Un potente sismo de 7,2 grados ha sacudido este viernes el centro y sur de México. El terremoto, que se ha sentido con fuerza en la Ciudad de México, ha tenido su epicentro al sur de Pinotepa Nacional (costa de Oaxaca), una zona especialmente sísmica. Dos especialistas responden a las preguntas de EL PAÍS horas después del temblor: Así lo reseña elpais.com
¿Por qué los daños han sido menores que en ocasiones anteriores? Hay muchas variables que afectan, pero los sismólogos consultados llaman a la prudencia hasta que lleguen reportes certeros desde la zona más afectada, de muy difícil acceso. “Los daños son menores porque el tipo es distinto del del 19 de septiembre, por ejemplo: en aquella ocasión fue muy energético en altas frecuencias, las que afectan a edificios de alturas medias. Esta vez, el rango de frecuencia ha sido menor”, apunta Miguel Ángel Santoyo, del Instituto de Geofísica en Michoacán. Respecto al del pasado 7 de septiembre, la potencia ha sido “hasta 32 veces menor”. La distancia a la capital -400 kilómetros- también ha atenuado el impacto, rebajado la frecuencia de las ondas y permitido que las alarmas sísmicas avisaran del terremoto hasta con un minuto de anticipación. “Además, en esa zona hay muchos sensores de detección”, añade Víctor Cruz, sismólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Un sismo de magnitud 7,2 a esa distancia de la Ciudad de México está por debajo del umbral de peligrosidad, aunque en esta ocasión los riesgos eran superiores porque cientos de estructuras están potenciales dañadas”.
¿A qué profundidad se ha producido? Unos 12 kilómetros bajo tierra, una cifra “relativamente normal en la zona en la que ha tenido origen”, valora Santoyo.
¿Por qué tres sismos potentes en cinco meses? “Cuando ocurre un sismo muy grande es común que, posteriormente, aumente la sismicidad”, dice Santoyo. Dos factores lo explican: las réplicas posteriores al sismo y los cambios en el sistema de esfuerzos. “No es raro que una vez que ocurre un terremoto potente ocurran más”, añade el sismólogo del Instituto de Geofísica.
¿Tiene algo que ver con el terremoto del 19 de septiembre? “No”, subrayan al unísono Santoyo y Cruz. “En aquella ocasión ocurrió dentro de la placa de cocos y esta vez ha sido de subducción [entre dos placas, la de cocos y la de Norteamérica]”, agrega el primero. “En cambio, sí es probable que tenga que ver con el de 2012 en Ometepec (Guerrero) que fue, además, de una magnitud muy similar”. “Eventualmente sí podría estar vinculado a ese sismo, aunque aún no tenemos todos los datos”, apunta Cruz.
¿Cabe esperar más réplicas? Sí, “aunque la ley sismológica dice que su potencia decrece con el tiempo”, dice Cruz. “En 1982 se produjeron dos terremotos de, más de seis grados el primero y de siete el segundo, muy cerca de esa zona. Y las réplicas fueron muchas”. Según su experiencia, si por algo se distinguen este tipo de terremotos es por una “cantidad desmesurada” de réplicas.
¿Cada cuánto tiempo se repite un terremoto de siete grados o más en México? Estadísticamente, cada entre tres y cinco años, subraya Santoyo. Pero esta cifra varía: no es una ley matemática y la recurrencia cambia drásticamente.
¿Es una zona muy sísmica la del epicentro? Sí, la costa del Pacífico mexicano, en el tramo de Jalisco a Chiapas, es una de las regiones del país norteamericano en las que es más común que se produzcan terremotos. “En Chiapas, por ejemplo, ha estado temblando desde el sismo del 7 de septiembre”, añade Santoyo.
¿Está preparada la costa de Oaxaca para una sacudida así? No. “La zona de Pinotepa no está especialmente preparada. La mayoría de viviendas, de adobe, no son sismoresistentes. Aún hay que esperar: no me sorprendería que en la sierra de Oaxaca haya habido daños importantes”, cierra Víctor Cruz.