Debo admitir sin ningún recato, más allá del sobrio análisis político que se pudiera hacer, que no me abandona la fantasía de que una mañana de estas, los venezolanos nos levantemos encontrándonos con que los que han destruido nuestro país estos largos angustiosos 20 años, han agarrado sus macundales y aterrizado en Cuba, Nicaragua o Yemen del Sur, da igual donde sea, para quedarse en uno de esos lugares para siempre jamás.
Me dirán que estoy chalado o que soy un iluso al pensar en un desenlace como ese para nuestra tragedia nacional; pero, de verdad, no descarto esa posibilidad, y cada día que pasa la veo más factible.
El estado caótico de la economía y las finanzas nuestras, y lo que se ve hacia adelante, si no se corrige el rumbo suicida a que nos han llevado los delirantes que gobiernan, a cualquiera le pone los pelos de punta. Es escalofriante lo que los especialistas avizoran en el horizonte próximo; es como para salir corriendo de puro espanto.
Es una catástrofe lo que vemos a diario donde quiera que vayamos. El hambre golpea a más y más gente. La hiperinflación es insoportable. El descalabro de los servicios públicos es desolador. El sector público económico ha sido demolido. Y ni hablar del privado.
A los trabajadores de los distintos sectores les está resultando más rentable no ir a trabajar que hacerlo, porque para el pago, cuando pueden hacerlo, del transporte, y sufragar los gastos de comida en la calle, sus sueldos no alcanzan. Es más soportable quedarse en casa que ir al sitio de trabajo. ¿Para que trabajar? Es preferible renunciar al cargo que se tiene y dedicarse al bachaqueo, que al final podría ser más beneficioso, o buscar la manera de emigrar a otro país, buscando la vida que se les niega en el propio.
En efecto, en mi fantasía veo que los que nos desgobiernan, los milicos y su presidente, se darán cuenta un día de que no pueden seguir sosteniendo la situación, que se les ha ido de las manos el país, y que, al fin, conscientes del enorme estropicio perpetrado, de su incapacidad y sobre todo, del dinero mal habido que pueden perder, en un arrebato de realismo y sinceridad consigo mismos, admiten que no pueden más y………. paticas pa’ que te tengo.
Claro, me dirán que hay algunos que no tienen para donde ir, porque la DEA o la Interpol les colocarán las esposas con seguridad, no hay duda. Pero esos delincuentes son los menos, aunque tengan un enorme poder hoy. Los otros, los que tienen aún un escondrijo en el que meterse, no tendrán empacho en abandonarlos a su suerte y así salvar el pellejo.
La presión internacional contra la tiranía no cede y se profundiza. Es el complemento a la nacional, la cual debemos poner en práctica con mucha más fuerza.
El sainete electoral que tendrá lugar el 20 de Mayo, contra el que se está librando una batalla política, legal y moral, es repudiado por las democracias del mundo y múltiples organizaciones y personalidades internacionales, así como por la mayoría del pueblo venezolano.
No es reconocido tal evento “electoral” como válido por la comunidad internacional, tampoco lo será su resultado, que de antemano sabemos cuál es, por más que algunos interesados en posicionarse políticamente pretendan convencernos de otra cosa.
Preparémonos para cuando llegue el momento de la partida de los perversos demoledores del país. Falta mucho menos para ello. Sigamos exigiendo elecciones libres y supervisadas por órganos nacionales e internacionales imparciales, a la par que acompañemos al pueblo en sus más sentidos reclamos y protestas, entre otros, el deseo de que se vaya Maduro y su pandilla.
Desechemos la frivolidad de decir que como no habría ruta alternativa al voto, se debe participar porque sí. Como si una elección convocada ilegalmente por un ente espurio, con inhabilitaciones de políticos y partidos, sin garantías, ni observación y vigilancia electoral internacional, repudiada por la mayoría de las democracias del mundo, por la iglesia, las universidades y la mayoría de los venezolanos, no fueran razones suficientes para no bailar al son electoral que el gobierno impuso.
Yo sigo esperando que mi fantasía se haga realidad. ¡Ojalá y sea muy pronto! Puede que tal día maravilloso se de en el momento menos pensado. Soñar es gratis, y a veces los sueños se cumplen.
EMILIO NOUEL V.