Fulminante, preciso y clarísimo el Papa Francisco, en su mensaje de Pascua en el que aludió la situación de Venezuela: “ Suplicamos el fruto del Consuelo para el pueblo venezolano, el cual – como han escrito sus pastores – vive en una especie de tierra “extranjera” en su propio país, para que, por la fuerza de la Resurrección del Señor Jesús, encuentre la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que lo oprime, y no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a abandonar su patria.” Hoy luce fortalecido el escenario de la comunidad internacional, por el trabajo mancomunado de la diáspora al alimón con los que dan la pelea diaria en el frente interno. Vivimos la etapa mortuoria del régimen.
El TSJ legitimo en el exilio, dio apertura a la audiencia para considerar la procedencia del antejuicio de mérito a Nicolás Maduro por el caso caso Odebrecht, donde se presume el desguace concertado por una red de corrupción cívico-militar, en la contratación y ejecución de once obras de construcción inconclusas. Estamos hablando de un manejo de 2.5 billones de dólares. Allí salpicaron enormes sobornos, se dieron anticipos y se sobrefacturó en obras que incluso nunca se realizaron, pero si abundó la legitimación de capitales y la corrupción. Hasta el momento el régimen no ha adelantado ninguna investigación a pesar de las denuncias ni se ha hecho justicia, reina la impunidad, la opacidad de los datos en las aludidas contrataciones es total.
La hiperinflación es el principal problema, pero el régimen no la la menciona. Para el 4 de junio se anuncia quitarle tres ceros al bolívar. En febrero la inflación anualizada alcanzó 6.000 %. Hace falta realizar ajustes antes que nada y poner orden en el delictivo gasto fiscal, por eso es previsible su fracaso, se niegan a atacar las razones de fondo de la crisis económica. Sufrimos la opresión por el imperio del desabastecimiento, los puntos de venta fallan por continuos cortes en el suministro de electricidad, aunado a los sistemas caídos en la red de bancos, a esto se suma el trasporte limitado y con innumerables fallas. Abastecer un país es difícil en estas condiciones. El 50% del sector comercio está paralizado. Las fabricas no producen y los galpones yacen vacíos.
El cono monetario hoy día vigente aún no ha entrado en circulación. En mes y medio no solucionarán esto. Se trata de pura campaña electoral. El déficit fiscal lo cubren con emisión inorgánica.
Finalmente, se hace imposible jugar dentro de las condiciones del estado chavista. Disponen de una legalidad a su medida. No es posible así organizar unas elecciones libres y justas con garantías para todos los participantes. No hay credibilidad. Enfrentamos el rompimiento del orden constitucional y una gravísima emergencia humanitaria.
¡No más prisioneros políticos ni exiliados ni torturados!