En América Latina como si fuésemos víctimas de una maldición siempre estamos recomenzando el camino andado: El turno le toca a Nicaragua donde una relativa bonanza de años llega a su fin.
Y como siempre en el país centroamericano las protestas contra el comandante Daniel Ortega sorprenden a cultores de lugares comunes y almas ingenuas que tras décadas signadas por desmanes y “piñatas sandinistas” aún siguen poniéndole velas a los guerrilleros que hace cuarenta años derrocaron al dictador Somoza… con la idea de convertirse en gobierno para siempre.
¿Cómo no iban a chillar en Nicaragua empresarios y estudiantes, a quienes les aumentan los impuestos y deterioran la vida, tras una reforma afortunadamente reculada por Ortega, que originó días de protestas y al menos una decena de muertes?
El gobierno de Ortega, incapaz de ajustarse la correa, pensaba seguir gastando a manos llenas para mantener en el poder una extraña alianza compuesta de antiguos guerrilleros, ricos en un país muy pobre, con grandes empresarios a los que Ortega les permite trapacerías a cambio de ver al techo cuando violan la Constitución.
Acabadas las ayudas bolivarianas a Daniel Ortega le quedaba hacer lo que cualquier gobernante sensato haría: Valga decir un corte gastos superfluos y facilitar la creación de nuevas riquezas para mejorar la recaudación… pero eso es mucho pedir.
Ortega tomó un camino más fácil: ¡Meter la mano en el bolsillo de empresarios y empleados para cubrir el déficit estimado en 250 millones de dólares que tiene la seguridad social nicaragüense!
Antes de seguir no está de más notar que la seguridad social manejada por Daniel Ortega y sus compinches es fuente de financiamiento del gobierno, origen de riquezas no trabajadas y populismo electoral.
¡Nada que no hayamos visto los venezolanos!
Pero en Managua, Estelí, Masaya y otras ciudades una generación que no había nacido cuando los Sandinistas erigieron barricadas… levantó adobes, lanzó tachos de basura a la calle y se parapetó tras los pupitres que sacaron de sus aulas.
Los muchachos allá piden cambio… y en eso se parecen a nuestros milenios que sin embargo no lucen muy dispuestos a levantar barricadas y más bien exteriorizan la repulsa a un presente de hiperinflación, desempleo, violencia y putería… marchándose lo más lejos posible… rumbo al extranjero.
Pero como en América Latina no todo es color de rosas, tampoco muy oscuro, en Nicaragua a pesar de que allí hasta hace poso hubo una relativa prosperidad… salieron a la calle algunos ladrones dispuestos a saquear supermercados en medio de las justas protestas contra el paquete de Daniel Ortega.
No me centro en que hay quien dice que los saqueadores nicas se alimentan de grupos sandinistas a los que las policías dejaron actuar… eso son especulaciones. Prefiero notar que en Nicaragua a raíz de los saqueos aparecieron como por milagro personas opuestas a la violencia y dispuestas a hacer cumplir la ley que es el trabajo que no hacen las policías: ¡Unos vecinos –pobres porque no parecían ricos o enchufados que allá también los hay- le decomisaron el producto del pillaje a los saqueadores y devolvieron lo robado a los supermercados!
¡Ni en Europa o USA que yo sepa ha sucedido algo similar! Una acción como para soportar las esperanzas más remotas.
Mientras tanto en nuestra Venezuela desafortunadamente este tipo de vecinos dispuestos a que el orden, la ley y los principios morales prevalezcan… simplemente o no existen o están escondidos sabiéndose en minoría absoluta.
El cambio muchos aquí lo ven como oportunidad para robar al prójimo, dar rienda suelta a la envidia, hacer lo mismo que nos ha llevado a la ruina pero con otros personajillos… y nadie señala que un cambio así ni siquiera vale la pena porque situaciones semejantes las hemos visto en el pasado… sin resultados positivos.
Por ejemplo cuando comenzó el desmantelamiento de la industria petrolera venezolana, hace décadas, en el momento en que compatriotas sinvergüenzas, pensando en sus ganancias personales y no en el país, a pesar de sus alegatos en contrario, le azuzaron el ego a Carlos Andrés Pérez para que adelantara la estatización de la industria petrolera… y pidieron “cambio” bajo el falso razonamiento de que “había llegado el tiempo para que los venezolanos manejáramos la industria petrolera”… pasando por alto que en ese entonces habían venezolanos que lo hacían muy bien… en las petroleras privadas.
O cuando la politiquería adeca y luego copeyana comenzó a deteriorar la educación… nombrando a dedo a sus cuadros políticos como “supervisores”… que no tenían que dar clases –Aristóbulo sabe de eso-… cuadros que ganaban más que los maestros con vocación… en ese entonces tampoco nadie elevo sus protestas.
Un “cambio” para traer a PDVSA gente resentida que serían los mayores enemigos de vender lo que décadas de politiquería acabó… para seguir jactándose de tener “la mejor educación” cuando eso es mentira… para gastar más de lo que ingresa… sea quemando lo que el FMI le facilite a un gobernante populista… no vale la pena.
Mientras tanto el recule de Daniel Ortega que puso sus bigotes en remojo debe tener en Miraflores, cerca de “la silla”… una palangana llena de agua… no vaya a ser que el modelo nicaragüense se repita.