Hace algunas semanas leí una entrevista que le hicieron a la médico psiquiatra Rebeca Jiménez, quien es experta en Neuroinmunología y en Medicina Cuántica. Ella señalaba que los venezolanos estamos en lo que se denomina el “estado burnout”, en el “ya no puedo más”, en la resignación.
Parece que es política de Estado desmantelar a la población desde todo punto de vista, quebrar la voluntad de cada venezolano atacándolo por todos los flancos: nos obligaron a pasar horas y horas de cola para poder acceder a la comida; nos exigieron comprar los productos regulados ciertos días de la semana porque el expendio se hacía por cédula de identidad; nos exigieron carnetizarnos para recibir las cajas Clap, la vivienda, la salud y otros “beneficios” sociales; nos forzaron a peregrinar de hospital en hospital para acceder a la salud y de farmacia en farmacia para conseguir los medicamentos necesarios para atender una simple dolencia o una patología crónica; nos quebraron la cerviz sembrando el terror con grupos paramilitares y los propios cuerpos de seguridad y permitiendo el libre accionar del hampa común y la delincuencia organizada ante la mirada complaciente de las autoridades judiciales y penitenciarias, es decir, nos sometieron violentando todos los derechos fundamentales.
Pero quizá el jaque mate nos lo dieron al desmoralizarnos poniendo a pelear a todos los factores de oposición y alimentando a diario, la agresividad, el odio y el resentimiento entre venezolanos, comportamiento que hoy aún vemos en cada rincón del país.
Es difícil pasar de la euforia de 2015 (que vivimos tras los resultados de las elecciones legislativas), a la frustración de 2016 (cuando desde el gobierno abortaron el referéndum revocatorio al mandato presidencial), a la rabia de 2017 (que sirvió a millones de venezolanos para drenar la furia durante cuatro meses de protestas) y luego a la resignación de 2018.
Cualquier persona que estaba en su sano juicio empezó a tambalearse como consecuencia de lo vivido en estos últimos cinco años.
Cada venezolano tiene que hacer el esfuerzo y buscar un espacio de reencuentro consigo mismo para evitar un colapso físico, mental y emocional. ¡Vamos a protegernos! Tenemos que disminuir la terrible cifra de suicidios que, a través de las redes sociales, incrementa cuando algún usuario da cuenta de que un familiar o un ser querido tomó la decisión más drástica de todas: quitarse la vida.
No pretendo cuestionar o juzgar a alguien porque decida acabar con su vida, pero sí tengo que rechazar, desde todo punto de vista, la estrategia gubernamental de quebrar física, mental, psicológica y emocionalmente a sus propios ciudadanos para mantener el control absoluto sobre la población. Muchos han podido soportar las presiones, pero los más vulnerables no.
En los cuatro últimos años hemos visto cómo un “mar de gente” ha decidido huir de Venezuela, buscando oportunidades en otros países para conseguir lo que todo ser humano aspira: calidad de vida. Pero también hemos visto como centenares de neonatos, madres recién paridas, niños y adolescentes, hombres y mujeres, adultos mayores y pacientes crónicos, han perdido la batalla contra el hambre y las enfermedades.
Por una crisis infinitamente menor a la que estamos viviendo, sectores populares se le alzaron a Carlos Andrés Pérez en el llamado “Caracazo” de 1989 y posteriormente en 1992, un grupo minoritario de militares – que desde 1998 se hizo con el poder en Venezuela, hasta la fecha –, quiso subvertir el orden constitucional y deponer por las armas a un Presidente electo por la vía del voto.
Salud en emergencia
Hoy Venezuela vive una crisis humanitaria sin precedentes y para nadie es un secreto que la salud está en emergencia. Desde hace algún tiempo la escasez de insumos y medicamento tiene incidencia en la prestación de los servicios médicos. Es así como cada paciente que acude a un hospital debe llevar una larga lista de insumos para recibir la atención requerida.
La reaparición de enfermedades hasta hace dos décadas controladas, es producto de la falta de planificación gubernamental y de salubridad por la escasez recurrente de agua potable.
El “bachaqueo” de las medicinas es un flagelo nuevo que se ha incrementado por la situación de crisis en el país, pero lo más grave de esto muchos de esos medicamentos no pasan el control de calidad ni cuentan con los permisos sanitarios correspondientes, lo que supone un peligro para la salud de cualquier persona. Y hay una inversión total de valores en quienes, de manera inescrupulosa, mezclan componentes que pueden ocasionar la muerte de cualquier paciente.
A esto se suma el éxodo de médicos y otros profesionales y técnicos de la salud, en búsqueda de nuevos horizontes para subsistir porque los salarios no alcanzan para nada. En el más reciente informe presentado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 22.000 médicos venezolanos han emigrado, lo que representa un tercio de los profesionales que había en el país en 2014.
¿Qué proponemos al gobierno central en materia de salud?
Planteamos lo mismo que desde hace años han venido recomendando los gremios de la salud:
1. Regresar a los antiguos planes de salud y aplicarlos, sin copiar ejemplos de otros países.
2. Retomar los Planes Nacionales de Vacunación para hacerle frente a una cantidad importante de enfermedades que han reaparecido luego de años de control.
3. Abrir un canal humanitario para que puedan ingresar al país los medicamentos e insumos necesarios para atender a los pacientes con enfermedades crónicas.
4. Abrir el canal humanitario para que a través del IVSS se empiecen a suministrar los tratamientos a pacientes renales, hemofílicos, con cáncer y portadores del VIH.
5. Abrir el canal humanitario para que ingresen los medicamentos y alimentos necesarios para atender los casos severos de desnutrición infantil y en adultos mayores, poblaciones vulnerables.
6. Abrir el canal humanitario para que ingresen los insumos para la fabricación de medicamentos por parte del Ivic (Quimbiotec), del Instituto de Higiene Rafael Rangel y del Safar del MinSalud.
7. Sincerar el tabulador de los trabajadores de la salud (médicos, enfermeros, camilleros, bioanalistas, etc.), para detener el éxodo masivo y lograr el retorno de gran parte de ellos.
8. Reconocer las fallas del sistema nacional de salud pública y atacar las mafias que se han enriquecido a costillas del dolor y la muerte de tantos venezolanos.
9. Aplicar los cercos sanitarios correspondientes para evitar la proliferación de enfermedades perfectamente prevenibles.
10. Publicar con la periodicidad respectiva, los boletines epidemiológicos.
11. Retomar las campañas de prevención de enfermedades como las transmitidas por mosquitos, por chipos, por aguas contaminadas, por transmisión sexual, etc.
Mientras las autoridades sanitarias – que hoy cuentan con un nuevo ministro –, deciden actuar, los venezolanos tenemos que resistir y mantenernos activos a punta de solidaridad como recomendó la doctora Jiménez.
Todos sabemos que esto no es fácil, porque ante la hiperinflación que nos agobia a todos por igual, cada quien intenta sobrevivir en medio del caos.
Debemos seguir buscando oportunidades para salir adelante, tenemos que reinventarnos mientras amaina la tormenta. Los psicólogos hablan mucho de desaprender lo aprendido para reaprender lo nuevo, porque si queremos resultados distintos no podemos repetir, una y otra vez, lo mismo que hemos venido haciendo.
No dejemos de soñar, si no podemos entrar por la puerta, vamos a meternos por las ventanas. Construir la Venezuela que queremos heredar a nuestros hijos es absolutamente posible.
Sí puedo
Entonces pasemos del “ya no puedo más” al “sí puedo”, a la acción. No olvidemos que eres lo que dices: “No sé, no puedo, no tengo, es imposible, es mentira, es muy caro, nadie quiere, nadie compra, nadie entiende, no hay dinero, no hay tiempo, no hay gente, algún día, quizá mañana, ojalá pueda”…
Cuidemos nuestras palabras, todo inicia con el verbo. Cada uno de nosotros crea su propia realidad. A pesar de todo este chaparrón que nos está cayendo, demos gracias a Dios por cada día de vida que nos regala, pues es una nueva oportunidad para salir adelante.
La vida está llena de bemoles, no obstante siempre tendremos la posibilidad de aprender la lección, de cada paso dado en falso, de cada caída. En la vida se gana o se aprende, nunca se pierde.
Así que si tienes la oportunidad de tenderle una mano a quien realmente lo necesita, no lo dudes. Si en medio de esta crisis humanitaria tienes medicamentos que ya no usas o están a punto de vencer, dónalos a alguien que los necesite. Las redes sociales están llenas de solicitudes de ayuda. Contacta a los usuarios o si prefieres a fundaciones y organizaciones no gubernamentales que canalizarán el donativo.
Es fácil ayudar a un hermano venezolano que se encuentra en una situación de necesidad y a veces no se requiere invertir elevadas cifras de dinero. Pasemos del “ya no puedo más” al “sí puedo”. Los venezolanos nos crecemos en las dificultades y siempre lo hemos demostrado.
@greyesq