La migración venezolana podría batir récord Guinnes, es la más educada y preparada jamás vista en el mundo. Es común ver a ingenieros, administradores, periodistas, chefs, profesores, bioanalistas, abogados, entre muchos otros que han dejado de lado sus profesiones para desarrollar oficios de meseros, parqueros, barrenderos y cocineras.
Por Marycruz González / Daniel Murolo
Actualmente la República de Argentina ha albergado a 47 mil venezolanos, un hecho nunca antes visto en la historia; mientras cientos siguen llegando mes a mes, otros tantos ya iniciaron una vida en esta nación, es el caso de 41 venezolanos quienes ayudan en la construcción de un viaducto en la ciudad de Buenos Aires.
“Llegué a la República de Argentina con una maleta llena de sueños, tan sólo 350 dólares en el bolsillo y sin hospedaje asegurado (…), lo más difícil fue dejar a mi pequeña hija”, relata Carlos Chaustre, un informático que salió de Venezuela hace más de un año, su experiencia en la tierra rioplatense donde con trabajo y dedicación se ha ganado el respeto y cariño de los porteños.
Chaustre que también se desempeñaba en su país como docente universitario en la especialidad de ciencias fiscales, cuenta que los primeros meses como inmigrante fueron duros; posteriormente a través de un contacto venezolano logró ingresar a un proyecto para trabajar en una prestigiosa empresa dedicada al desarrollo de las obras de construcción más emblemáticas de Buenos Aires.
Actualmente este licenciado en Administración mención Informática y extrabajador de Metro Los Teques, está al frente de la gerencia de recursos humanos, cargo al que diariamente le pone su esfuerzo, empeño y disciplina; sin embargo nunca olvidó a sus coterráneos, pues le ha tendido la mano a muchos venezolanos que llegan a Argentina, en la misma situación que él, huyendo de un país hundido en la miseria.
Con tan sólo 8 meses en la compañía, Chaustre ha logrado brindarles su apoyo a un aproximado de 41 paisanos que han podido ingresar a una sólida y emblemática empresa de construcción, en la que actualmente con todo su personal trabajan unidos para levantar un viaducto de 5,4 kilómetros que va desde Villa del Parque hasta Palermo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
Con lágrimas en los ojos el inmigrante dijo, “Llevo a mi Venezuela en el corazón, conservo la fe y la esperanza por retornar y poner en práctica en mi país, todo lo que aquí he aprendido para reconstruirla”.
También Héctor Angarita, un venezolano que se desempeñaba en su tierra natal como administrador, al llegar a Argentina fungía de mesero en una pizzería en CABA, acostumbraba a atender a un grupo de trabajadores con cascos de color rojo, obreros de una construcción cercana; hasta que un mediodía atendió a varias personas, pero en esta oportunidad, de cascos blancos, algo que para él era inusual. Éstos al escuchar su acento le preguntaron de dónde era, y justo allí comenzaron los trámites para ingresarlo a formar parte de la tropa de paisanos que aportan sus conocimientos y mano de obra para levantar el viaducto que permitirá comunicar en menos tiempo a Villa del Parque y Palermo.
“Entré a una gran empresa de construcción con la categoría más alta que es oficial soldador (…). Trabajo en un ambiente agradable y doy lo mejor de mí para dejar en alto el nombre de Venezuela, sueño con volver algún día y ayudarla a salir del atasco en el que se encuentra actualmente”, agregó Angarita.
Igualmente la historia de Chunnel al Narine Sandoval de 34 años, oriundo de San Fernando de Apure, de docente universitario en la cátedra de Agronomía llegó a Argentina en abril de 2017 a lavar carros. Dejó a su esposa y sus dos niñas pequeñas para sumarse a la travesía de ser inmigrante, preocupado por el futuro de su familia trabaja incansablemente para poder sacarlas de un país que no vislumbra futuro alguno.
Como ellos hay miles de venezolanos en la ciudad rioplatense que se les ve feliz, así como el joven de 27 años Wilmer Zerpa, con una carrera en medios audiovisuales, hoy lleva la responsabilidad como jefe de pañol en la empresa Green Rottio, donde tiene el compromiso de distribuir y cuantificar todo el material que se usa en la obra de un viaducto de 5,4 kilómetros.
Muchos de estos hombre y mujeres que luchan por un mejor porvenir, se sienten agradecidos porque han tenido la oportunidad de tener trabajo y vivir dignamente en un país que les abrió las puertas y les brindó su confianza; mientras que Venezuela cada vez más pierde su gente fértil, necesarios para activar el potencial económico de la nación, pues la ola inmigratoria asciende a 39 mil inmigrantes con residencia permanente; mientras que 8 mil quinientos tienen residencia temporaria, según datos de la Dirección Nacional de Migraciones, dependiente del Ministerio del Interior; además actualmente Argentina brinda un tratamiento preferencial en los trámites administrativos de reconocimiento de estudios de la educación obligatoria, tanto completos como incompletos, cursados en Venezuela.
Marycruz González / Daniel Murolo