La coherente contradicción, validar es invalidar, por @ArmandoMartini

La coherente contradicción, validar es invalidar, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini
Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

 

Tenemos un montón de ansiosos candidatos que quieren arreglar las cosas en Venezuela declarando espíritu de sacrificio, y un Gobierno que, por lo que dicen el Presidente y acompañantes, desean lo mismo. Peculiar situación la nuestra, unos y otros ambicionan ayudarnos, pero seguimos en la miseria que no mejora, sino que empeora. Sobran aspirantes dispuestos a sacrificarse por la patria, pero muy pocos fueron autorizados para contarse, lo cual, salvando otras cuestiones, deja con muy escasas y no necesariamente gustosas opciones.

Salir a buscar candidaturas presidenciales no es una deslealtad a la patria, es traición a sí mismos, a lo que han expresado, planteado, ofrecido y reclamado. ¿Qué proponen los pretendientes a lo cual no se hayan opuesto ya?





Han dicho hasta el cansancio, reiterado una y otra vez, en conciliábulos, en la inútil Asamblea Nacional, en medios de comunicación, mítines y manifestaciones, que la Constituyente es irrita, fruto de una estafa picara.

Pero la Asamblea castrista, ha ordenado que se hagan varias elecciones, y ahora las presidenciales a lapso conveniente, en momentos en que la oposición -la que presume de dirigencia- está en su peor tiempo. Pero sus líderes se lanzan como hienas hambrientas sobre un trozo de carne podrida, se proclaman dramáticamente como lo que no son, héroes en defensa del ciudadano, y piden a ese pueblo dedicado a batallar con su hambre, desgracia y abandono, que obedezca al castrismo constituyente, validen las nóminas partidistas y participen en las elecciones que ellos mismos, igual que el mundo, han calificado de ilegítimas. Y callan que a nivel internacional no sólo no se reconoce a la Constituyente, sino tampoco sus resoluciones.

Ante lo arbitrario de un proceso amañado, hay que asumir una actitud moral y oponerse. Los principios éticos morales y buenas costumbres ciudadanas, responden a la conciencia, y no se debe convalidar semejante afrenta y, menos aún, conociendo de antemano el ultraje de que será objeto la voluntad popular. ¿Cómo acceder a la comparsa fraudulenta y podrida de un régimen opresor?

Un conflicto ético se le presenta a la comunidad democrática, tanto si un ciudadano ejerce su derecho al sufragio por el candidato que resultare ganador, o, por el contrario, lo hace por la opción del aspirante perdedor. En ambos casos se considerará que ha consentido las reglas impuestas y con ello certificará el resultado. Así lo percibirá la comunidad internacional.

¿Cómo elegir un Presidente consecuencia de una guapeza constituyente, la misma que hasta hace pocas semanas los que ahora se proponen como postulantes consideraban ilegítima e irreconocible? Lo más grave, ¿cómo puede juramentarse un mandatario producto de la truhanería y con desconocimiento mundial? Podrá hacerlo de acuerdo a los estándares locales, pero será un solitario apartado del mundo.

El oficialismo, implacable, no tiene otra opción, insatisfecho con sólo lanzar sobras de pellejo político. Además, pone límites, cierra salidas a tarjetas, símbolos, partidos y sólo va dejando candidatos que dicen -no necesariamente lo creen- que pueden ganarle unas elecciones a un Gobierno que lo tiene todo bien encadenado, que ha demostrado cometer dolo y hacer trampas sin pestañear.

Con incomparables excusas opositores de conveniencia arrancan a validar listas de militantes como si fuera verdad, se proponen candidaturas como si realmente tuvieran posibilidades. Mienten, claro, y lo peor sería que además creyeran que no lo están haciendo. Exigen a sus militantes -algunos quedan- dedicar su fin de semana a validar partidos -los que van quedando a utilidad del régimen-, para que el oficialismo les dé la bienvenida a unas elecciones que todos coinciden en considerar bribonas, engañosas, pre arregladas. Y, por si fuera poco, siempre con la quimera de que los testigos electorales estaban completos cuando en realidad nunca lograron más del 70%, lo que hace aún más fácil el sablazo electoral que se avecina.

Salen a legalizar con lo cual, por mentirosos -mentir es una forma de solidarizarse-, sólo están profundizando la verdadera invalidación en la cual han caído, la del desprecio, la desilusión e incluso la furia de los venezolanos. Admiten la complicidad, la complacencia, certifican la hipocresía y el interés real limitado sólo y estrictamente a lo propio, a las prebendas de esas migajas de poder que el oficialismo les ha dejado porque le parece conveniente y manejable que sobrevivan algunas voces disidentes. Poco, pero algo es algo, han aprendido el chavismo y su versión reseca del madurismo de la aberrante experiencia castrista, alguien tiene que parecer rebelde e independiente.

El oficialismo requiere que se les sienten en la mesa de diálogo para simular voluntad de conversar, y quienes que se presenten a la payasada electoral, para aparentar democracia, necesita esos votos para procurar percepción democrática. Mientras politiqueros hablan de campañas electorales, en las calles de Venezuela hay hambre, escasez, miseria, pobreza y angustia.

Pareciera que algunos han perdido la cordura, la sensatez, el sentido de la realidad que vive y padece el venezolano. Los derechos parecieran negociados por una casta política que se abroga para sí privilegios inmerecidos, abusivos e improcedentes, acompañados de un pecaminoso derroche de riquezas mal habidas.

Con el acto ¿candoroso? de participar, se cohonesta el cinismo electoral, ingresando al juego electorero que saben predeterminado. Al validarse se invalidan aún más, la tragedia venezolana es que tiene un Gobierno ignominioso, autoritario, torpe, inútil, y una cierta oposición incompetente y comodona, es la negación de la democracia, el disfraz para ocultar la intragable realidad.

Sólo buscan validar lo invalidable.

@ArmandoMartini