Como un observador imparcial, reñido con las acciones sin fundamento con las cuales pretenderían rescatar la vida democrática del país, la decisión de fecha 03/04/2018 del TSJ legítimo me originó interrogantes en torno a la legalidad del mecanismo materializado en Bogotá. En mi opinión ese procedimiento es ilegal, porque se está realizando sin el debido cuidado, generando falsas expectativas. El detalle de todo esto es la legalidad, la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia es la que hace eso. En el Salón Boyacá del Congreso de Colombia no hubo Sala Plena, de tal manera que el procedimiento aplicado no revestiría carácter de legalidad, como tampoco tiene legitimidad que la Asamblea Nacional Constituyente haya juramentado y destituido gobernadores.
El procedimiento es el idóneo, pero como lo están aplicando no. La decisión que hagan pública el lunes 9, podría ser un saludo a la bandera, el problema es que alguien se crea que todo ese procedimiento lo hace la Sala Plena, que supuestamente se constituyó, pero ¿cuántos Magistrados conforman el TSJ Legitimo? En julio de 2017 se designaron 33 magistrados, 13 principales y 20 suplentes. ¿Puede hablarse de Sala Plena? Ni que hayan incorporado a los suplentes. El mecanismo iniciado no tiene fondo de legalidad y no tiene sentido que estén haciéndolo, porque avalan una ilegalidad, por esa vía, mañana 10 o 15 magistrados van a salir a destituir a otro Presidente y eso no tiene sentido. Esa fórmula es errada, aparte de eso ningún organismo internacional ha desconocido formalmente al TSJ encabezado por Maikel Moreno, y para poder actuar tenían que deslegitimarlo primero, por ejemplo, con fundamento en la multiplicidad de decisiones ilegales que han tomado.
No cuestiono la legalidad de esos magistrados que fueron designados por la Asamblea Nacional en su momento, eso no está en discusión, lo debatible es que si la norma constitucional, artículo 266.2, instituye el procedimiento, y la Ley Orgánica del TSJ, en su artículo 110, explícitamente establece: “Corresponde a la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia declarar si hay o no mérito para el enjuiciamiento del Presidente o Presidenta de la República o de quien haga sus veces”. ¿Si no tienen la Sala Plena, cómo deciden algo que requiere esa formalidad? ¿No es la Sala Plena la que debe decidir y por mayoría? En Bogotá no se constituyó la Sala Plena, por tanto, al no estar constituida no se puede asumir este tipo de deliberaciones, menos decidir al respecto, porque se carece de fundamento.
Como me van a decir que se cubrieron los extremos, es lógico pensar que en ese escenario remitan el caso a la Asamblea Nacional, de conformidad con el Artículo 111 de la Ley Orgánica del TSJ: “Cuando se declare que hay mérito para el enjuiciamiento del Presidente o Presidenta de la República, la Sala Plena participará su decisión a la Asamblea Nacional a los fines de la autorización que prevé en el artículo 266, numeral 2, de la Constitución de la República.” El parlamento patrio vista la decisión del Tribunal Supremo tendría que dar su autorización para que prosiga el proceso hasta la previsible destitución de Nicolás Maduro, surgiendo otra dificultad, el Artículo 110 de la misma Ley, exige que la“autorización de la Asamblea Nacional” sea “aprobada con el voto favorable de las dos terceras (2/3) partes de sus miembros”, y es una verdad de Perogrullo decir que se requiere mayoría calificada, inexistente en este momento en la Asamblea Nacional por razones que todos conocemos.
Por esa vía lo que van a generar es un caos. Ese Artículo 110 es claro: “Corresponde a la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia declarar si hay o no mérito para el enjuiciamiento del Presidente o Presidenta de la República o de quien haga sus veces y,”. ¿Cuántos magistrados estaban presentes en Bogotá? Y en el supuesto caso que la Sala Plena esté constituida legalmente, vamos a la Asamblea Nacional, ¿qué dice el mismo artículo a continuación (in fine)? “en caso afirmativo, previa autorización de la Asamblea Nacional aprobada con el voto favorable de las dos terceras (2/3) partes de sus miembros, conocer de la causa hasta sentencia definitiva”, y no existen condiciones para ello por más que queramos fuera al inquilino de Miraflores. Es decir, lo que están haciendo no es viable. ¿Si están arrancando mal, será posible que puedan lograr el objetivo planteado sino cumplen con las formalidades de ley?
Lo que a mí también me llama mucho la atención, es que si Luisa Ortega Díaz tenía todos los elementos por lo menos desde el 2012, ¿por qué no solicitó el antejuicio en su debito momento? Correspondía a ella solicitarlo en su condición de Fiscal General, lo hizo ante el TSJ legítimo para decir estoy remando en el mismo sentido de ustedes, en el mismo rumbo… Luisa Ortega una vez más está tratando de legitimarse, de lavarse la cara, para que vean que ella ahora si tiene el hacha en la mano y le está asestando un golpe a Nicolás. Eso le da importancia a ella, además de lograr un mayor acercamiento con los magistrados, que dicho sea de paso, no lo podían hacer solos, pero lo ejecutan desacertadamente.
Invito a los Profesores, Abogados, Juristas, Estudiantes y Decanos de las facultades de derecho, a que digan si este procedimiento se está haciendo correctamente, yo simplemente pongo al desnudo una realidad que pudiese resultar perjudicial para todos, porque estaríamos en la presencia de otro engaño a un pueblo con la esperanza de que esta sea la salida constitucional, legal, de Nicolás Maduro. Puede ser una ilusión más, como hicieron con los presos políticos, víctimas de mentiras, se les vendió un sueño para después dejarlos solos. Recordemos las marchas, tanto sacrificio, tanta sangre derramada y al final cambiaron la seña. ¿Cuántos muertos hubo en las marchas? ¿Esos muertos, en su mayoría jóvenes, no fueron engañados por los políticos que decían que esa era la salida y resulta que no era? Estamos ante un escenario similar, cuando se analiza la viabilidad de este procedimiento, se encuentran vacíos insalvables. Lamentándolo mucho esta no es la salida, no permitamos que nos sigan engañando, vendiéndonos ilusiones como a esos jóvenes que murieron bajo una esperanza concurriendo a las marchas.
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