Griselda Reyes: La votación es más fuerte que la bala de fusil

Griselda Reyes: La votación es más fuerte que la bala de fusil

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Faltando tan pocos días para participar del proceso electoral a través del cual los venezolanos tendremos la facultad de sustituir a Nicolás Maduro de la Presidencia de la República, quiero comenzar este artículo con una frase de Abraham Lincoln: “Una papeleta de voto es más fuerte que una bala de fusil”.

Lincoln, además de ser el Presidente número 16 de los Estados Unidos, es reconocido por su participación decisiva en la Guerra de Secesión o Guerra Civil estadounidense – considerada como el conflicto más sangriento de la historia de ese país –, pero también por ser un extraordinario político, astuto y sagaz, a quien correspondió abolir la esclavitud, preservar la Unión, fortalecer el gobierno federal y modernizar la economía. Quizás lo más importante de todo es que logró impulsar una moderada reconstrucción de los EUA mediante una generosa política de reconciliación nacional.

Es decir, que si hay alguien que supo de guerra y de paz, ese fue Abraham Lincoln.

Por eso, empiezo mi escrito de hoy con esa frase tan significativa en momentos de tantas dificultades para Venezuela, porque quisiera que la mayoría de nuestra población habilitada para votar, y particularmente aquella que de manera absurda llama a la abstención, entienda el poder que cada uno de nosotros tiene en sus manos.

El voto es un arma y es un arma muy poderosa, pero además temida por los gobiernos dictatoriales, totalitarios y autocráticos.

¿Creen ustedes que Nicolás Maduro iba a girar instrucciones al CNE para convocar un proceso limpio, transparente, prístino, a sabiendas de que 82% de la población lo rechaza? Eso es ser demasiado iluso.

Y ante esa realidad tuvo que hacer gala de todas las artimañas posibles para aferrarse al poder: abusar del cargo que ejerce; utilizar los recursos del Estado para financiar su propaganda electoral; comprar votos; inhabilitar a potenciales contendores y algunos partidos políticos; meter a la cárcel a ciudadanos por protestar, por escribir un tuit o por manifestarse abiertamente en su contra; amenazar a los beneficiarios de programas sociales con quitarles las limosnas que les da si no votan por él y cometer otros tantas iniquidades ante la mirada complaciente de quien se dice árbitro electoral.

Pero… Siempre hay un pero y éste le cayó como anillo al dedo a Maduro: la propia oposición dividida y matándose entre sí por la candidatura de Henri Falcón Lara. Ese indiscutible mayoritario porcentaje de la población que tanto desea la salida de Maduro, perdió el foco. Mientras los más juiciosos llaman a votar, otros lo hacen en defensa de la abstención, incluidos partidos políticos que hasta ayer pedían a sangre y fuego el adelanto de las elecciones presidenciales.

¿Por qué tenemos que conformarnos con que nos sigan gobernando unos tramposos? ¿Por qué no podemos aspirar a ser un país normal, desarrollado? ¿Estamos tan quebrados física, emocional y espiritualmente como para preferir que Nicolás Maduro se mantenga en el poder seis años más, antes que darle la oportunidad a Henri Falcón? Falcón tiene un programa de transformación para Venezuela que invito a revisar, Maduro ofrece profundizar su programa de involución, de retroceso y de control.

Y citando de nuevo a Lincoln “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”, hoy llamo a la sensatez de los venezolanos para que entiendan que el enemigo está en Miraflores, no en la oposición, y que si bien ya este país no se deja engañar tan fácilmente por gobernantes mediocres – pues la mayoría de los estudios de opinión coinciden en que los venezolanos responsabilizan a Nicolás Maduro de la crisis que vivimos –, tal vez una actitud errada de un porcentaje importante de la oposición podría catapultar a Maduro como dictador.

“Los malos gobernantes son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan”, decía George Jean Nathan, escritor y editor estadounidense, y en nuestro país no es la excepción. Todas las veces que nos hemos abstenido de votar, el oficialismo ha conseguido – mediante trampas y fraudes –, atornillarse en el poder.

2005 fue un año terrible. La oposición, creyendo que haría tambalear al chavismo, se abstuvo de manifestarse electoralmente en las elecciones legislativas de ese año, cuando el gobierno nacional utilizó las tarjetas “morochas”, en un ventajismo abierto y descarado contra las organizaciones con fines políticos de oposición. A pesar de que el grueso de la oposición se abstuvo, partidos políticos como el MAS y Primero Justicia llamaron a votar y participaron.

Esa iniciativa de abstención es la causante de que hoy ninguna institución del Estado sea autónoma. A Hugo Chávez se le entregó la Asamblea Nacional en bandeja de plata en 2005 y esa decisión representó la partidización de todos los poderes públicos (el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, el Banco Central de Venezuela, la Fiscalía General de la República, la Contraloría General de la República y la Defensoría del Pueblo).

Cada vez que la oposición ha llamado a la abstención, ha representado un revés importante para el país y ha consolidado al oficialismo.

Abstenerse el año pasado en las elecciones regionales – a las cuales asistió la oposición con el respaldo de todos los partidos de la MUD –, hizo que el gobierno ganara 17 de 23 gobernaciones de estado, que al final fueron 19, porque se quedaron con Zulia y Bolívar, y posteriormente abstenerse en las elecciones municipales, hizo que el oficialismo arrasara con 307 alcaldías de un total de 335. La oposición a rastras conservó 28.

Entendiendo perfectamente el malestar de quienes no quieren ir a votar el domingo y respeto su decisión, pero sólo les pido que hagan un ejercicio mental y sopesen las razones por las cuales hay que votar y las razones por las cuales no.

En estos momentos, considero que es necesario dejar de lado el debate en torno a la legalidad o no del proceso electoral. La Asamblea Nacional Constituyente es írrita, eso lo sabemos, pero ella sigue ejerciendo sus funciones, al igual que el resto de los poderes públicos partidizados.

Creer que no votar el 20 de mayo debilitará a Nicolás Maduro, es una ilusión; creer que no votar el 20 de mayo hará que la FANB desconozca a Maduro, es una ilusión; creer que no votar el 20 de mayo agilizará la intervención de los marines norteamericanos en nuestro país, es una ilusión; creer que no votar el 20 de mayo movilizará a la comunidad internacional para meterse en Venezuela, es una ilusión; creer que no votar el 20 de mayo activará a los militares institucionalistas a dar un Golpe de Estado, es una ilusión.

Miren al Estado socialista autosuficiente Corea del Norte, dirigido desde 1948 por la dinastía Kim Il-sung, Kim Jong-il y Kim Jong-un. Ellos tienen formalmente elecciones cada cinco años. Miren a la República de Cuba, en manos de los hermanos Castro Ruz (Fidel y Raúl) desde 1959 y ahora bajo la tutela de su protegido Miguel Díaz.

¿Cuántos años han transcurrido y la comunidad internacional no ha hecho más allá que aprobar bloqueos económicos que, lamentablemente, sólo perjudican a los habitantes de ambos países, porque sus líderes viven con todos los privilegios que esas “democracias populares” – que rigen ambos estados socialistas con sistemas marxistas – leninistas –, les pueden proveer?

No nos engañemos. La salida a la crisis la tenemos los venezolanos en nuestras manos. Hay miles de razones para salir de Nicolás Maduro. No debemos perder el foco. Todos queremos vivir en una Venezuela de oportunidades. No desaproveches la única herramienta constitucional y pacífica, que nos permitirá cambiar el panorama actual.

Sabemos que el Psuv hará todas las trampas imaginables para ganar el domingo, para abultar las cifras, para declararse “triunfantes” con más votos de los obtenidos por Chávez en su mejor época.

Ganar con una minoría de votos, expondría a Maduro al peor de los escarnios, pero esa votación igual lo “legitimaría”; por eso si no votamos, inflarán las cifras para evitar la mofa.

Si votamos de manera contundente, como lo hicimos en 2015, podemos arrebatarle el triunfo con un porcentaje significativo. Maduro sabe que no tiene más de 5 millones de votos – ni siquiera comprados a través del Carnet de la Patria –, pero también sabe que una votación masiva a favor de Henri Falcón, le va a mover el piso político que es sostenido sólo por los militares. Por eso el primer interesado en fomentar la abstención es Nicolás Maduro.

Y así como empecé con una frase de Abraham Lincoln, voy a terminar con una de David Lloyd George, político británico, quien también supo de guerras y de paz, pues fue primer ministro del Reino Unido durante la última etapa de la Primera Guerra Mundial y los primeros años de la posguerra: “Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel”.

Ya sabes, el domingo 20 de mayo ¡VOTA!

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