Una docena de trabajadores miraban a través de las rejas un hoyo de un campo de golf recién expropiado en Venezuela, comprobando como una añeja amenaza del fallecido presidente Hugo Chávez contra “los burgueses” se hacía realidad.
Reuters
Funcionarios del gobierno del costero estado Vargas llegaron hace una semana al hoyo 3 del Caraballeda Golf & Yacht Club, de casi 53.000 metros cuadrados, ingresaron maquinaria y colgaron de las cercas carteles que anuncian la futura construcción de un complejo educativo para 5.000 estudiantes.
“Me da tristeza, después de tantos años aquí nos vienen (a expropiar) y de repente eso cae pesado”, dijo afligido Alfredo Martínez, un obrero de mantenimiento que ha trabajado en el campo 39 de sus 58 años. “Mi mayor temor es que me despidan”.
El terreno está lleno de enormes árboles que los vecinos temen sean talados y que dejen sin un pulmón a la localidad de Caraballeda, que está junto a barriadas pobres, edificios construidos por el Gobierno y otros que tuvieron años dorados pero que hoy están deteriorados por la crisis económica.
Pocos días después de llegar, una decena de obreros levantaron en el terreno del golf buena parte de las barracas de trabajo y una máquina tomó muestras para hacer un estudio del suelo, que empleados y vecinos dijeron no es apto para la construcción por su nivel freático.
El superintendente del campo, Carlos Castro, teme -como muchos de los 20 hombres que comanda para labores de mantenimiento de la cancha de golf- que otros hoyos puedan correr la misma suerte. El campo de nueve hoyos y 70 años está dividido en tres terrenos separados.
“El golf no es de élites, el golf es un deporte que lo practico yo (…) y por aquí hemos pasado muchos profesionales de bajos recursos que han ido a representar a Venezuela sin la ayuda del gobierno”, dijo Castro, quien aseguró que el campo estuvo abierto los últimos dos meses gratis a todo público que quiera practicar ese deporte olímpico de lunes a viernes.
Varios obreros y vecinos entrevistados dijeron que no estaban en desacuerdo con que se construyan escuelas. Pero no podían entender por qué en lugar de usar otros terrenos en Vargas el gobierno expropió una parte del campo.
DIFÍCIL CONVIVENCIA
El presidente del club, Manuel Matos, dijo el miércoles que ha mantenido reuniones con autoridades y miembros de la comunidad y aunque el gobierno les ha dicho que no revertirá la expropiación se mostró abierto a “explorar” la posibilidad de que “ambos proyectos pudieran convivir dentro del mismo espacio modificando severamente el campo de golf”.
El gobernador de Vargas, Jorge García Carneiro, escribió hace pocos días en su cuenta de Twitter que la ciudad educativa a construir será “vitrina al resto del país” y forma parte del afán del presidente Nicolás Maduro de “brindar seguridad a la educación”.
La Federación Sudamericana de Golf dijo que la medida “compromete la práctica” de ese deporte en Venezuela y la región. El exitoso golfista venezolano Jhonattan Vegas, quien aprendió a practicar gracias al trabajo de su padre como caddie, también la ha criticado.
“Será que el objetivo #1 del gobierno Venezolano es destruir todo nuestro país?? Ahora les tocó por destruir otro campo de golf. Ahora fue el Caraballeda Golf Club, expropiado para destruirlo. Será que algún día tendremos una buena noticia de nuestra bella Venezuela??”, escribió en su cuenta de Twitter Vegas, el primer y único jugador venezolano en el PGA Tour.
En Venezuela operan actualmente 21 campos de golf luego de que Chávez -que decía que ese deporte es de burgueses- tomó control de cinco que eran propiedad de la estatal petrolera PDVSA y tienen años cerrados, según la Federación Venezolana de Golf, y amenazó en 2009 con hacer lo propio con el de Caraballeda y otro en el estado Aragua.
El mandatario, que se autoproclamó socialista, nacionalizó durante su gestión desde grandes empresa de telecomunicaciones, electricidad y cementeras hasta pequeños negocios como carnicerías. Su sucesor, Maduro, ha expropiado algunas panaderías y otras algunas pequeñas firmas.
Mucho de los obreros de club de Caraballeda no creen que el gobierno concluya la ciudad educativa que está prometiendo pues no ha culminado varias obras en el estado como un estadio, una universidad y unos hoteles.
“Yo soy de la revolución y la defiendo hasta donde sea, lo que pasa que no estoy de acuerdo con lo que están haciendo (la expropiación)”, dijo Pablo Camacaro, un vecino de la zona de 44 años, padre de siete niños y líder de un consejo comunal.