Un Estado controlador, por Guzmán González Urdaneta

Un Estado controlador, por Guzmán González Urdaneta

 

 

Así como se titula, es lo que menos quisiéramos millones de venezolanos, un Estado controlador. Sin libertades es como el pájaro que desde su jaula puede comer, caminar, respirar, dormir y adaptarse. El Estado debe y tiene que ser limitado, deben convertirse en instituciones supervisoras de la administración y las políticas públicas.

Decía mi siempre recordado Juan Pina que el llamado “Estado del bienestar” se ha convertido, en realidad, en el “bienestar del Estado”. El Estado despilfarra millones en todo tipo de actividades que no le son propias, y contrata en nuestro nombre a millones de empleados que no nos hacen falta. Para ello nos exige pagarle en forma de impuestos un porcentaje enorme de la riqueza que producimos mediante nuestro trabajo o negocios. Todo lo que un ciudadano medio paga en impuestos a lo largo de toda su vida lo gasta el Estado en cuestión de segundos.

La gente ya está empezando a darse cuenta de que el Estado es demasiado costoso. Lo que aún no terminan de comprender es que el peso de ese costo recae sobre ellos, afirmaba Bastiat. Pero cuando es costoso no solo lo es en lo económico, sino en lo social que muerde lo político. Populismo que se hace costumbre, colas que forman parte de la rutina y lo peor el daño moral que estas clases de “Gobiernos” nos han hecho. Irrecuperable.

Cada vez que hay una elección, se ven en las calles y centros a los ciudadanos votando por el más hermoso, el más bueno y por el que más me ayuda, usted no necesita que los gobernantes le ayude, el gobierno no está para ayudar, el gobierno está para crear las condiciones para que los ciudadanos puedan trabajar, las condiciones para que los ciudadanos puedan estudiar, para que pueda tener vivienda, salud, transporte, fruto de su propio trabajo.

Si a usted le ayudan dándole una tarjeta, si lo ayudan llevándole una caja o bolsa de comida o tal vez lo ayudan a llenarle un tanque de agua, a usted lo están ayudando a ser pobre toda la vida. La población debe entender que el que te ayuda a comer hoy, el que te ayuda a ponerle un techo a tu casa, te está esclavizando para ser más pobre, entonces usted vota por esa persona. Pero usted tiene derecho a alcanzar el mismo nivel económico, el mismo progreso que ese político exhibe hoy delante de toda la sociedad. Todos tenemos derechos.

Los políticos preparan sistemas de salud, pero usted no los ve acudiendo a esos centros asistenciales, construyen escuelas pero sus hijos y familiares no estudian en ese sistema educativo, crean sistemas de seguridad pero ni ellos mismos están seguros de la propia delincuencia. Crean sistemas para la población con el que un grupo se hace rico con nuestro dinero, entonces ellos tienen un país para ellos y un país para nosotros. Es deber de todos decirle a los políticos que no pueden seguir jugando con usted, están y seguirán abusando mientras lo aceptemos. Los ciudadanos tenemos derecho a usar la palabra, los medios y la protesta pacífica.

Los gobernantes tienen que actuar, no es un favor, no. Los ciudadanos no están obligados a aplaudir cuando un gobernante hace algo, es que esa persona está obligada a hacer lo que manda la ley, todos los gobernantes se comprometen con la ley a servir a la comunidad. Los políticos tiene que saber que los ciudadanos sabemos elegir y votar, pero hay un miles de personas que lo hacen porque fulano me da una miseria, un abono monetario o simplemente porque me consiguió una medicina. Señor político no abuse de la ignorancia de un pueblo con hambre y sed.

Y por supuesto que pienso en un ser humano perfectible, y los que nos dedicamos a la política lo hacemos por servir al otro. Pero sin libertades ni oportunidades Venezuela no saldrá de esta jaula que he mencionado. Deben regresar los empresarios que se han ido en busca de protección para sus patrimonios. La empresa privada está comprometida con el país, pero el cerco legal y la persecución han acabado con la producción que conlleva a la riqueza de nuestra nación. Los empresarios no están pidiendo dadivas, están exigiendo, casi rogando que les permitan trabajar, que les permitan igualar a Venezuela pero no en la pobreza, sino en la riqueza.

Dios nos agarre confesados…

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