Gervis Medina: Bochinche… bochinche… ¡En este país no hay sino bochinche!

Gervis Medina: Bochinche… bochinche… ¡En este país no hay sino bochinche!

Gervis Medina @gervisdmedina
Gervis Medina @gervisdmedina

Estas palabras fueron pronunciadas por “Sebastián Francisco de Miranda” al ser arrestado por sus compatriotas en La Guaira, la madrugada del 31 de junio de 1812. ¿Es que acaso uno puede condenarle por haber capitulado con Monteverde? Es muy fácil desde el 2018, condenar y juzgar, pero “estudiamos la historia para librarnos de la historia”. De algo tiene que servir estar en el 2018 y no en 1812.

¿Expresaría esta frase, por avatares del destino, una sentencia de ruina y caos para el pueblo venezolano? ¡Pues! el tiempo parece que repite temas; y parece hallarse en sintonía con la anarquía, desmoralización y desorden como modus vivendi, en nuestros tiempos.

“Maduro gran fanfarrón” truhán de pies a cabeza, sacrifica a la nación por su incapacidad y torpeza. “Ese bochinche” en el cual está convertida la “Oficialidad Gubernamental” es el mismo al cual se refiere “Miranda” en aquella célebre frase y, al hacer dicha exclamación, el precursor definió (quizá sin saberlo) una realidad que ha acompañado a la sociedad venezolana desde aquel entonces, o quizá mucho antes, hasta nuestros días. Los pueblos, no muy acostumbrados a la organización están destinados al eterno fracaso. Por cuanto no asimilarán el espíritu de orden, disciplina y responsabilidad, necesario en toda agrupación de individuos reunida bajo una serie de fines comunes, y Venezuela no es la excepción a la regla.





Ahora, el fantasma del militarismo, revestido de principios sin asidero y empleando préstamos ideológicos de doctrinas fracasadas y perjudiciales para el progreso. Un fantasma llamado socialismo del siglo XXI que quiere, no sólo desangrar una nación que otros no desangraron por completo, sino también crear conciencia de caos, de desorden y anarquía para finalmente instalar su reinado representado en la hegemonía de un grupo de autoritarismo militarista retrógrado.

La “Representación Oficialista”, ha sido exitosa en destruir el país, aumentando la corrupción de sus séquitos, destruyendo las instituciones, aumentando el crimen, pulverizando la economía, creando un Estado deletéreo y una sociedad criminógena, además de dividir a la “Oposición Representativa” ¡Si algo sabe hacer muy bien! ¡Es hacerlo muy mal! y vean que saben jugar duro. Quien tiene el Poder y transgrede la norma, puede llegar a convertir eso, en un arma eficiente para manejar el conflicto.

Obliga a la otra parte, desde un punto de vista racional a sentarse para tratar de llevar a quien tiene el Poder a un escenario de respeto y de más consciencia. El Gobierno, ha jugado con una estrategia consciente, intuitiva, más no intelectual, tal como el jugador de billar que conoce la mesa y juega como si supiera de física y fuerza de choque. No apegado a criterios morales, reconoce que no tiene fuerza de calle, pero tiene instituciones.

“La Oposición Representativa” ha jugado de manera timorata, equivoca, imponiéndose la fuerza cuando no debe, haciendo fundamentalmente amenazas no creíbles, faltándole un grupito en el Whatsapp y retractándose (yo no sabía, a mí no me dijeron, falta poco, ilegitimo, votemos, no votemos, hemos ganado pero no tenemos el Poder). No ha demostrado actuar movida por consideraciones “estratégicas” sino de manera errática, incluso algunas veces por impulsos emocionales y egocéntricos, otras por principios morales o legales y otras más por el trauma causado en sus intentos fallidos de rebeldía. Desde hace un tiempo, pareciera estar dominada por el principio, de que valorar la paz, equivale a no estar dispuestos a asumir los costos de un conflicto, que se va convirtiendo en horror.

Este horror que se vislumbra, señores dirigentes de la “Oposición Representativa”, es también responsabilidad vuestra. El mejor escenario para la “Representación Oficialista” es el de una oposición dividida. Un grupo dispuesto a desaparecer a uno y otro grupo dispuesto a desaparecer al otro. No se puede solicitar reglas democráticas y republicanas a quien no tiene escrúpulos como verdugo. En una situación como esta, todos los argumentos parecen razonables y a la vez fallidos. Quizá por ello nos agredimos entre nosotros mismos. Alguien dijo “el hombre es el lobo del hombre” pues este axioma está vigente en nuestra “Oposición Representativa” que solo he visto desde el teclado y en la calle como se agreden los unos a los otros. Sin saber que nos necesitamos los unos a los otros, como una comunidad de voluntades y asuman el “Compromiso” de rescatar a la sociedad.
Me parece absurdo el odio y la descalificación. Nadie tiene la fórmula mágica para salir de esta catástrofe. Las acusaciones de traición y colaboracionismo que a diario se ve en las redes sociales, quizá se deba a que nadie imaginó que podíamos alcanzar estos niveles de horror.

Espero, que cualquiera de mis amigos, colegas, o ex colegas, o próximos a ser amigos, que hayan sido afectados por la aniquilación política y partidista del país, se hagan cargo, y comprendan totalmente, la falta de liderazgo racional y cientista con la que ha sido necesario actuar. Diré a ustedes que necesario está más que una “Unidad” es una “Comunión de Partidos Políticos”
representados desde la sociedad civil, gremios, asociaciones, en fin cualquier forma moral o ficción jurídica que aporte en la propuesta de la construcción de un renovado liderazgo. Un plan y proyecto con fines de recomponer el país. “No tengo nada que ofrecer, sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” como diría Churchill asumiendo el gobierno en 1940. Recordando, que las pasiones son un elemento presente en la conducta humana. El ser humano frente a la posibilidad de su exterminio se alía, se organiza, aparta para más tarde las diferencias, que frente a la aniquilación total, lucen momentáneamente superfluas.

El gran problema de Venezuela, son sus propios habitantes. Vivimos una situación de caos y anarquía como en los primeros años de la guerra de emancipación suramericana, y aunque logramos la independencia política, vivimos en una combinación de terror a la autoridad y desprecio a las leyes. Aunada a la herencia del absolutismo monárquico, transformada en militarismo y personalismo, que pasando por el sendero del caudillismo, nos estacionamos en el desmoronamiento como una sociedad de pendejos.

Por ello, la histórica frase de Sebastián, el Generalísimo Miranda nos debe llamar, no sólo a la reflexión, sino a un genuino despertar de conciencia y espíritu nacional. Nuestra situación antecede a un futuro período de anarquía que el actual gobierno allana para su beneficio (nada como reinar sobre el caos).

Es tiempo de ser proactivos, mediante la palabra, el pensamiento y la acción de nuestra democracia y libertad. Pero si no reaccionamos, y una vez pasado este doloroso capítulo de nuestra existencia como país, no asumimos el ideal de orden y progreso en libertad, estaremos a riesgo de que lo que hoy ocurre. Se repita en un futuro y no con la izquierda arcaica, sino con la derecha retrógrada. Y puede que así acontezca tomando en cuenta que, a juicio de algunos sociólogos, la gran virtud de los venezolanos es el desorden o, mejor diré, el bochinche, el bochinche mijo.

Gervis Medina