Hay momentos en los que como periodista no encuentro los argumentos para decirle a las personas que las cosas van a estar bien. Ciertamente el país, en su totalidad, se encuentra en franco deterioro. La infraestructura pública y la privada, pero la pública con más fuerza, se cae a pedazos, reseña La Tertulia FM.
Por Andrea Rocha
Hace unos días decidí visitar el “Conservatorio Superior de Música del Estado Aragua”, tras unas denuncias que recibimos de sus usuarios. Conversé con varias personas, que obviamente no quisieron ser identificadas, pero que son fuentes de toda mi confianza. Pero más allá de eso, yo misma pude constatar la realidad de lo que allí se vive con mis propios ojos.
El Conservatorio es una institución dedicada a la enseñanza de la música, fundada en 1967. Su primer director fue el eminente compositor y pianista caraqueño Alexis Rago. Entre los muchos nombres que han salido de esta institución están los eminentes músicos Efraín Silva, Luis Ochoa, Jhibaro Rodríguez, César Maldonado, Benmer Lugo, Pablo Gámez, entre muchos otros músicos reconocidos a nivel nacional e internacional.
Es el centro de formación técnica profesional, en el área musical artística, por excelencia en el estado Aragua y fue reconocido como un patrimonio histórico y cultural de la entidad. Hoy en día está que se cae a pedazos; la humedad carcome toda la infraestructura, que parece haberse detenido en el tiempo.
Profesores y estudiantes se van corriendo
De una plantilla de más de 40 profesores… quedan poco más de 10. Igual pasa con los estudiantes, de 800 estudiantes, sólo quedan unos 300. Los niños dicen que no pueden llegar por la falta de transporte y también temen llevar los instrumentos en los autobuses. Muchos profesores tienen que prestar sus instrumentos. Lo peor de todo… un testimonio de un docente reveló que muchos niños llegan con hambre. “Yo a veces cargo una galletica para que los niños se repongan”.
Los salones… esos espacios para la enseñanza que, en el caso del “Conservatorio Superior de Música del Estado Aragua”, son lugares para enfermarse. Las paredes de corcho, especialmente acondicionadas para la acústica, despiden un olor que desespera. Ese es un material que debe ser cambiado con el tiempo, pues tiende a vencerse. Los profesores se enferman constantemente con afecciones respiratorias. Las alfombras están deterioradas y las puertas rotas.
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