José Antonio, primo, crecimos como hermanos, éramos los únicos hijos varones en nuestras familias, fuimos juntos a los colegios y solo nos separamos durante los estudios superiores, tanto de universidad como de posgrado, pero pronto nos encontraríamos de nuevo en las lides que ambos entendíamos y veíamos como potencial para el desarrollo en nuestro país.
En los años setenta comenzamos a realizar sondeos de opinión y su derivación lógica, estrategias políticas, electorales o de gestión. Formamos el informal grupo de investigación Grupo Mara y contribuimos a las políticas electorales de 1973 y 1978, ayudamos en algunas contiendas como las del estado Barinas y trabajamos con y por muchos políticos serios que nos han dejado en sus memorias ejemplares rutas.
Con preocupación he visto cómo a pesar de mantener una profunda admiración por tu formación profesional y tu metodología en la investigación social, has llegado a una conclusión absolutamente inaceptable desde el punto de vista ético y menos aún patriótico.
Con mucho dolor he visto cómo se han empeñado tanto tú como tu socio, mi amigo Luis Vicente, en estimular el acto de votación en las fraudulentas elecciones del 20 de los corrientes. Es verdad que Luis Vicente muy acertadamente declaró que él nunca le diría a nadie por quién votar, eso se desprende de cualquiera que respete el acto de depositar el voto como manifestación de voluntad personal; dirigir el voto es en esencia anular la razón de su existencia. Bravo por Luis Vicente, pero la realidad es que siguen ustedes llamando a participar en una tristísima farsa que ni nuestro antepasado Andueza Palacio la hubiese hecho peor.
José Antonio, Luis Vicente, no soy yo nadie para decir por quién se ha de votar, pero sí soy uno de esos compatriotas que ha sufrido la extendida falta de respeto a nuestra Constitución, a las leyes y muy en particular a las del sufragio como para solicitar y lograr que la comunidad de naciones civilizadas hayan declarado su desconocimiento a esta pantomima.
Si el mundo entero, salvo Cuba, Bolivia y Nicaragua, le han visto la trampa a este llamado, ¿qué ha faltado para que ustedes lo vean?
Estimular la participación al sufragio por algún algoritmo que concluye que si participan más de tantos votantes se ganaría, no es razón suficiente para avalar el secuestro del cual somos víctimas, comandado por el CNE espurio.
Llamen a lo racional, a lo moral, a lo único que puede respetar un ser que rehúse ser utilizado como justificante de una victoria predeterminada para así comenzar otro evento más asqueroso, como será la convocatoria al derrotado a participar en un diálogo en la seudorepresentación de la minoría.
Abre los ojos y oídos José Antonio, te lo piden tu primo y Venezuela.