En el mes de marzo los venezolanos vimos con esperanza y beneplácito la creación de un “Frente Amplio” que tendría como objetivo principal la reagrupación de “todos los ciudadanos que entienden la necesidad de unir a toda la sociedad en la causa común —más allá de las diferencias ideológicas-: ¡La recuperación de la democracia en Venezuela!”, ante la frustración y desencanto imperante en la sociedad por los graves y costosos errores cometidos por la dirigencia opositora en el año 2017.
Bajo las directrices del Frente Amplio Venezuela Libre no acudimos a la farsa electoral del 20 de mayo de 2018 utilizando, acertadamente, la herramienta de la abstención como mecanismo político de protesta por la ilegal convocatoria y la falta de condiciones y garantías mínimas que requiere un proceso electoral. La demoledora soledad, el ensordecedor silencio en todas las calles del país, la ausencia absoluta durante todo ese domingo en los centros electorales; así como los desesperados llamados filtrados a través de las redes sociales de los líderes del chavismo, presionando para intentar movilizar a sus decepcionadas bases dejó clara evidencia del absoluto rechazo y repudio de los venezolanos a la dictadura de Nicolás Maduro. Finalmente, los absurdos y abultados resultados anunciados por Tibisay Lucena, con todo y su manipulación de cifras, demostró que la mayoría del país nunca estuvo de acuerdo en participar en un proceso viciado, y que ya no cree en nada que provenga del gobierno ni sus sometidas instituciones; así como tampoco en sus colaboradores disfrazados de opositores. La inmensa mayoría de nuestra población en capacidad de votar demostró estar preparada para el reto histórico que tenemos de recuperar la democracia y la institucionalidad de Venezuela.
Lamentablemente después del 20 de mayo, el Frente Amplio parece haber perdido el rumbo. Se le ve errático, pareciera no entender el mensaje de la mayoría que se abstuvo de participar en la farsa electoral.
Hacerse eco de la propuesta de Henri Falcón, de realizar unas nuevas elecciones en el último trimestre de este mismo año, sin lograr los cambios políticos necesarios es más que un error inexcusable. Con el argumento de la “unidad superior” para lograr una “reunificación”, se pretende que algo que no se trató de simples diferencias sobre la estrategia para enfrentar al régimen sino que a todas luces se evidencia como oportunismo y colaboración para brindarle esa “elección” que tanto necesitaba Maduro, sea perdonada y olvidada. Y no se trata de enfrentarse con quienes en algún momento resolvieron romper la decisión de la mayoría dándole al gobierno la posibilidad de legitimarse en un “proceso electoral” cuyos resultados conocíamos todos (incluso Falcón y su comando de campaña), pero si se hace necesario preguntarse ¿realmente suma para la causa de liberar a nuestro país un acercamiento con personajes cuyo comportamiento ha sido tan reprochado y descalificado por la inmensa mayoría?
La unidad debe ser la base desde la cual buscar mayor fortaleza e integración. Pero no nos equivoquemos, la Unidad no es —ni debe ser- la meta; es tan solo una herramienta necesaria para que tengamos el verdadero poder para lograrlo.
Por otro lado, este fin de semana, la dirigencia del Frente Amplio decidió hacer como actividad proselitista en cada municipio del país, encabezados por el diputado de la Asamblea Nacional correspondiente a ese circuito, un sancocho para repartirlo entre los vecinos. ¡Si! Así como lo están leyendo, el Frente está usando la misma estrategia populista del pastor Javier Bertucci —entre otros repartidores de sopa-; y es que el populismo no obedece a una ideología, es más bien una estratagia baja y perversa para manipular y aprovecharse de los ciudadanos, de cuál parecen aprovecharse todos.
El populismo que tanto le criticamos al chavismo y que es el mismo que en buena medida nos arrastró a sus fauces, pareciera que ahora es la estrategia del Frente Amplio; es decir, en vez de combatir al régimen con la fuerza moral que se requiere, pareciera que la decisión fue imitarlo. Resulta que ahora la gran panacea para resolver los problemas sociales y políticos del país es hacer ¡sancochos populares! Todos estamos conscientes del terrible drama del hambre y desnutrición existente en nuestro país y, nadie niega, la inmensa necesidad de ayuda y asistencia que hay en casi todos los estratos de nuestra población, pero no es con el hambre de nuestros vecinos que se debe hacer política. Y si acaso esta visión es equivocada y no es por populismo sino que la intención es realmente noble y desinteresada, el frente debe aliarse a organizaciones no gubernamentales: iglesias, fundaciones nacionales o internacionales o cualquier otra forma asociativa que tenga como misión brindar ayuda humanitaria, sin fotos, ni publicidad, sin exhibicionismos oportunistas sino dando un apoyo sincero y efectivo a quienes más lo requieren. De lo contrario quedará demostrado que, tras 18 años de revolución, no solo nos hemos empobrecido económicamente sino también de valores y principios políticos.
El Frente Amplio debería de inmediato enfocar su accionar en el acompañamiento ciudadano, proponiendo y explicando claramente la forma en que saldremos de esta tragedia que estamos viviendo y como transformaremos la realidad actual; documentando casos, alzando la voz por los derechos de todos, ejecutando acciones públicas y no publicitarias. Hechos y acciones efectivas, no efectistas.
Como ciudadana y también como luchadora social y política, hago un llamado a la revisión de estas actitudes. Con mucha humildad y respeto les pido que evitemos nuevas frustraciones, desencantos y abandonos a esa inmensa mayoría que se expresó silenciosamente el 20 de mayo. Estamos obligados a entender el mensaje y a ponernos a la altura de esa ciudadanía que nos reclama coherencia, no solo en el discurso, sino también en la acción; y que nos exige una estrategia clara, transparente y decidida para impulsar a Venezuela hacia un mejor destino.