La propaganda norcoreana consideró hoy un éxito la histórica cumbre del martes en Singapur, que asegura que abrirá una nueva era de relaciones con EEUU y que se ha saldado con importantes concesiones que favorecen al régimen de Pyongyang. EFE
Según la agencia estatal KCNA y el diario Rodong, el principal del país, el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente de EEUU, Donald Trump, “dieron un primer paso hacia la reconciliación por primera vez en la trayectoria de casi 70 años de enemistad” iniciada por la Guerra de Corea (1950-1953).
Coincidiendo con lo que dijo en la víspera el presidente estadounidense, explicaron además que “Kim Jong-un invitó a Trump a visitar Pyongyang en el momento adecuado, y Trump invitó a Kim Jong-un a visitar EEUU”.
El que la propaganda del régimen transmita al pueblo norcoreano que la cita de Singapur supone un punto y aparte en la relación con Washington significa un importantísimo giro para un país que ha mantenido intacto y convertido en su razón de ser el mensaje de antagonía contra el “enemigo imperialista” durante casi siete décadas.
Los líderes de los dos países, técnicamente aún en guerra, firmaron este martes una declaración en la que se comprometen a abrir una nueva era de relaciones, y a establecer “una paz estable y duradera”.
Con base en el documento, Washington ofrece además garantías al régimen para su supervivencia y Pyongyang mantiene su compromiso de trabajar para la lograr la “completa desnuclearización” de la península, sin que ninguno de los diferentes aspectos pactados quedara mínimamente especificado.
La propaganda norcoreana consideró hoy, no obstante, que Kim y Trump acordaron que “es importante respetar el principio de las acciones simultáneas y del paso a paso para lograr la paz, la estabilidad y la desnuclearización de la península de Corea”.
Esto da a entender que Trump habría aceptado un modelo de desarme para Corea del Norte gradual y a cambio de incentivos acompasados, una opción de la que la Casa Blanca -que ha venido exigiendo una “desnuclearización completa, verificable e irreversible”- ha renegado por completo hasta el mismo día de la cumbre.
En ese sentido, los medios norcoreanos aseguraron que el presidente estadounidense ofreció “levantar las sanciones en contra (de Pyongyang) al compás de los avances en la mejora de la relación mutua a través del diálogo y la negociación”.
Las informaciones también destacaron el abrupto y sorprendente anuncio realizado por Trump tras las cumbre en el que aseguró que se cancelarán las maniobras militares anuales que realizan Corea del Sur y EEUU en lo que supondría gesto de buena voluntad hacia Corea del Norte, que los suele denunciar como un ensayo para invadir su territorio.
Mientras Seúl apuntó hoy a la posibilidad de cancelar dichos ejercicios argumentando que se deben “considerar varias vías” para hacer avanzar el diálogo actual, Tokio dejó clara su preocupación por estas palabras Trump.
Los posturas de los expertos chocan con respecto a lo idóneo o no de cancelar estos juegos de guerra.
Algunos creen que su suspensión supone la mejor manera de implementar las “garantías” de supervivencia que Washington concedería al régimen norcoreano a cambio de que ponga fin a su programa nuclear.
Otros en cambio opinan que anular los ejercicios dinamita la piedra angular de la alianza militar que han mantenido EEUU y Corea del Sur desde 1945, y desequilibra la balanza geoestratégica en la región.
Los miradas están ahora puestas en el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, que viaja hoy a Seúl para explicar los resultados de la cita de Singapur.
Mañana tendría previsto reunirse en la capital surcoreana con el presidente Moon Jae-in y con sus homólogos nipón, Taro Kono, y surcoreana, Kang Kyung-wha, en un intento de aclarar lo que Washington y Pyongyang han acordado realmente sobre el papel de cara a lograr la ansiada desnuclearización de la península.