Muchas familias dependen de las divisas enviadas por parientes en el extranjero ante la incontrolable devaluación del bolívar y la hiperinflación, publica El País.
Por MAOLIS CASTRO
Antes de que Egleé Otero emigrara a Santiago de Chile había adelgazado hasta el hueso, el dinero no le alcanzaba para comer a diario y ya ni podía estudiar debido a las protestas antigubernamentales que interrumpían las actividades en la Universidad Central de Venezuela en 2017. “Quería terminar la carrera de Contaduría Pública, aunque sentía que mi familia y yo moriríamos de hambre si esperaba más tiempo dentro del país. Lo pensé hasta el cansancio, pero tomé la mejor decisión”, recuerda.
Su aporte en medio de la sofocante debacle es el envío de 60.000 pesos mensuales (unos 80 euros) a su familia en Caracas desde hace cinco meses. El dinero es apenas un 11% de su salario en Santiago y 27 veces el sueldo mínimo de Venezuela. “Sin la remesa, ellos morirían de hambre”, argumenta Egleé. Aunque sus dos hermanas trabajan y su madre recibe una pensión por jubilación, no lograrían juntar en un año lo enviado desde Chile en un mes.
La moneda venezolana se ha devaluado a extremos antes no vistos. Un euro, en el mercado negro, equivale a 296.399 bolívares. La hiperinflación estrangula especialmente a los que adolecen de un ingreso en divisas. Con un día de salario mínimo –26.000 bolívares– solo es posible comprar solo un huevo.
El presidente Nicolás Maduro culpa a Dólar Today, una página web que cotiza el dólar en el mercado negro, de la distorsión financiera. De hecho, el acceso al portal está bloqueado en Venezuela por orden gubernamental. Pero ello no impide que las tasas mostradas por este portal sean tomadas como referencia para realizar muchas transacciones.
Hacer transacciones con monedas extranjeras es un malabarismo en el país porque desde 2003 existe un hermético control cambiario impuesto por el Gobierno que restringe el acceso a las divisas.
D.V., una mujer que pide resguardar su identidad, busca a venezolanos en Santiago que necesiten cambiar pesos chilenos a bolívares para enviarlos a sus familiares en Venezuela. Es un negocio que ha crecido al ritmo de la crisis económica, los controles gubernamentales y el éxodo del país caribeño. “Yo, usualmente, publico la tasa del dólar o del peso en mi estado de WhatsApp o envío cadenas a mis clientes. Ellos me buscan y cambian sus pesos a bolívares que llegan a sus parientes. No trabajo sola en esto, sino que se trata de una empresa con un pequeño equipo entre Chile y Venezuela”, explica.
El proceso de enviar remesas es un círculo. Los bolívares son obtenidos de venezolanos que, generalmente, venden propiedades para emigrar y necesitan divisas. Así se produce el intercambio con mediadores como D.V.
Estos servicios son ofrecidos en redes sociales. En España también existen cuentas y hasta páginas en la Web que se encargan del envío de remesas. Tamarindo Express, por ejemplo, es popular en los venezolanos radicados en territorio español por ser agentes de dos empresas para el envío de dinero.
Maduro ha adelantado que dará “facilidades” para recibir remesas desde el exterior, calculadas a la tasa oficial equivalente a 30.930 bolívares por un euro, mediante el Sistema de Divisas Complementarias (Dicom). “Todas las personas que están enviando remesas. Hay que ir a la captura de eso, al apoyo de eso, con mucho dinamismo, para cualquier persona que viva en el exterior y quiera enviarle 300 dólares a su familia, tenga el sistema, a través de la banca, una cuenta bancaria, y esa cuenta bancaria pueda funcionar de manera directa del sistema de oferta de Dicom y apoyar a su familia, como pasa en todos los países del mundo”, dijo en enero.
Esta es una vía para adquirir divisas, aunque no sea la más rentable para el que envía remesas al país por las pérdidas de dinero frente al mercado paralelo donde la moneda extranjera tiene un valor hasta nueve veces mayor frente a la tasa oficial.
El sustento de la familia
Es casi imposible de calcular, pero muchos venezolanos han encontrado en las remesas un refugio. Un 59% de los venezolanos tiene un familiar directo en el exterior, según una encuesta de la firma DatinCorp publicada a finales de diciembre. No se trata de un éxodo solo de opositores al Gobierno de Maduro, el 46% de los chavistas también tiene un pariente en el exterior que ha huido de la crisis, especialmente la económica.
La debacle financiera ha expandido la brecha social en Venezuela. Muchas personas de condición media han caído en pobreza, mientras otras catalogadas como pobres ahora están en condiciones extremas. El régimen de Nicolás Maduro ha ocultado las cifras oficiales de desnutrición, aunque las secuelas del hambre sean un motivo de preocupación internacional. “Un número creciente de niños en Venezuela padecen de malnutrición como consecuencia de la prolongada crisis económica que afecta al país”, ha alertado el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), en enero.
Edith Vargas ha viajado al exterior, por primera vez, en diciembre. Sus dos hijos han quedado al cuidado de familiares en el Estado de Táchira (andes venezolanos). “Me fui porque quiero una mejor vida para ellos. Separarme de ellos ha sido muy doloroso”, relata. Su destino ha sido Lima. Ahí se ha residenciado con su hermana, pero aún no ha conseguido un empleo.