Las detenciones por rebelión y deserción están aumentando drásticamente en las fuerzas armadas venezolanas, un pilar del gobierno del presidente Nicolás Maduro, en medio del descontento por la escasez de alimentos y la pulverización de los salarios, según documentos y entrevistas de Reuters a militares.
Los documentos de las fuerzas castrenses vistos por Reuters muestran que el número de soldados detenidos por traición, rebelión y deserción aumentaron a 172 en los primeros cuatro meses del año, tres veces y media más que en el mismo período de 2017.
Exoficiales militares dijeron que las cifras reflejaban un aumento dramático en el nivel de disidencia en las fuerzas armadas. En todo 2017, un total de 196 soldados fueron arrestados por cargos similares, de acuerdo a los documentos.
Mientras Venezuela se prepara para votar el domingo en las elecciones presidenciales, que la oposición dice están “viciadas” para consolidar a Maduro en el poder, las fuerzas armadas están bajo constante revisión.
Más de 300.000 soldados y policías estarán el domingo en los centros electorales en la elección presidencial de Venezuela, resguardando, lo que los críticos dicen es un voto manipulado para consolidar en el poder a Maduro.
“Me deprimo al abrir mi nevera y no ver carne, pescado, pollo, jamón, queso, y otros alimentos de la cesta básica”, dijo un sargento mayor de la Guardia Nacional, de 42 años, con más de 20 años de servicio, que pidió omitir su identidad por temor a represalias.
“En mis primeros años en la institución, con mi primer bono de aguinaldos hasta un juego de muebles compré, así como mercado y ropa para mi familia, ahora con eso solo compro tres cartones de huevos y dos kilos de azúcar”, dijo en la fronteriza ciudad de San Cristóbal.
El ministerio de Defensa y el gobierno no respondieron a una solicitud de comentarios. El Gobierno ha dicho que la disidencia militar es aislada, de pocos funcionarios, y no una situación generalizada en todas las fuerzas.
Primera línea de defensa
Durante meses de protestas de la oposición el año pasado, miembros de la Guardia Nacional fueron la primera línea de defensa de Maduro contra los manifestantes, quienes recibían gases lacrimógenos y perdigones de goma como respuesta a las piedras y cócteles molotov. Al menos 125 personas, incluidos guardias nacionales y policías, fueron asesinados.
Pero en privado, algunos reconocieron que estaban exhaustos, empobrecidos, hambrientos e incluso simpatizaban con los manifestantes.
La crisis económica en Venezuela ha empeorado drásticamente, con una inflación anual de aproximadamente 14.000 por ciento, según datos de la Asamblea Nacional controlada por la oposición, los soldados y policías se han unido a cientos de miles de venezolanos que migran a otros países.
Gerson Medina, un policía, de 36 años, del fronterizo estado Táchira, dijo que se fue a Perú el año pasado después de diferencias políticas con sus superiores.
“Lamentablemente muchos seguirán saliendo hacia América Latina y Europa, porque estas elecciones están tratando de dibujar una falsa democracia en Venezuela y después del 20 de mayo Nicolás Maduro seguirá de dictador en nuestro país”, dijo en una entrevista telefónica.
Maduro ha dicho que las elecciones son transparentes y ha acusado a la oposición de no participar sólo porque saben que perderán.
Si bien no hay datos oficiales sobre la salida de 120.000 efectivos de las fuerzas armadas venezolanas, las entrevistas con soldados en servicio y soldados retirados, así como los documentos militares internos indican que cientos o más han partido en el último año.
Desde que el soldado retirado Hugo Chávez llegó al poder en una elección en 1998 en medio del descontento popular con los gobernantes de entonces en Venezuela, el ejército ha jugado un papel de liderazgo en la revolución socialista que lleva dos décadas en el poder.
Bajo el mandato de Maduro altos oficiales militares han asumido roles prominentes y lucrativos dirigiendo varios ministerios, así como también la petrolera estatal PDVSA y un programa estatal de distribución de alimentos llamado CLAP.
En público, los altos mandos militares respaldan a Maduro e ignoran las apelaciones de la oposición para intervenir y evitar lo que dicen es una consolidación de una dictadura.
Sin embargo, el gobierno de Maduro se refiere con frecuencia a complots golpistas frustrados en su contra y ha sofocado algunas rebeliones pequeñas pero de alto perfil dentro de las fuerzas de seguridad.
El año pasado, el oficial de policía Óscar Pérez secuestró un helicóptero y disparó contra edificios del gobierno en lo que dijo era una acción contra un “dictador”. Pérez fue perseguido y murió en un operativo de las Fuerzas venezolanas en enero.
Un capitán de la Guardia Nacional, Juan Carlos Caguaripano, a principios del año 2017 atacó una base militar con un grupo de oficiales militares. Fue capturado poco después.
Destitución de militares
En agosto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con una intervención militar en Venezuela, una medida probablemente impopular en la región y vista con recelo por los países vecinos.
En febrero, el entonces secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, sugirió la posibilidad de que militares venezolanos derrocarán al presidente sin embargo, dijo que no sabía si realmente va a ocurrir.
“Si se refería o no, Tillerson estaba señalando la aceptación previa de los Estados Unidos a un golpe militar para remover a Maduro”, dijo un exfuncionario de alto cargo de la CIA bajo condición de anonimato.
“Algunas de las acciones más grandes apoyadas por Estados Unidos no fueron ejecutadas por personas que contratamos o entrenamos para esa tarea. Fueron hechas por mediadores, quienes una vez que vieron lo que nosotros aprobamos, hicieron su jugada”, dijo un oficial.
En las últimas semanas, algunos inversores han comprado bonos de deuda venezolana en “default” (en cesación de pagos), ante los rumores que una eventual reelección de Maduro podría motivar a los militares a intervenir para evitar el colapso económico.
Venezuela no es ajena a los golpes militares.
Maduro conoció a Hugo Chávez poco después que el exparacaidistas y expresidente venezolano intentara tomar el poder con las armas en 1992.
Una década más tarde, como presidente, Chávez fue derrocado brevemente por oficiales castrenses y líderes empresariales.
El exmayor general del Ejército y exministro del Gobierno de Chávez y Maduro se deslindó del actual mandatario y ahora vive en Estados Unidos. El exfuncionario no cree que ocurra un alzamiento militar contra Maduro.
“Para dar un golpe militar, debe existir una coordinación política con una oposición relativamente fuerte, creíble y unidad. Y hoy eso no existe”, dijo en una entrevista con Reuters, refiriéndose a la fragmentada oposición política del país.
Mientras tanto, algunos soldados en Venezuela admiten su descontento, pero quieren quedarse en el Ejército.
“No podemos estar felices con esta situación. Yo amo a mi país, no me voy”, dijo un soldado de la Guardia Nacional, con más de una década de servicio, en un puesto de comando en Táchira.
“Estaré aquí para apagar la luz cuando ya todos se hayan ido”, añadió.
Reuters