pero también grupos indignados por abusos sexuales de sacerdotes, junto con indígenas e inmigrantes que exigen un trato más justo, reseña Reuters.
El primer Papa latinoamericano fue recibido por la presidenta socialista Michelle Bachelet y la Conferencia Episcopal chilena, aunque no hubo discursos en el aeropuerto.
¡Bienvenido a Chile, Papa Francisco! Lo recibe un país que ha cambiado desde la visita de Juan Pablo II (1987). Somos una sociedad más justa, libre y tolerante, pero con desigualdades”, escribió más tarde Bachelet en su cuenta de Twitter.
Francisco, quien vivió cerca de un año en Chile durante su juventud, había admitido durante el vuelo a Santiago que tiene una cercanía con el país en el que permanecerá hasta el jueves para luego continuar su gira a Perú.
El Papa también aprovechó un encuentro con los periodistas que lo acompañaron en el avión para manifestar su preocupación por el peligro que enfrenta el mundo de una guerra nuclear.
“Creo que estamos al borde. Realmente tengo miedo de algo así. Solamente se necesita un accidente para precipitar las cosas”, dijo Francisco en el viaje de Roma a Santiago.
Una vez en la capital chilena, el Papa subió en el asiento del copiloto de un sedán híbrido, como el resto de los autos que formaban su convoy, en una demostración de cuidado al medioambiente, un tema al que le ha dedicado una encíclica.
Luego Jorge Bergoglio, nombre secular del Papa, se trasladó rápidamente a una sencilla parroquia para rezar en la tumba de un sacerdote que defendió los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Antes de ingresar a la Nunciatura, donde pernoctará, Francisco estrechó las manos de muchos fieles que lo esperaban para darle obsequios y pedirle la bendición.
DOS CHILE DISTINTOS
Esta es la segunda visita de un Papa al país. Juan Pablo II visitó la nación sudamericana en 1987, en las postrimerías de la dictadura de Augusto Pinochet, con un clima marcado por las violaciones a los derechos humanos y la profunda pobreza de millones de chilenos.
Chile recuperó la democracia tres años después de la visita de Juan Pablo II y se transformó durante las décadas siguientes en una de las economías más sólidas de América Latina, aunque con ciudadanos más distanciados de la Iglesia Católica y con mayores demandas de equidad e inclusión.
La visita de Francisco ocurre mientras Chile intenta avanzar en temas como el matrimonio igualitario, mayor igualdad para las mujeres, respeto a la identidad de genero e inmigración, a través de iniciativas impulsadas por Bachelet que podrían quedar inconclusas una vez que finalice su mandato en marzo.
El líder de la Iglesia Católica y la gobernante tendrán un encuentro oficial la mañana del martes con una agenda abierta.
“Esta es una visita que se realiza de una manera muy estratégica en términos de aprovechar el fin de un gobierno y dejar muy asentado su mensaje dentro de la agenda pública en momentos que se apresta a asumir un nuevo gobierno”, dijo Guillermo Holzmann, analista político y profesor universitario.
GESTOS Y PROTESTAS
El gobierno descartó que el Papa Francisco corra algún riesgo durante su visita a Chile, luego de los inusuales ataques incendiarios que afectaron a una serie de iglesias católicas en la capital el viernes.
Después del arribo del líder católico, pequeños grupos se manifestaron contra su presencia y protestaron por los cerca de 17 millones de dólares en gastos de seguridad, logística y organización que costará su visita.
“Nos da lo mismo la visita del Papa. Chile va a seguir igual. La pobreza no se va a acabar, la violencia continuará y las personas van a seguir muriendo por una salud indigna”, dijo a periodistas la dirigente Camila Ubeda.
La policía detuvo a cinco jóvenes manifestantes.
Según la última encuesta de la consultora Latinobarómetro, Chile es el país de América Latina con la peor valoración del Sumo Pontífice, además de manifestar una alta desconfianza en la Iglesia Católica.