Un síntoma llamado Henri Falcón, por Orlando Viera-Blanco

Un síntoma llamado Henri Falcón, por Orlando Viera-Blanco

Orlando Viera-Blanco @ovierablanco

 

Siempre he ido contracorriente en la vida. El derecho de nacer fue una lucha por la vida por haberlo hecho prematuramente. Quizás nací en plenilunio o con mercurio en leo como reza mi carta astral, por lo que soy porfiado y reflexivo a rabiar. Aun no teniendo razón, tengan mis lectores la plena seguridad que yerro de buena fe, porque cualquier proclama es la mejor representación de mi noble voluntad. Henri Falcón se ha lanzado a las elecciones Presidenciales. ¿Es realmente un exabrupto? Veamos…

Y a los venezolanos nos ha tocado ir a contra corriente. Tenemos décadas tratando de superar imbatibles obstáculos. No sólo nos ha invadido el peor accidente histórico que haya sufrido la república, sino que lo hemos aderezado con una inoportuna intemperancia que nos asfixia en un oscuro ambiente de terror, desesperanza y criminalidad. Ante tanto infortunio, la locura es la regla y la razón es la excepción. En los últimos cuatro lustros hemos tenido innegables oportunidades para decretar el fin de esta era de escoria y tiranía, pero hemos lanzado la llave del portón de escape por la mirilla del desagüe. Y en esta dispersa dinámica hemos sucumbido en la fractura y en la confrontación entre nosotros mismos, los noblemente contumaces, pero en todo caso, los de buena voluntad.

La representación de la voluntad

Arthur Schopenhauer en su obra maestra de The World as Will and Representation (El Mundo como Voluntad y Representación), nos decía que el hombre vino al mundo para sufrir en un continuo de superar adversidades. Sufre al nacer, sufre al crecer, sufre cuando envejece y sufre cuando muere…Pero en la medida en que entendamos que cada episodio de la vida representa una maravillosa experiencia de conocimiento, acoplamiento y supervivencia, iremos adoptando los criterios y actitudes que nutren nuestra voluntariedad y visualizan mejores condiciones de convivencia y felicidad.

Con Hugo Chávez vimos nacer una pretendida revolución cundida en odios, reflujos y revanchas. Rápidamente aprendimos lo que se avizoraba: violencia, anarquía y criminalidad. Sin demora y después de una inmemorable gesta ciudadana hicimos que Chávez abandonara el poder el 11 de Abril de 2002. Pero lo que no comprendimos del momento, fue nuestra condición fragmentaria, desagregada y desunida, lo cual en sólo horas trajo a Chávez de vuelta a Miraflores… Meses más tarde (Diciembre 2002), se activó la huelga política más importante que ha vivido Venezuela. Aprendimos que el movimiento de masas-sólido, trepidante y decidido-desplaza a las tiranías…Pero una vez más prevaleció la incomprensión, la dispersión y la emocionalidad grupal que diezmó el consenso y el movimiento ciudadano…La lucha continuó en la calle. Surge la Coordinadora Democrática, y meses más tarde después de múltiples artificios, asedios y triquiñuelas, los ciudadanos logran activar el referéndum revocatorio 2004. El 15 de Agosto de ese año salimos masivamente a votar el RR, y entre gallos y medianoche, nos madrugan con una “victoria” de Chávez, atestada de dudas, fraudes y burdos acomodos virtuales…Aprendimos que la militancia debe estar preparada a la defensa del voto i situ, y conectada al pueblo para desbordar al árbitro vendido. Pero no hubo reacción. La oposición seguía embutida en sus desencuentros, en su laberinto, en su sorpresa, y el pueblo no bajó de las gradas a deportar al falso intercesor. ¿Apatía, impericia o desorganización? Quizás un poco de todas. ¿Aprendimos?

En el 2006 Manuel Rosales enfrenta a Chávez en medio de una campaña signada por la división interna de los partidos políticos (Coordinadora Democrática), poco apoyo militante, poco reclutamiento, débil arrastre de voto y poca vigilancia. Sólo logramos presencia en apenas 15 mil mesas de las 35 mil que estaban habilitadas a nivel nacional. Los llanos quedaron desamparados a merced del “Plan Republica”. Aunque Chávez ganó la zafra, la misión era maquillarla por paliza. Un nuevo ingrediente a receta. La maquinaria partidista es fundamental para contener el fraude electoral y los conectores de movilización popular, deben ser claramente identificados para inspirar su salto a la calle. Este menú permitió contener la reforma constitucional de 2007 y por primera, vez después de casi una década de Chávez en el poder, se tocó la fibra popular en defensa de sus derechos. Con una campana sencilla e impactante enalteciendo el valor de la propiedad privada, sea representada en un Quiosco, una humilde bodega, un conuco o un bote de pesca… Aprendimos que la humildad se sufre pero el pueblo la paga con gratitud. Que la unidad se suda, pero la gente la paga con lealtad y que la libertad se llora y se clama, pero no se alcanza sin planificar…Por eso Chávez la califico de una “victoria de mierda”, y tuvo que recurrir a sus artificios en 2009 para aprobar arbitrariamente la reelección indefinida.

El 2012 fue una campaña muy especial. Capriles supo llegar al pueblo y sentir su sufrimiento. Gracias a ese esfuerzo “el flaco” pudo desplazar 10 inmensos puntos porcentuales de base popular chavista, y llegarle muy cerca al hijo ilustre y enfermo de Sabaneta. Aprendimos que los líderes y sus alfiles tienen que bajar de sus feudos y tocarle las manos y la cara al pueblo, para hacerles sentir que tanto ellos (los líderes), como sus dirigidos (la disidencia Sur-Este de Caracas), les quiere y les toma en cuenta. Lamentablemente una vez más la unidad se vio resquebrajada en ansiedades solariegas/partisanas, abandonando la calle para sólo volver a ellas a la contienda electoral de 2013, después de la muerte de Hugo Chávez en Marzo de ese año…

Aun habiendo precedido una lapidaria pasividad en toda la sucesión [2012-2013] de Chávez a Maduro por haber sido esta transición manifiestamente inconstitucional, falsa, tarimada e impuesta, Capriles reactiva la vocación electoral del venezolano y logra vencer a Nicolás Maduro el 14 de Abril de 2013. Pero después de aquella sufrida victoria, volvimos a desandar lo caminado. Sin unidad militante ni activismo de calle; desnudos de prevención y organización ciudadana para cobrar la victoria (tal como Capriles lo prometió), salir a las calles hubiese significado la muerte de los justos por ser muy pocos, mus diseminados y muy sitiados los dispuestos a hacerlo. Historia recurrente de sufrimientos. Experiencias, aprendizajes no atendidos y errores repetidos. Aunque virtud ha sido la voluntad ciudadana siempre dispuesta a un nuevo emplazamiento, el error ha consistido en nuestra indisposición para concretar consensos, organizar movimientos y favorecer la resistencia civil; y la reactividad ciudadana en facturar todas las culpas a los partidos, por ser estos quienes monopolizan el desafío de cambio de poder.

Y llegó Diciembre 2015. Con la receta bien anotada, se alcanzan 112 escaños en la Asamblea Nacional. Pero con agendas partisanas muy cruzadas, y un gobierno malhechor, esa victoria queda poco a poco, neutralizada. El resto fue más sufrimiento sin representación posible de un mundo mejor…La anomia abarrotada de arrogancias y revires, colapsó a la oposición. Es la política principista e inmediatista, azuzada por el cartucho aguijado de la cizaña cubana, bien comprendido por la banalidad de la antipolítica. ¿Erramos y Aprendimos? Dicen que errar es de humanos, pero aprender también…

El fatídico 2017

Después de las protestas de 2017 (Abril a Julio), las cartas estaban echadas y el camino abonado para abrir el portón de la restitución republicana y democrática en Venezuela. Aunque las protestas no fueron el mejor ejemplo de organización y violencia legítima (Tomás de Aquino, en la Summa Theologíca Y Juan Mariara en su libro De Rege et Regis Institutuione), la actitud heroica y valiente de jóvenes, menos jóvenes y ancianos, puso contra la pared a Nicolás Maduro y su régimen. Un inmenso sufrimiento que nos condujo a una épica victoria: el reconocimiento de la comunidad internacional de la dictadura venezolana, el inicio de las sanciones al gobierno venezolano de tutela castrista, y la voluntad colectiva de desobediencia. Pero la inconsistencia y divagación política acompañada de la constante contestataria y reactiva de nuestra sociedad, nos llevó a pisar todos los peines que una vez más nos puso el G-2 cubano…Con el caramelo de las elecciones regionales se desataron todos los sabiondos y todos los demonios de la antipolítica confusional tuitera, que lograron cobrarle con mucha más sangre, bilis, y virulencia que lo merecido, los gazapos cometidos por la oposición…Desde entonces, las redes sociales no han cesado en la conjugación del verbo traición, el adverbio colaboracionista y el adjetivo tartufo: complicidad. Cualquiera que se atreviese a hablar de elecciones fue tildado a lo menos de chavista light, y quien se atreviese a dialogar (un mandato de la propia OEA y del Parlamento Europeo), fue acusado de cobarde y entreguista…Demasiado improperio en un mismo “team”.

Pronto las imágenes heroicas de nuestros políticos enfrentando plomo, gas y torturas, fueron olvidadas y permutadas por ofensas, infamias y descalificaciones sistémicas maquinadas a través de las redes y del mainstream populista. Esta actitud colectiva muy propia de nuestra cultura caribe y antillana, quiero decir, de retrechería, revire y pelo en pecho, partió a la disidencia como galleta de soda…Se repetía una vez más la historia de la representación de una voluntad, que después de mucho sufrimiento no fue constructiva ni ganada al aprendizaje de la unidad, sino derrotista y ganada a la desesperanza aprendida y la frustración. Lo más triste es que los promotores de toda esta fractura histérica, lo hicieron desde poltronas muy bien ataviadas en el exterior, siguiendo los guiones de Raúl Castro & Corp. ¿Aprendimos?

Lo anterior es historia viva y reincidente que nos ha llevado paso a paso, codazo a codazo, a la ruta del allanamiento, el letargo y el éxodo. Hoy nadie se siente responsable de absolutamente nada, siendo los únicos enviados al patíbulo, AD, PJ, VP y aliados. Quienes tengan un poco más de visión política y piensen fuera de la caja, van a entender que reducir las culpas al liderazgo de oposición no es más que un reducto de supina ignorancia, futilidad y prepotencia, que para nada toma en consideración nuestros profundos yerros conciudadanos, mismos que nos agrietan y nos impiden la consecución de los objetivos restitutivos como nación. Esa ha sido la representación de nuestra realidad: la ruptura, el desorden, la ofensa, la nada…

Falcón: Un síntoma llamado impotencia

Así lo sentenció Mires. El candidato a la Presidencia de la República de Avanzada Progresista en alianza con el MAS, Henri Falcón, no es otra cosa que una expresión de impotencia de la oposición al verse atrapada entre el “abstencionismo militante” y el fraude electoral. Henri Falcón no es una causa, sino la consecuencia de lo que no se pudo o no supo resolver. Henri Falcón es el síntoma de una enfermedad llamada intolerancia y déficit consensual criollo. Falcón es el moretón, el dolor en la ingle de una peritonitis que llevamos en nuestra esencia colectiva, como lo es nuestra eficaz capacidad para destruirnos entre nosotros mismos, alejarnos, fracturarnos, mientras el verdadero enemigo nos remata…Hemos preferido tildar a nuestros propios afectos de perjuros, infamias e impíos, cuando el sable del patán nos golpea en nuestras narices. Hemos optado por ignorar al pueblo-hambreado y desolado-por satisfacer los egos de nuestra pretendida razón. Hemos permutado un mínimo de confianza por nuestros líderes por comer ramaje y follaje tabaquero de la verborrea oficial e inteligencia artificial, es decir, comunista. Y nos hemos dejado atrapar por la sátira de los Rodríguez, Charderston, Maduros o Diosdados, cual infantes canjeando el esfuerzo genuino de la gran mayoría de los líderes de la MUD por la apostasía insaciable del apartheid, del Anschluss cubano…

La satisfacción de saciar y descargar nuestras frustraciones en la MUD ha sido superior que el esfuerzo de contenerlas y dirigir nuestras energías contra un gobierno saqueador y opresor, por el cual han muerto doce mil venezolanos en protestas en 18 años, más de trescientos mil por criminalidad impune, cientos de otros miles por no tener medicinas y por no comer (la mayoría niños)…

Falcón no es más que el resultado del constreñir opositor, del exprimir al límite el último milímetro de confianza que ese liderazgo merecía. Y nos quedamos solos, en el anexo cubano…

Como decía al principio, voy a contracorriente. Así he crecido, así envejeceré y así moriré. Así lo aprendí de mamá y papá, quienes también nos criaron a contra vía, en un país en el que se sobrevive todos los días; sumamente indisciplinado y de vocación pendenciera y caótica. De irreverencia mal entendida. De sufrimientos incensarios por aprender poco o nada de ellos…Por lo que nos madrugan, amén de creer ser los más vivos y los reyes del mambo. Alguien me comentaba que nuestra capacidad por el ocio es infinita, y que desde allí, rescatar una república resulta un poco difícil…

No soy devoto de Falcón. Jamás le hubiese votado. Quizás hubiese preferido hacerlo nulo, pero jamás renunciar a la oportunidad de salir a las urnas comiciales y pensarlo en la fila, aunque la convocatoria hubiese venido del mismo diablo. Porque se sataniza quien pierde la fe, y se va al infierno quien no purga sus culpas en la tierra.

En términos políticos, de desafío ciudadano, de poder, como luchador y como hombre en la búsqueda del mando-sea en mala competencia-Falcón hace lo que tiene que hacer. No valida ni legitima a nadie…Lo alternativo como lo es irse a la insurgencia civil armada, de suyo inexperta, improvisa e idealista- es morir en el intento, como en efecto sucedió a muchos venezolanos, que ya olvidamos…Y quienes lo arengan desde el exterior les repito, busquen su carabina y vayan al frente. Cuanto apuesto que no envían a un hijo suyo…

Falcón no es más que un síntoma de una terrible enfermedad que es nuestra sensible banalización de la realidad. Una peligrosa resistencia a elevar el interés nacional por encima al personal Quizás no somos tan patriotas como decimos o queremos serlo, o quizás nuestra venezolanidad llega hasta donde llega el compromiso de sacrificarse por otro. Muchos lo han hecho ¿Son mayoría? ¿Le rendimos tributo? ¿Es justo detener todo un proceso histórico de movilización, transformación y cambio por descansar nuestras penas en un mesías?.

Como diría el profesor Fernando Mires, aquellos que al tiempo de leer estas líneas comiencen a insultarme, háganlo con soltura porque en mi caso, no los bloquearé. Precisamente lo que busco validar es nuestra facilidad hacia el insulto y la camorra, antes de dar un voto de confianza a una reflexión que no pretende otra cosa, que revisar honestamente nuestras aptitudes y actitudes grupales. Es un mea culpa, no una acusación.

En cualquier caso, no escribo para hacerme sentir, no escribo para tener la razón, imponer un criterio o sentirme orgulloso de nada. Escribo para hacerles sentir; para convertir nuestro sufrimiento en lección aprendida, para sujetarme al sueño de regresar a Venezuela y emprender el proceso de una sociedad mejor…feliz, convivencial.

Ese día, la noche caerá estrellada en plenilunio, y podremos dibujar una nueva realidad. Una Venezuela libre, feliz y próspera. Pensemos. Vienen nuevas oportunidades. Episodios culminantes. No las volvamos a perder…

@ovierablanco

Exit mobile version