El Gobierno venezolano dijo este domingo que el expresidente de Brasil Luis Inácio Lula da Silva es “víctima de una inquisición judicial”, luego de que este pasara su primera noche preso en la ciudad de Curitiba tras ser condenado a 12 años de prisión por delitos de corrupción, reseña EFE.
La Cancillería venezolana emitió un comunicado en el que considera a Lula “víctima de una inquisición judicial instrumentalizada a través de un golpe de Estado, que desde el año 2016 con la destitución de Dilma Rousseff destruye la estabilidad política y social del hermano país”.
Por ello, la llamada revolución bolivariana manifestó su “absoluta solidaridad con el expresidente” y denunció que su aprehensión forma parte de una estrategia “imperial que se extiende contra los pueblos de América Latina y el Caribe”.
“El compañero Lula es el mayor dirigente popular en la historia política de la nación suramericana”, remarca la nota oficial de Venezuela.
Por tal motivo, según Caracas, “la derecha brasileña e internacional, en componenda servil con el imperialismo, pretende impedir que su pueblo valiente lo elija nuevamente como Presidente constitucional en el próximo proceso electoral pautado para octubre”.
“El pueblo de Venezuela y sus movimientos sociales seguirán acompañando la lucha de Brasil por la restitución de la democracia”, agrega el comunicado.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, tildó el viernes de “bochornosa canallada” la decisión por la que Lula finalmente tuvo que entregarse a la Justicia y empezar a cumplir una condena de 12 años por corrupción y lavado de dinero.
La entrega de Lula a la Policía en Sao Paulo y su reclusión en Curitiba puso fin a la tensa situación generada desde que el juez federal Sergio Moro ordenó el jueves la detención del dirigente.
Tras casi 48 horas acuartelado en el sindicato en el que inició su carrera política y 26 desde que concluyó el plazo que le había dado la Justicia para entregarse, el antiguo líder sindical se entregó a la Policía en la noche del sábado.
Esta es la primera vez en la historia de Brasil en que un expresidente es encarcelado por un delito común, pues otros han sido apresados pero por motivos políticos.
EFE