El Papa Francisco, en un acto de autocrítica extremadamente inusual, pidió perdón en su viaje de regreso a Roma a las víctimas que han sufrido abuso sexual de sacerdotes, reconociendo que había “herido a muchos” con comentarios en los que defendió a un obispo chileno que está bajo escrutinio.
Si bien el Papa lamentó su elección de palabras y el tono irritado que usó cuando respondió a la pregunta de una periodista el jueves pasado en Chile, también dijo que estaba seguro de que el prelado en cuestión, Juan Barros, era inocente y que conservaría su cargo.
La entrevista, que tuvo que ser interrumpida por las turbulencias del vuelo y obligó al papa a sentarse unos minutos junto a los periodistas, se limitó a preguntas sobre el viaje que acababa de concluir el pontífice.
“La palabra prueba es la que me traicionó, yo hablaría de evidencia. Yo sé que hay mucha gente abusada que no puede tener una prueba, no la tiene y que no puede o a veces la tiene, pero tiene vergüenza y la tapa y sufre en silencio”, dijo el Papa al ser consultado por La Tercera durante su tradicional conferencia de prensa en el vuelo de regreso a Roma.
“Les pido perdón a ellos si los herí sin darme cuenta, fue una herida sin querer”, dijo el pontífice quien en un minuto incluso se excusó con el resto de los periodistas por hablar en español precisando que se debía a que “quería dejar esto claro a los chilenos”.
“La palabra prueba ha herido a tantos abusados, ‘yo tengo ahora que ir a buscar un certificado sobre esto…’ (…) Sé cuánto sufren y sentir que el Papa les dice en su cara: ‘tráiganme una carta’ es una cachetada. Y ahora me doy cuenta que mi expresión no fue feliz, porque no pensé en eso y entiendo como dice el apóstol Pedro en una de sus cartas, el incendio que se levantó. Esto es lo que puedo decirte con sinceridad. Barros seguirá ahí si no encuentro forma de condenarlo, yo no puedo condenarlo si no hay, no digo pruebas, evidencias”, agregó.
En Chile había estado muy presente durante toda al visita el caso del obispo de Osorno, Juan Barros, y que Francisco no quiera relevarlo a pesar de que algunos le acusan de encubrir al sacerdote Fernando Karadima, condenado por abusos sexuales a menores.
Ante las preguntas sobre el caso por parte de los periodistas que viajaron con él, Francisco destacó que en Chile habló en dos ocasiones y “con mucha fuerza” de los abusos.
“Saben que empezó el papa Benedicto XVI con la tolerancia cero y yo seguí con esa tolerancia cero”, reafirmó.
Desveló que a lo largo de cinco años de pontificado no firmó ningún permiso de gracia, última instancia en un proceso que puede acabar en la expulsión del sacerdocio, de las entre 20 y 25 peticiones que le han llegado.
Sobre el caso Barros reiteró que cree que es inocente porque nadie ha presentado ninguna evidencia que sustente las acusaciones.
No obstante, Francisco quiso pedir perdón a las víctimas por las declaraciones que hizo al reconocer que pidiéndoles “pruebas”, que está claro no pueden tener, “les hirió”.
Citó el comunicado del presidente de la Comisión para la Protección de los Menores, cardenal Sean O’Malley, en la que se decía que las palabras del papa no fueron oportunas y Francisco lo admitió.
Pero también recordó que este cardenal, arzobispo de Boston, muy comprometido contra los abusos por parte del clero, valoró la tolerancia cero y todo lo que ha hecho en estos años de pontificado.
Informó que la comisión de protección de menores, cuyo mandato era de tres años y ya ha vencido, será renovada y que ya se ha compuesto una lista de personas que la integrarán.
El pontífice también abordó en la rueda de prensa el tema de la corrupción, que fue recurrente en la visita a Chile y sobre todo en Perú.
En su conversación con los obispos en la última jornada de viaje a Perú, el papa calificó la política latinoamericana de “muy enferma” y entre otras causas lo achacó a la corrupción.
“En Latinoamérica hay muchos focos de corrupción”, aseguró, aunque añadió que también existe en países de Europa, al responder sobre los casos en Perú.
Dijo que estaba de “moda” ahora hablar del caso Odebretch (la constructora brasileña acusada de sobornar a gobiernos de varios países de Latinoamérica), pero que esto era solo un “botón de muestra” respecto a todo lo que existe.
“Un corrupto está tan seguro de sí mismo que no puede volver atrás. Son como esos pantanos chupadizos, que tú quieres volver atrás, pero te chupan. Es una ciénaga. Es la destrucción de la persona humana”, afirmó.
Reconoció que también hay casos de corrupción en la Iglesia y relató por qué se ha intervenido el movimiento católico peruano Sodalicio y aseguró que la sentencia en apelación para su fundador, Luis Fernando Figari, saldrá antes de un mes.
También aclaró una de las anécdotas del viaje: la boda de dos asistentes de vuelo en el avión papal.
Subrayó que no fue algo precipitado pues dijo que les interrogó “un poco y las respuestas eran claras”, sabían que esto era “para toda la vida” y le garantizaron que habían hecho un curso prematrimonial.
“No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, afirmó al respecto, y entonces, tras considerar “que estaban preparados y después de que hicieron el sacramento de la penitencia, los casé”, indicó.
Con información de Efe y Reuters