¿La histórica cumbre del martes en Singapur le valdrá a sus protagonistas, el presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano Kim Jong Un, el premio Nobel de la paz? Posible, pero prematuro, estiman los expertos, que recuerdan que el Nobel “no es un premio para santos”.
Trump y Kim firmaron en Singapur un documento que reafirma el compromiso de Corea del Norte para una “desnuclearización completa de la península coreana”, un desarrollo que algunos querrían que sea recompensado con el Nobel de la paz.
Pero los especialistas del Nobel son prudentes sobre el tema, en particular por la personalidad de los dos protagonistas: uno pateó el tablero de la diplomacia internacional, haciendo que Estados Unidos incumpliera el acuerdo con Irán, el otro reconocido culpable de numerosas violaciones a los derechos humanos.
“Es muy pronto”, dijo Asle Sveen, historiador del premio Nobel.
“Pero si desembocase en un desarme real en la península coreana, sería muy difícil no dar el premio. Sería una situación extraña pero ya se produjo que personas con un pasado bastante violento recibieran el premio Nobel de la paz”, estimó.
Incluso antes del encuentro de Singapur, varias voces, como la del presidente surcoreano Moon Jae-in, el expresidente estadounidense Jimmy Carter o el canciller británico Boris Johnson, afirmaron que Trump merecería el Nobel.
Este año se propuso al presidente Trump como candidato, pero ésta fue invalidada ya que el impulsor usurpó una identidad para proponerla. Para 2019 dieciocho responsables electos republicanos la propusieron en reconocimiento por su “incansable trabajo para traer paz al mundo”.
El expresidente Barack Obama fue galardonado con el Nobel de la paz hace diez años, una recompensa juzgada prematura, por lo que el comité Nobel tendría tendencia a evitar repetir el error.
En 2000 el Nobel fue al presidente surcoreano de entonces, Kim Dae-jung, por sus esfuerzos de reconciliación con el Norte, que sin embargo sólo fueron una “campaña de relaciones públicas”, observa Henrik Urdal, director del Instituto de Investigaciones para la Paz de Oslo (PRIO).
“Por lo tanto creo que habrá que constatar resultados significativos para volver a dar un premio en esa dirección”, explicó Urdal a la AFP.
Si se produjesen avances efectivos en la península coreana, el comité Nobel estaría entonces frente a una elección complicada, dado el pasivo de los principales protagonistas.
“Muchos de los que recibieron el premio de la paz tenían bastante sangre en las manos”, recuerda Urdal. “El tema es saber si se hizo el bien lo suficiente como para limpiar esa sangre. Ni Trump, ni Kim Jong Un demostraron haber hecho lo suficiente para obtener el premio este año”.
Geir Lundestad, secretario del comité Nobel entre 1990 y 2014, repetía regularmente que “el Nobel no es un premio para los santos”.
“Tampoco es necesario llevar esta lógica hasta el extremo”, dijo el martes a AFP.
“Esos dos personajes tienen enormes pasivos: Kim es uno de los peores dictadores del mundo y Trump está destruyendo las estructuras políticas y económicas que Estados Unidos creó luego de 1945 y que todos aprovechan”, dijo.
Y está Irán.
“Lo que lastra más la candidatura de Trump es que retiró a Estados Unidos del acuerdo sobre lo nuclear iraní”, subrayó Urdal.
“Al mismo tiempo que escoge el camino de la paz en la península coreana, azuza un conflicto en Medio Oriente y pone toda una región en peligro”. AFP